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ISSN: 1666–6186 / E-ISSN: 1853–3655

Cuaderno Urbano Nº40 | Año: 2025 | Vol. 40

ARTÍCULO

LA CO-CONSTRUCCIÓN. UNA PROPUESTA PARA MEJORAR LA CULTURA ORGANIZACIONAL EN LA PRODUCCIÓN DE HÁBITAT

CO-CONSTRUCTION. A PROPOSAL TO IMPROVE ORGANIZATIONAL CULTURE IN HABITAT PRODUCTION

CO-CONSTRUÇÃO. UMA PROPOSTA PARA MELHORAR A CULTURA ORGANIZACIONAL NA PRODUÇÃO DE HABITAT

Paula Peyloubet

Investigadora Principal. Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad. CONICET y UNC.
E-mail: paulapeyloubet@hotmail.com
Orcid: https://orcid.org/0009-0009-9132-0280

Ana Laura Minari

Becaria Postdoctoral. Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad. CONICET y UNC.
E-mail: arqminari@gmail.com
Orcid: https://orcid.org/0009-0003-0250-3138

Resumen

Este trabajo analiza la intersección entre la producción de hábitat, como acción cognitiva orientada hacia la utilidad social en el marco de una episteme constructivista, y la co-construcción tecnológica, como herramienta metodológica habilitante de la integración de saberes. Argumenta que no existe una ley universal que determine cómo se debe conocer; y promueve la articulación de conocimientos de sentido común, experienciales, con conocimientos académicos, en una estrategia superadora para la resolución de problemas en el campo del hábitat. Se exploran conceptos como hábitat, tecnología y gestión desde una perspectiva ampliada, promoviendo una reflexión alternativa. Como base empírica, se presenta la Red Federal Productiva Co-construir Hábitat, una experiencia tecnológica colectiva llevada a cabo en varias localidades del territorio nacional, donde se entrelazan saberes diversos generando un espacio productivo donde se convida tecnología. Finalmente, el trabajo propone lineamientos para una política de gestión tecnológica para la producción de hábitat, engendrada en la propia metodología de la co-construcción.

Palabras clave

Co-construcción; hábitat; tecnología; gestión; cultura organizacional.

Abstract

This work analyzes the intersection between habitat production, as a cognitive action oriented towards social utility within the framework of a constructivist episteme, and technological co-construction, as a methodological tool that enables the integration of knowledge. It argues that there is no universal law that determines how one should know and promotes the articulation of common sense, experiential knowledge, with academic knowledge, in an overcoming strategy for solving problems in the field of habitat. Concepts such as habitat, technology and management are explored from a broad perspective, promoting alternative reflection. As an empirical basis, the Federal Productive Network “Co-construir Habitat” is presented, a collective technological experience carried out in several locations in the national territory, where diverse knowledge is intertwined, generating a productive space where technology is shared. Finally, the work proposes guidelines for a technological management policy for the production of habitat, engendered in the co-construction methodology itself.

Keywords

Co-construction; habitat; technology; management; organizational culture.

Resumo

Este trabalho analisa a intersecção entre a produção de habitats, como ação cognitiva orientada para a utilidade social no quadro de uma episteme construtivista, e a co-construção tecnológica, como ferramenta metodológica que permite a integração de conhecimentos. Defende que não existe uma lei universal que determine como se deve conhecer e promove a articulação do senso comum, do conhecimento experiencial, com o conhecimento académico, numa estratégia de superação para a resolução de problemas no domínio do habitat. Conceitos como habitat, tecnologia e gestão são explorados numa perspectiva ampla, promovendo reflexões alternativas. Como base empírica, apresenta-se a Rede Federal Produtiva “Co-construir Habitat”, uma experiência tecnológica coletiva realizada em diversas localidades do território nacional, onde se entrelaçam conhecimentos diversos, gerando um espaço produtivo onde a tecnologia é compartilhada. Por fim, o trabalho propõe diretrizes para uma política de gestão tecnológica da produção de habitat, engendrada na própria metodologia de co-construção.

Palavras-chave

Co-construção; habitat; tecnologia; gestão; cultura organizacional.


DOI: https://doi.org/10.30972/crn.40408199


INTRODUCCIÓN

Posicionamiento epistémico y metodológico

La perspectiva epistémica de la presente investigación asume el enfoque del paradigma constructivista, reconociendo la finalidad social que sostiene. Cobra relevancia este planteo ya que, de aquí en adelante, se expresará la necesidad de generar acuerdos sobre la plataforma de implicancias en el campo de la producción de hábitat, en términos de responsabilidad y compromiso (Tula Molina, 2011), procurando articular los procesos teóricos de construcción del conocimiento con los escenarios empíricos donde se desempeñan las prácticas profesionales que luego materializan el hábitat. El contexto de implicación supone entonces una doble dimensión, la epistémica y la metodológica, ambas fuertemente condicionadas entre sí (Feyerabend, 1982).

Para el paradigma constructivista “las realidades son comprensibles en la forma de construcciones mentales múltiples, basadas social y experiencialmente, de naturaleza local y específica, y su forma y contenido dependen de los individuos o grupos que sostienen esas construcciones” (Guba y Lincoln, 2002, p. 128), por lo que se considera que no existen leyes, reglas y normas definitivas ni universales que puedan determinar una única forma de conocer y, por consiguiente, los saberes convocados son diversos y no necesariamente producidos por la ciencia moderna bajo el patrón de método científico (Feyerabend, 2010).

La aceptación de elementos no racionales y extra científicos, en la construcción de conocimientos útiles para la sociedad en el campo del hábitat, son esencialmente las claves del posicionamiento epistémico en este artículo.

De esta doble dimensión de implicación, tanto epistémica como metodológica, surge la idea de utilizar la noción de estilo cognitivo, dentro del cual el saber académico del campo en cuestión se constituye en un tipo de estilo más, con sus formas de comprender o pensar la realidad, no siendo el único. En esta presentación se quiere expresamente reivindicar otros estilos cognitivos, dando rango epistémico a estas otras formas de conocer (Peyloubet, 2017). La recuperación de estos otros conocimientos y la forma en que estos se producen ponen en evidencia el posicionamiento paradigmático constructivista de este trabajo.

Los laberintos de las interacciones humanas, los modos de conocer y lo que se conoce en cada práctica demuestran la complejidad del conocimiento, constituyendo un valioso acervo cognitivo desde una perspectiva pluriversal.

Un medio complejo, que considera la dinámica cambiante y sus incertidumbres, necesita procedimientos también complejos para conocer, y desafía cualquier análisis basado en reglas, normas y leyes establecidas a priori que no tienen en cuenta estas condiciones cambiantes de la historia y sus personajes (Latour, 2010).

El conocimiento entonces no se define como una serie de teorías autoconsistentes que convergen en una perspectiva ideal, tampoco necesariamente constituye un acercamiento gradual a la verdad; por el contrario, el conocimiento, desde el punto de vista que se presenta en esta investigación, es un océano de alternativas que contribuye con la producción de conocimientos colectivos, en cuyo caso, ningún saber debe quedar omitido. La producción de hábitat, desde este enfoque plural, intenta articular una diversidad de ideas para asumir creativamente nuevas posiciones.

La versión con que se aborda el tema del diseño, la investigación y el desarrollo en la producción de hábitat, se encuentra signado por una comprensión no restringida que da lugar a distintas formas de conocer y comprender, generando una plataforma cognitiva colectiva.

El abordaje cognitivo es necesariamente un hecho social y político, por lo cual se comenzará por restituirle a esa noción la capacidad de rastrear conexiones, reasociando y reensamblando elementos no necesariamente homogéneos. En este sentido, producir conocimiento adhiere a la idea de un proceso dinámico, en continuo cambio, que puede ser intervenido por una diversidad de actores cognoscentes. Así es como el viejo rol pasivo de informantes y usuarios, atribuido a algunos actores, se abandona y se le confiere el rol activo de creadores y diseñadores (Latour, 2005).

A partir de este posicionamiento se reconsideran las reglas, normas y leyes instituidas como únicas por el conocimiento académico y se ponen en valor los saberes de sentido común que operan sobre la vida cotidiana de las personas.

El proceso en la práctica intenta ensamblar ambos campos de acción y reflexión, procurando encontrar nuevos órdenes flexibles que permitan dar cuenta de la totalidad de los acervos cognitivos que confluyen en estos procesos de producción de conocimiento colectivo en una versión metodológica que, acompañando la episteme constructivista, se erige como un proceso nacido con el nombre de co-construcción.

La co-construcción, entonces, es una metodología que colabora en los procesos de producción de hábitat bajo el enfoque constructivista y se basa en el intercambio de conocimientos y experiencias para lograr mejoras significativas en los productos o servicios ofrecidos dentro de ese campo de acción. Implica trabajar de manera colectiva para compartir ideas y generar soluciones adecuadas a problemas definidos en conjunto. Esta metodología tiene el fin de reunir a personas con diferentes perspectivas y habilidades para que compartan sus pensamientos sobre un problema y colaboren en su resolución. La co-construcción propone un trabajo colaborativo a través del intercambio de información y promueve el aprendizaje mutuo entre los participantes, lo que lleva a un mayor nivel de creatividad e innovación. Supone compartir recursos pudiendo ayudar a reducir los costos de producción. Mejora la cultura organizacional, pues promueve un ambiente colaborativo en el que todos trabajan juntos para lograr un objetivo común, lo que contribuye significativamente al alcance de los resultados propuestos.

DESARROLLO

A continuación, se presentan tres constructos argumentales que permitirán comprender el enfoque teórico de la experiencia que constituye el caso en este trabajo.

Hábitat como sistema complejo

El hábitat se comprende como un sistema que abarca dimensiones culturales, históricas, sociales, económicas, políticas, legales, ambientales, físicas y territoriales. Según Romero y Mesías (2004), «el término hábitat hace referencia al entorno espacial modificado o construido por el hombre, implicando un territorio y una red de relaciones establecida con otros territorios y con otros hombres» (p.19). Este concepto incluye tanto el mundo construido como el natural, y se compone de diferentes elementos interrelacionados. Giraldo Isaza (2004) sostiene que “el hábitat se entiende no sólo desde su dimensión física, sino también desde sus dimensiones política, económica, social y ambiental, siendo fundamental para crear una ciudadanía que promueva una ciudad más democrática” (pp. 31-40). Se infiere entonces que, a lo largo de la historia, las sociedades han habitado espacios moldeados por la geografía y diseñados a través de la arquitectura, pero lo que define al hábitat es el entramado de relaciones generadas en su interior.

Este proceso dinámico de habitar resulta de la confluencia de diferentes planos analíticamente distinguibles: natural, social, económico, cultural, emocional, físico-espacial y tecnológico, entre otros (Chardon, 2010).

Abordar las reflexiones y la producción del hábitat como un espacio cargado de significaciones, un territorio querido y un ambiente cuidado, permite su comprensión integral. No se puede definir exclusivamente por sólo uno de estos aspectos, sino que su constitución implica considerarlos en conjunto (Minari, 2023). Esta orientación garantiza una producción responsable, donde el desarrollo económico no sea el único fin, sino que se promueva el crecimiento de habilidades, intercambios y oportunidades compartidas. El hábitat, como concepto complejo, involucra una múltiple convergencia de campos disciplinares epistémicos y abordajes experienciales gnoseológicos. Es sistémico por engendrar una red sinérgica de elementos constitutivos con dependencia mutua y afectación colectiva; y democrático, plenamente participativo, superando las instancias de información para involucrarse en instancias decisorias y vinculantes, en actos de empoderamiento sectorial y significativamente representativos (Peyloubet, 2017).

La tecnología y su tríada argumental

El concepto de tecnología puede ser asumido desde la polisemia, y bajo el enfoque de esta investigación, se articulan tres argumentos a nivel analítico, es decir, son elementos perceptibles desde un punto de vista conceptual, pero en la práctica se presentan interconectados. Se hace referencia a tecnología producto, tecnología proceso y tecnología gestión (Dagnino, 2010).

El primer sentido que emerge de esa distinción analítica son los diferentes anclajes en la realidad que cada uno supone, donde el producto advierte sobre lo artefactual, el proceso refiere a la trama de relaciones interactorales en las que se produce conocimiento y la gestión aborda las interrelaciones que se generan entre las organizaciones, sus instituciones y sus ideologías.
Lo que interesa de la propuesta de co-construcción que se sostiene en este trabajo es recuperar los espacios que permiten comprender a la tecnología en un sentido amplio que excede la materialidad, es decir, el producto tecnológico.
Es por ello que se plantea la relevancia de los procesos tecnológicos en torno de los recursos, tanto materiales como humanos, la perspectiva ambiental, en relación con la capacidad de soporte del planeta, los perfiles productivos, considerando los atributos culturales del sitio, el conocimiento dispuesto, tanto sea académico como experimental, la economía que dinamiza, en función de monopolios comerciales o no, el desarrollo que promueve, en términos de modelos incluyentes o excluyentes, y la política intrínseca de toda esta selección de atributos, que manifiesta una definida ideología en torno a valores y ética.
La gestión tecnológica hace referencia a la articulación de actores y sectores en torno a un entramado de decisiones donde los poderes sectoriales se ponen en juego y dirimen de manera democrática o no la promoción, instalación y ejecución de un tipo de tecnología u otra, consolidando una matriz productiva de dependencia o emancipación. (Peyloubet, 2018; p. 61).

El mundo moderno está tecnológicamente configurado, y gran parte de la vida se lleva a cabo mediante sistemas tecnológicos. Esta perspectiva sobre la tecnología como un medio fundamental para el desarrollo de la vida cotidiana permite vincular en forma directa reflexiones acerca del hábitat.

Por su naturaleza, lo tecnológico es un elemento esencial para la producción y comercialización de bienes y servicios. La tecnología, en general, ha sido considerada una esfera autónoma y neutral, ocultando la existencia de relaciones de poder asimétricas e impidiendo la creación de contextos de emancipación.

Los procesos y las dinámicas tecnológicas suelen conceptualizarse como cajas negras, política y socialmente neutrales, definidas por una trayectoria lineal y evolutiva basada en criterios de verdad, justificados por el conocimiento científico tradicional-objetivo y, por lo tanto, también neutral (Thomas y Santos, 2016). La concepción tradicional de la tecnología, asumida bajo parámetros capitalistas, se centra en la valorización del conocimiento hegemónico proveniente de un mundo académico prestigioso y elitista, priorizando la eficiencia entendida como la relación de costos entre trabajo y capital, donde los mayores beneficios recaen en el capital, sin considerar las implicaciones sobre el trabajo (Peyloubet, 2021). En el contexto de la producción de hábitat, es crucial cuestionar esta visión. En este sentido, la tecnología co-construida se posiciona como una innovación en la producción de hábitat, desafiando los paradigmas capitalistas y excluyentes que han dominado históricamente este campo. Este enfoque no solo reconoce la importancia vital de integrar conocimientos diversos y experiencias de los habitantes, sino que también aspira a evitar la reproducción de aquellos valores que perpetúan las desigualdades sociales. En contraposición a la producción tradicional del hábitat, caracterizada por imposiciones verticales y jerárquicas de soluciones impuestas desde arriba hacia abajo como en el caso de las transferencias tecnológicas directas, los procesos de producción de tecnología co-construida proponen un modelo asociativo y horizontal. Esto implica valorar saberes diversos y construir soluciones colectivas.

Las experiencias tecnológicas bajo el prisma de la co-construcción de conocimiento revelan nuevas formas de abordar problemáticas en el campo del hábitat. Estos abordajes se distinguen por surgir desde una concepción colectiva y creativa, enriquecida por la diversidad de perspectivas, y emancipadora, al emanar directamente de actores que experimentan y comprenden las dinámicas y retos locales generando poder.

La integración y la colaboración cooperativa como base para la construcción de conocimientos, da lugar a un colectivo cognitivo diverso, donde se valora la reciprocidad y se proponen interacciones asociativas. Esta dinámica fortalece la cohesión social y la capacidad de respuesta frente a desafíos comunes, aportando a una producción de hábitat que termine con la inequidad en la definición de los problemas relevantes, los cuales derivan en la mayoría de los casos de parámetros predeterminados por los grupos cognitivos de elite, que representan el poder (Mignolo, 2013).

En el contexto de la diversidad de conocimientos, el proceso de co-construcción de tecnología presenta un nuevo paradigma para la producción de hábitat. Reconoce y valida saberes diversos, académicos y experienciales, como elementos esenciales para la resolución colaborativa de problemas complejos. La inclusión activa de múltiples puntos de vista contribuye significativamente a la calidad y pertinencia de las soluciones desarrolladas.

La tecnología co-construida entonces representa un avance significativo hacia una producción de hábitat más inclusiva, sostenible y habilitante al integrar diferentes saberes, promover la participación activa de todos los actores y legitimar la reciprocidad en la construcción de conocimientos. Este enfoque no solo redefine la forma en que se enfrentan los desafíos habitacionales, sino que también busca transformar las dinámicas de poder y exclusión presentes en la producción de hábitat convencional, promoviendo un desarrollo más equitativo y participativo en la planificación urbana y territorial.

Gestión colaborativa

Abordar los desafíos complejos del hábitat requiere una revisión profunda de enfoques y la implementación de nuevas estrategias de gestión que promuevan el conocimiento colectivo y la acción intersectorial, según señalan Chiara y Di Virgilio (2009). La gestión, entendida como el espacio donde se reproducen o transforman las políticas sociales a través de los actores que persiguen sus intereses estratégicos, actúa como un puente crucial entre los procesos macro y la vida cotidiana de la población. Este concepto reconoce la complejidad del proceso, que implica la articulación de recursos y la interacción entre el Estado y la sociedad para abordar demandas específicas de manera efectiva.

En el ámbito del hábitat, la gestión efectiva debe facilitar la transformación de espacios de participación social activa, fomentando la toma de decisiones democráticas y participativas. Esto requiere la implementación de nuevas estrategias que se adapten dinámicamente al sistema de resolución organizacional que colaboren con el cambio de las reglas de juego tradicional en la gestión del hábitat.

La gestión colaborativa junto al desarrollo de procesos de co-construcción de la tecnología subrayan la importancia de la organización en red, ya que facilita la articulación de personas e instituciones con diferentes conocimientos y habilidades, optimizando los recursos disponibles y fortaleciendo la capacidad de respuesta ante problemáticas comunes junto a la consecución de objetivos compartidos, integrando múltiples perspectivas (Minari, 2023). La colaboración intersectorial abre espacios para el diálogo entre el conocimiento científico y otros tipos de saberes, contribuyendo así a transformaciones sociales que promueven la emancipación y la equidad. Se requieren espacios inclusivos y participativos que incorporen a todos los sectores, respetando sus experiencias y métodos de autogestión (Buzaglo, 2018).

La gestión colaborativa para la producción del hábitat debe adaptarse y evolucionar constantemente para responder de manera efectiva a las complejidades contemporáneas, por lo que, el modelo actual para la producción de hábitat, necesita una revisión profunda en términos de enfoques, métodos e instrumentos para lograr una gestión más colaborativa y adaptativa. En respuesta a esta necesidad, están emergiendo diversas reacciones que buscan ser representativas y transformadoras a partir de mecanismos de trabajo basados en el consenso y el acuerdo, como instancias de convergencia en la toma de decisiones estratégicas para la producción de hábitat.

EXPERIENCIA EMPÍRICA

Red Federal Productiva “Co-construir Hábitat”

A partir de los proyectos de investigación desarrollados en los últimos quince años junto a los actores de las localidades en donde se llevaron a cabo –Concordia, Villa Paranacito, Bariloche y más tarde Lago Puelo– surge una propuesta colectiva de conformar una Red Federal Productiva con el propósito de compartir los aprendizajes emergentes de cada experiencia para aportar al crecimiento de los integrantes de la Red, entendiendo el desarrollo como una instancia de posibilidades colectivas a partir de la co-construcción.

La red vincula dentro de un contexto nacional diversos temas tales como el recurso forestal, insumo para las economías regionales, el trabajo relacionado con el rubro maderero, productores de bienes y servicios, y la producción de hábitat, desarrollo de sistemas constructivos, procurando abordarlos de manera complementaria y sinérgica, en una lógica de coexistencia interdependiente.

La producción forestal en Argentina es un recurso estratégico para las economías regionales del litoral y la patagonia cordillerana; las características naturales, tierra y clima, contribuyen con el rápido crecimiento de sus plantaciones y su potencial productivo (Senasa, 2014). Entre otras ventajas, los bosques implantados se constituyen en un recurso renovable, cuya producción genera servicios ambientales como retención de suelo, toma de CO2 y biodiversidad. Respecto de su ciclo de vida se puede inferir que, como material orgánico, no contamina suelo, agua ni aire. A lo largo de su proceso tecnológico consume poca energía y los sistemas constructivos en madera ahorran un 70% de agua, en comparación con sistemas en mampostería.

Por otro lado, el fortalecimiento del sector productivo que comprende a los emprendimientos medianos y pequeños en el país se hace relevante por su contribución a la generación de trabajo1. El tipo de proceso económico que promueven dichos emprendimientos, junto a sus articulaciones comerciales2 dinamiza el mercado interno del país. En este sentido, son fusibles que regulan las redes socioproductivas, poniendo en marcha un circuito nacional y en ocasiones hasta internacional, por donde circulan bienes y servicios que responden a las necesidades de la población.

La propuesta de esta red promueve entonces la interconexión entre el recurso forestal, el trabajo y el hábitat, a través de la configuración de un espacio productivo, asociativo y cooperativo.

Aunque la existencia de las acciones colectivas y las relaciones entre las experiencias, en el marco de los proyectos de investigación, tienen una trayectoria de quince años, la red se institucionalizó en septiembre de 2019 en la ciudad de Villa Allende, provincia de Córdoba. En esa oportunidad se redactó el Acta Constitutiva y los firmantes se comprometieron con el siguiente acuerdo colectivo:

• Abordar la problemática socioproductiva desde la perspectiva de la co-construcción, involucrando diversos actores (políticos, productores forestales, cooperativas, asociaciones, escuelas técnicas, académicos, investigadores) con el fin de habilitar procesos cognitivos inclusivos, a partir de un acervo de conocimientos plurales junto a la democratización de las decisiones y la distribución de los beneficios de la renta comercial del desarrollo productivo.

Con este acuerdo colectivo, la red promueve proyectos innovadores de desarrollo tecnológico vinculando las economías pequeñas de cada región, litoral y patagonia cordillerana, que poseen características específicas en su perfil productivo, con otros sectores maduros de la economía de mercado, en el marco de una relación justa y cuidada (Peyloubet et al, 2021).

Estos proyectos se implican en un territorio federalizado, enhebrando las experiencias tecnológicas y productivas llevadas a cabo a partir del enfoque de la co-construcción.

La Red reconoce, desde su experiencia en territorio, cuatro necesidades específicas que articula para su resolución:

• La necesidad de trabajo asociada con la falta de recursos humanos suficientemente formados para integrarse a espacios productivos basados en recursos forestales.

• La necesidad de producción habitacional, a causa del déficit estructural de vivienda en el país, con sistemas constructivos de producción sustentable.

• La necesidad de dinamizar economías locales, generando agregado de valor a las cadenas productivas forestales, a partir del diseño de calidad.

• La necesidad de articular el sector educativo técnico con el sector productivo, en el marco de propuestas políticas implicadas con el desarrollo local y regional a partir de los recursos humanos y territoriales apoyados por el sector de ciencia y tecnología.

A partir de estas necesidades detectadas, la Red desarrolla sus acciones ligadas a la co-construcción en las localidades de Concordia, Villa Paranacito, Bariloche y Lago Puelo con los siguientes objetivos:

• Diseñar y desarrollar sistemas constructivos de calidad, en base a madera regional, a partir de componentes de prefabricación estandarizada y matrizada, con baja inversión inicial de maquinaria para asegurar la participación de economías en crecimiento.

• Fortalecer los emprendimientos productivos pequeños, promoviendo las acciones asociativas, cooperativas y solidarias en el marco de la propiedad colectiva de los bienes, la valoración de conocimientos plurales y la complementariedad productiva.

•  Dinamizar las economías locales ampliando el rango de las cadenas productivas foresto-industriales regionales, incorporando sectores de la economía pequeña y en crecimiento tales como productores forestales, aserraderos, asociaciones de carpinteros, cooperativas, escuelas técnicas, emprendimientos productivos familiares y talleres de oficio.

• Promover lineamientos para generar políticas públicas a favor de la producción nacional de bienes y servicios que deriven de economías regionales y generen trabajo local dinamizando el mercado interno, tanto en el ámbito público como privado, de la producción de hábitat.

Esta Red logra reunir efectivamente a productores forestales, aserraderos, emprendimientos productivos de la economía popular, escuelas técnicas, talleres de oficio, gobiernos locales, universidades e investigadores de ciencia y tecnología del país en un trabajo mancomunado y se constituye en una experiencia con un enorme potencial acumulado (tecnología de producto, proceso y gestión) mediante la generación de espacios productivos multifuncionales. En estos espacios se comparten instancias de co-creación, donde se desarrollan sistemas constructivos para vivienda en madera, e instancias de co-producción, donde se fabrican componentes con los que se construyen viviendas, equipamientos barriales y espacios empresariales. Todo esto colabora con la generación y el fortalecimiento de emprendimientos productivos cooperativos y asociativos.

La co-construcción como herramienta para la acción

Las necesidades articuladas estratégicamente y los objetivos planteados, tendientes a una resolución integrada, permitieron desarrollar un abordaje sistémico y sinérgico en los diversos contextos de aplicación en dos realidades territoriales, la del litoral, trabajando en Villa Paranacito y Concordia y la de patagonia cordillerana, trabajando en Bariloche y Lago Puelo. Este abordaje reconoce tres componentes claves que se vinculan con la tríada tecnológica que se mencionó en el apartado anterior.

El componente producto refiere al sistema constructivo propiamente dicho, diseñado y probado hasta nivel de prototipo y en algunos casos reproducido, alcanzando niveles de comercialización interesante. Para los casos se tuvieron en cuenta las especies maderables de cada región (eucaliptus en Concordia, álamo en Villa Paranacito y pino ponderosa en Bariloche y Lago Puelo), su perfil productivo (secciones, longitudes, secado) y silvicultura (madera de raleo, de poda o de tala programada), lo que llevó a diseños estructurales basados en elementos reticulados que confirieron al sistema mayor rigidez y garantía de estabilidad en el conjunto. El trabajo, en este sentido, permitió develar las diferencias en las producciones forestales de nuestro país y los potenciales de la madera en función de estos cuidados. Se desarrollaron sistemas constructivos en madera de eucalipto, álamo y pino ponderosa. Algunos obtuvieron certificación de aptitud técnica (CAT) tramitado ante la Secretaría de Hábitat de la Nación y otros obtuvieron premios a la innovación: INNOVAR 2017, INNOVAR 2019 e INNOVAR 2023.

Figura 1.  Prototipos de sistemas constructivos en madera, diseñados y ajustados hasta alcanzar niveles de comercialización.

Figura 1.  Prototipos de sistemas constructivos en madera, diseñados y ajustados hasta alcanzar niveles de comercialización.

Nota. Cada uno de los prototipos se basa en especies maderables locales: eucaliptus en Concordia, álamo en Villa Paranacito y pino ponderosa en Bariloche y Lago Puelo. Fuente: Archivo fotográfico del equipo de investigación.

El componente proceso refiere a las relaciones entre los actores y sectores que participaron en el desarrollo tecnológico, considerando las conexiones del conocimiento de un colectivo diverso. La articulación de los sectores estuvo signada por la participación de productores forestales, aserraderos, carpinteros, cooperativas, asociaciones productivas, escuelas técnicas, investigadores y municipios. El encuentro de esta pluralidad de saberes generó mecanismos de diálogo técnico, que transitaron entre el enseñar y el aprender, poniendo en evidencia el relato puro de la co-construcción y su herramienta principal que es el convidar tecnología. Se llevaron a cabo estas acciones en los talleres productivos, al sonar de los martillos y las sierras circulares. Largos intercambios de experiencias técnicas y conocimientos codificados dieron a luz otra forma de producir, engendrada en el respeto y la confianza, precedidos por la inclusión y el respeto cognitivo.

Figura 2. Participación de actores diversos en el desarrollo tecnológico de los prototipos, desde productores forestales, grupos productivos, sector de CyT, hasta escuelas técnicas y municipios.

Figura 2. Participación de actores diversos en el desarrollo tecnológico de los prototipos, desde productores forestales, grupos productivos, sector de CyT, hasta escuelas técnicas y municipios.

Fuente: Archivo fotográfico del equipo de investigación.

El componente gestión refiere a la toma de decisiones a través de las cuales el colectivo reconstruyó los sentidos individuales y los transformó en expectativas comunes que permitieron avanzar en acuerdos representativos. Se promovieron los espacios de reunión para compartir ideas y perspectivas que construyeron los argumentos finales del comportamiento consensuado de grupo. La gestión colaborativa fue convocante de reuniones entre instituciones y actores a partir de las cuales surgieron las decisiones que habilitaron los avances del proyecto y de las acciones inherentes a este. Fueron cruciales para asegurar la participación democrática y el equilibrio de poderes.

Figura 3. Reuniones de gestión interinstitucionales.

Figura 3. Reuniones de gestión interinstitucionales.

Nota. La toma de decisiones compartida transformó las perspectivas individuales en acuerdos comunes. Fuente: Archivo fotográfico del equipo de investigación.

La Red, a partir de la definición inicial de necesidades y objetivos, ha logrado generar un genuino espacio de interrelaciones del que participan integrantes de todo el territorio nacional, compartiendo experiencias y saberes específicos que colaboran en la retroalimentación de los sistemas productivos y de los procesos de organización y gestión de los grupos emprendedores, constituyendo una experiencia modelo donde se expresa, en su máxima potencia, la co-construcción.

La experiencia de la Red Federal Productiva “Co-construir Hábitat” se formaliza a través de proyectos y propone un novedoso programa nacional de gestión tecnológica para la producción de hábitat, con el firme propósito de contribuir con la generación y ampliación de oportunidades laborales y con la sostenibilidad de los emprendimientos productivos a través de este espacio de formación, producción e innovación, consolidando una oferta de alta calidad para una demanda constante de vivienda, equipamiento barrial y otras tipologías funcionales.

La Red, a través de este programa nacional pretende replicar, en aquellos territorios donde el recurso forestal es un dinamizador de la economía regional, las experiencias socioproductivas desarrolladas a lo largo de estos años. Se considera pertinente y necesario aprovechar este potencial existente a nivel nacional tomando la forma de una política pública.

Propuesta política de gestión tecnológica para la producción de hábitat

En el marco de las múltiples acciones que desarrolla la red en el territorio, también se plantea que es posible reorientar la producción de hábitat utilizando como instrumento de transformación la co-construcción, entendida como una manera comunitaria de acceder al hábitat a partir de la producción cognitiva de bienes comunes.

Figura 4. Red interactoral. Alianzas estratégicas.

Figura 4. Red interactoral. Alianzas estratégicas.

Fuente: Elaboración propia del equipo de investigación.

La Red Federal Productiva “Co-construir Hábitat”, en el marco de los compromisos asumidos desde su constitución, promueve un abordaje de la realidad nacional articulando campos de acción complementarios tales como el desarrollo socioproductivo, el hábitat, la educación técnica junto a la ciencia y la tecnología, para ello desarrolla un programa de política integral de gestión tecnológica para producción de hábitat.

Figura 5. Relaciones de sentido y cognitivas. Influencias recíprocas. Conocimientos circulantes.

Figura 5. Relaciones de sentido y cognitivas. Influencias recíprocas. Conocimientos circulantes.

Fuente: Elaboración propia del equipo de investigación.

El punto de partida de esta propuesta política de gestión tecnológica para la reorientación cognitiva y pragmática de la producción de hábitat se funda sobre procesos de producción habitacional donde la construcción del conocimiento es de naturaleza endógena. Se reivindica el conocimiento local, producto de saberes mixtos contextualizados, promoviendo la propiedad del conocimiento público, factible de ser modificado a partir de las expectativas y necesidades de un colectivo social, a favor de la calidad de vida (Peyloubet, 2018).

Figura 6. Gestión productiva y habitacional con aportes en la formación técnica: Mesa de concertación productiva.

Figura 6. Gestión productiva y habitacional con aportes en la formación técnica: Mesa de concertación productiva.

Fuente: Elaboración propia del equipo de investigación.

Figura 7. Gestión productiva y habitacional con aportes en la formación técnica: Mesa de concertación social.

Figura 7. Gestión productiva y habitacional con aportes en la formación técnica: Mesa de concertación social.

Fuente: Elaboración propia del equipo de investigación.

La Red Federal Productiva “Co-construir Hábitat” hace una propuesta política de gestión tecnológica para la producción de hábitat donde se promueve el desarrollo de tecnología dentro de procesos democráticos y participativos, asumiendo el inmenso potencial cognitivo de una diversidad de actores concurrentes (Vasilachis, 2018); una propuesta política que alienta la generación de trabajo con autonomía, colaborando con un crecimiento real de las economías regionales, generando la inserción de las economías populares en mercados comerciales con justicia redistributiva; una propuesta política que incentiva una producción de hábitat sostenible a partir del reconocimiento de los servicios ambientales que genera un buen manejo de las plantaciones forestales en nuestro país.

Figura 8. Mapa de la Red Federal Productiva “Co-construir Hábitat”. Nota. La Red Federal Co-construir promueve una gestión tecnológica participativa y democrática para la producción de hábitat.

Figura 8. Mapa de la Red Federal Productiva “Co-construir Hábitat”.

Fuente: Elaboración propia del equipo de investigación.

CONCLUSIONES NO FINALES

Una nueva cultura organizacional para la producción de hábitat

En este trabajo se relata una experiencia de investigación llevada a cabo en un extenso territorio de nuestro país en el marco de una apuesta teórica, empírica y política diferente que se viene desarrollando desde hace muchos años en el campo de la producción de hábitat y la epistemología. El reconocimiento y la valoración de saberes diversos, coexistiendo –tanto académicos como vivenciales–, son la posición de partida para comenzar a andar el trayecto de la co-construcción del conocimiento que convida este nuevo enfoque paradigmático. Lo tecnológico adquiere una intensa significación en esta propuesta investigativa y es habilitante de otra forma de producir, respetando la diversidad (Peyloubet et al, 2018).

La implicación de las prácticas en el campo de la producción del hábitat supone una confluencia cognitiva interactoral que permite rastrear, reconocer y valorar la construcción colectiva entre diversos actores en una instancia democrática, donde se plasme el saber, las percepciones y subjetividades (Vasilachis, 2006).

Revisar la forma de producir un saber-hacer hegemónico, para dar lugar a otras formas de saber-hacer, que sean portavoces de contextos sociohistóricos y culturales diversos, reconociendo que el saber-hacer también se encuentra en las personas que producen historia y cultura cotidiana; el saber-hacer es entonces una producción colectiva que apuesta a una nueva cultura organizacional desplazando el poder de un sabio individual a un sabio colectivo (Feyerabend, 1982), principio epistémico que promueve la red en su propuesta política.

La plataforma cognitiva que se comparte en este trabajo, formalizada en las acciones llevadas a cabo por la red y proclamadas en la propuesta política, considera para cualquier inicio una múltiple confluencia de saberes y haceres que, de manera cooperativa, procuran complementarse, dando lugar a una construcción de conocimientos engendrados como una propiedad colectiva a partir de una nueva cultura organizacional para la producción de hábitat.

La labor llevada a cabo durante este tiempo obedece a nuestra profunda convicción como investigadores del Estado. Somos profesionales, egresadas de la universidad nacional. Hemos realizado un largo itinerario educativo, de más de diez años, en los sistemas públicos de formación tanto de grado como posgrado argentinos. Tenemos solidez en nuestro saber y en nuestros quehaceres. Somos el resultado de un Estado Nacional persuadido de configurar un potencial cognitivo que promueva el desarrollo del país con inclusión. Somos militantes de un modelo basado en la distribución de los beneficios y la toma de decisiones colectivas. Somos conscientes del poder de la acción colectiva y la solidaridad.
Las comunidades de cada territorio, con quienes tuvimos el orgullo de trabajar y desarrollar el conocimiento técnico que presentamos en este artículo, forman parte del sector productivo de una economía pequeña y en crecimiento. Están comprometidas con una producción ambientalmente responsable. Comparten dicha producción a partir de valores basados en el cooperativismo, en el marco de un laborioso proceso de co-construcción.
Articulados en una trama vital, nuestro equipo de investigación y estas comunidades que producen asociativamente, hemos avanzado en el desarrollo tecnológico de sistemas constructivos en madera a partir de saberes diversos. Los recursos forestales regionales han sido puestos en valor, dinamizando así la cadena productiva, dentro de un modelo redistributivo donde la economía popular goza de un rol relevante. (Peyloubet y Minari et al, 2024. p.158)

El trabajo que se realizó a lo largo de estos años, a través de la Red Federal Productiva “Co-Construir Hábitat”, ha dado lugar a una revisión de diversas formas de conocer el universo que nos rodea y construir conocimiento a partir de un pluralismo epistémico que involucró a nuevos expertos no académicos. Esta nueva versión, en la construcción de conocimientos tecnológicos, generó una profunda integración de sectores que construyó sentido superlativo en el valor del vínculo. Una apuesta que resignificó la inclusión social en una inclusión cognitiva.

Estas prácticas habilitaron mejoras en la calidad de vida de las personas que las transitaron, generaron espacios de producción con apuestas hacia la comercialización en pos de generar renta con justas distribuciones, permitiendo reflexiones ambientales y modificaciones pragmáticas en las formas de producción, donde las economías en crecimiento se constituyeron en la razón de la investigación.

Este trabajo es testimonio de las acciones llevadas a cabo durante los últimos años con la firme intención de demostrar que la investigación, en el ámbito de la Ciencia y la Tecnología, aliados y en común acuerdo con las comunidades territoriales de nuestro país, pueden y deben sostener la nación a partir de un hacer de saberes mixtos, donde los derechos y los deberes se hagan cuerpo de decisiones acordadas pluralmente, reconociendo la diversidad de las regiones geográficas, de sus recursos, de sus paisajes, de sus perfiles productivos, de sus economías y, en forma superlativa, de la diversidad cultural y social como estandarte del respeto que configura un espacio común, el Estado. (Peyloubet y Minari et al, 2024. Pág.159).

Para finalizar, una conclusión que lejos está de ser la última.

Participar de procesos en los que se construyen saberes-conocimientos (tecnológicos en este caso, pero podrían ser otros no necesariamente instrumentales) implica generar un diálogo. Comprender que este proceso colectivo de construcción de conocimiento es una conversación implica hacer lugar a un relato consensuado donde no sólo se habla, sino que se escucha.

La modernidad ha enseñado que la producción de conocimiento la lideran los expertos y eso ha dado lugar a una construcción de conocimientos tecnológicos que ha obviado los saberes enraizados en los valores culturales particulares y subjetivos, fortaleciendo el saber global instaurado por la universalidad y la objetividad (y también el capitalismo).

La posición ideológica de esta presentación se asienta sobre la valoración del potencial creativo e intelectual de la comunidad en su conjunto. Es necesario recomponer los roles en la construcción del conocimiento de ese colectivo social, donde se genere un espacio para la reivindicación de cosmovisiones pasibles de ser confraternas.

En términos epistémicos, se intenta deconstruir la hegemonía con que se construye el conocimiento y desenmascarar los mecanismos con que se legitima cierto saber (conocimiento científico) e invisibiliza otro (saber experiencial), produciendo no existencias. Aceptar que el desarrollo de conocimientos tecnológicos es una acción de pares supone un avance extraordinario ya que subvierte la incapacidad de valorar al otro e instala un nuevo concepto: la co-construcción del conocimiento.

Cambiar las condiciones de producción del conocimiento, hacia un modo igualitario, quiere decir reconocer el saber que se produce de otro modo. Esto perpetuaría un nuevo paradigma, no hegemónico sino plural.  Este cambio en la comprensión de lo social es, sin duda, la recuperación del rol cognoscente de la comunidad en su conjunto. Aceptar esta condición colectiva de constructores de saber impone reconocer todas las tradiciones y sus procesos de producción.

La base cognitiva cooperativa que se ha propuesto en este trabajo, como una co-construcción del conocimiento para la producción de hábitat, y la experiencia tecnológica presentada en el relato de la Red Federal Productiva, revelan criterios de legitimación según tradiciones cognitivas alternativas, generando una transición entre el saber experto hegemónico y el saber-conocimiento de sentido común, epistemia que se convocó en el inicio de esta presentación.

Notas

  1. El 70% del trabajo productivo en Argentina es generado por las medianas y pequeñas empresas.
  2. Se hace referencia a la implementación de commodities, es decir bienes básicos que se utilizan para la producción de otros bienes generando activos subyacentes, cuya principal característica es que poseen un valor comercial interesante con un bajo nivel de procesamiento.

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