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ISSN: 1666–6186 / E-ISSN: 1853–3655

Cuaderno Urbano Nº38 | Año: 2024 | Vol. 38

ARTÍCULO

Poéticas de la verticalización. Lo sublime y las altas edificaciones en las ciudades chilenas

Poetics of verticalization. The sublime and the high-rise buildings in chilean cities

Poética da verticalização. O sublime e os edifícios altos nas cidades chilenas

Jorge E. Vergara Vidal

Sociólogo, doctor en Sociología. Departamento de Planificación y Ordenamiento Territorial, Escuela de Arquitectura. Universidad Tecnológica Metropolitana..
Orcid: https://orcid.org/0000-0002-7712-4090
E-mail: j.vergara@utem.cl

Resumen

Considerando los efectos estéticos que la intensiva construcción de edificaciones en altura tiene sobre los paisajes materiales de las ciudades chilenas, el presente texto explora la noción de sublime como un modo de caracterización de los modos de asombro y perplejidad que producen en quienes habitan estos entornos urbanos. Tras analizar un amplio conjunto de fotografías de edificios en altura tomadas durante investigaciones realizadas entre los años 2016 y 2023, el trabajo expone y discute un encuadramiento que propone tres tipos de sublime que pueden ser útiles para caracterizar las poéticas del habitar que el fenómeno sociotécnico de la verticalización sugiere a quienes la observan. El texto concluye que las poéticas técnicas identificadas están organizadas en torno a escalas de vastedad que fundamentan su efecto estético.

Palabras clave

Verticalización; paisajes urbanos; sublime; poéticas técnicas; edificaciones en altura

Abstract

Considering the aesthetic effects that the intensive construction of high-rise buildings has on the material landscapes of Chilean cities, this text explores the notion of the sublime as a way of characterizing the modes of amazement and perplexity that they produce in those who dwell in these urban environments. After analyzing a large set of photographs of high-rise buildings taken during research conducted between 2016 and 2023, the paper exposes and discusses a framing that proposes three types of sublime that can be useful to characterize the poetics of dwelling that the sociotechnical phenomenon of verticalization suggests to those who observe it. The text concludes that the technical poetics identified are organized around scales of vastness that underlie their aesthetic effect.

Keywords

Verticalization; urban landscapes; sublime; technical poetics; high-rise buildings

Resumo

Considerando os efeitos estéticos que a construção intensiva de edifícios altos tem sobre as paisagens materiais das cidades chilenas, este texto explora a noção de sublime como uma forma de caracterizar os modos de assombro e perplexidade que eles produzem naqueles que habitam esses ambientes urbanos. Depois de analisar um grande conjunto de fotografias de edifícios altos tiradas durante uma pesquisa realizada entre 2016 e 2023, o artigo apresenta e discute um enquadramento que propõe três tipos de sublime que podem ser úteis para caracterizar a poética do habitar que o fenômeno sociotécnico da verticalização sugere àqueles que o observam. O texto conclui que as poéticas técnicas identificadas são organizadas em torno de escalas de vastidão que sustentam seu efeito estético.

Palavras-chave

Verticalização; paisagens urbanas; sublime; poéticas técnicas; edifícios altos


DOI: https://doi.org/10.30972/crn.38387677


Introducción

Desde su aparición en las ciudades de la costa este norteamericana, los altos edificios han producido fascinación en las personas que conviven con ellos, tanto por el logro tecnológico que implican como por el efecto estético y emocional que producen, singular y agregadamente. Esto puede caracterizarse como una poética moderna, tanto porque articula una relación social entre personas, mediada por una visión técnica y productiva del mundo que se ha objetivado arquitectónicamente, como porque expresa un «modelo presente de la vida socialmente dominante» (Debord, 1995), un régimen de gubernamentalidad de la vida cotidiana a partir de la forma estética de su mundo exterior (Lipovestky, 2015).

En el temprano The tall office building artistically considered (1896), Louis Henry Sullivan discute, sin eludir el sentido técnico de estas formas de arquitectura, el riesgo de abandonarlos a la deriva estética de su estructura proponiendo, en cambio, equiparlos de una poética asociada con los ornamentos que denotan su función. Esta propuesta, que permite extender los soportes del Art Nouveau o del Modernismo a las altas edificaciones, y que será criticada en la famosa conferencia Ornament und Verbrechen (1910) de Adolf Loos y en la práctica por la arquitectura moderna, da pie no sólo a una consideración estética de estas estructuras, sino que también enuncia un tipo de competencia poética que, en el presente texto, es descripta como un modo de asombro ante la proliferación de estas «formas útiles» y frente a los tipos de vastedad que emergen de ellas.

De modo consecuente, hacia 1920 el arquitecto Auguste Perret imagina un paisaje de París con avenidas de 250 metros de ancho y, a ambos lados, casas que llegan hasta las nubes; mientras Ludwig Hilberseimer (2012) hace lo propio al proyectar una ciudad residencial completamente vertical. En todos estos casos se espera que los altos edificios predominen en las ciudades futuras y definan la experiencia estética en éstas a la manera de una poética técnica asociada al habitar, mientras se especula sobre el impacto que la estandarización, la replicabilidad y masividad de las formas modernas tendrán en las sociedades urbanas.

Cien años más tarde, y luego de dos décadas de intensa proliferación en las principales ciudades chilenas, las altas edificaciones comerciales y residenciales no predominan con la holgura que imaginaron los autores mencionados, pero protagonizan un fenómeno estético que acompaña a las prácticas de ocupación densa de los suelos urbanos (Vergara, 2017, 2020; Orellana et al. 2022). Discutir la competencia poética de tal fenómeno es el objetivo principal de este trabajo, que utiliza la noción de sublime como variable para distinguir los modos en que esta competencia se realiza en el paisaje de la verticalización urbana. Esta competencia estética no tiene relación con la bondad arquitectónica o urbana del fenómeno o de sus casos, de lo cual se puede tener una opinión crítica pues emerge de un marco de posibilidades que favorece, por sobre la planificación urbana y cualquier consideración sobre la gobernanza técnica de las ciudades. Pero es de interés observarla, dado que constituye un elemento relacional que no se puede soslayar en cualquier planificación futura y que no conviene ser acotado solo a un efecto no calculado de las políticas técnicas y materiales de una sociedad.

Metodología

La hipótesis de trabajo es que éste fenómeno se constituye en poética no por su adecuación a convenciones sobre lo bello o lo bueno, sino por los modos de asombro que tiene como efecto. Al respecto, se distinguen tres modos en que la verticalización urbana es capaz de producir un efecto poético a partir de la experiencia de tipos específicos de vastedad, lo que permiten distinguir entre un sublime tecnológico, asociado con la percepción de la vastedad técnica; un sublime arquitectónico, vinculado con la vastedad de lo singular; y un sublime urbano, organizado por la vastedad agregativa de las formas altas.

El texto que sigue es el resultado de lo observado y recopilado en los trabajos de campo de dos investigaciones sobre las edificaciones residenciales en altura chilenas y las imágenes consideradas fueron seleccionadas entre un conjunto de 1.209 fotografías tomadas en ese contexto, entre los años años 2016 y 2023 en comunas de la ciudad de Santiago de Chile. Una investigación conceptual posterior sobre las variables estéticas de estas edificaciones permitió organizar el encuadre estructural que se propone, a la manera de los métodos de enmarcamiento etnográficos (Guber, 2011). A continuación, se expone primero la noción estética de lo sublime, y luego los tres tipos mencionados argumentando, conceptual y visualmente, la utilidad de cada uno de ellos para distinguir entre las diferentes poéticas del habitar que emergen de las diversas estéticas de la verticalización de las ciudades.

El sublime

El vocablo latino del cual deviene lo sublime designa a algo elevado hacia lo alto o algo elevado desde el suelo, según define el tratado de retórica que Longino (2007) dedicó al tema entre los siglos I y III d.C.y que describe al sublime como algo definido por lo extraordinario y lo maravilloso, que es suscitado por la observación de la naturaleza pero también por la experiencia del arte, ya sea a través de la retórica, del arte poético, de la obra plástica o de la imagen imaginada cuya estética nos arroba, arrebata y transporta en el pensamiento. El sublime es entendido como un efecto estético de la grandeza, sobre todo por la crítica literaria inglesa de los siglos XVII y XVIII que ubicará al tratado de Longino como una de las obras centrales de su canon estético, junto a la Poética de Aristóteles y a la Ars Poética de Horacio.

Para Longino lo sublime causa admiración universal, no persuade, consterna y exalta, se eleva entre quienes observan como eco de la grandeza del alma y «de la grandeza del pensamiento» (2007, p. 35), de manera que no corresponde solo a un ideal, sino más bien a una experiencia extática. Para Kant, lo sublime corresponde a una sensación efímera de terror y de deleite, de angustia agradable. Un sentimiento sublime es provocado por algo vasto o infinito, como la vista de una montaña o de una tormenta distante. Kant lo describió como un control momentáneo de los poderes vitales, una pausa temporal que da paso a una revelación del poder de la razón. Más tarde, Neil Hertz, en su ensayo The Notion of Blockage in the Literature of the Sublime (1985), enfatiza la interrupción inherente al «control» de Kant y lo describe como un «bloqueo», que es seguido por un retorno al yo perceptivo. Este movimiento describe una oscilación del yo entre una fuga hacia algo más grande y un retorno hacia una renovada comprensión de sí mismo. La evolución entre dos ideas, mutuamente excluyentes, funciona de la misma manera que el fantástico de Todorov, donde el mismo movimiento se representa entre diferentes conceptos opuestos, lo siniestro y lo maravilloso.

Peter Sloterdijk sostiene que lo sublime representó, dentro de la esfera estética, la transición de lo bello a lo real. Para este autor puede llamarse sublime «a lo que recuerda a los sujetos humanos la posibilidad de su aniquilación, sea la idea de lo infinitamente grande que nos habla, como lo sublime matemático, sea la percepción de las fuerzas elementales de la naturaleza ante las que nos sentimos ilimitadamente sobrepasados cuando lo sublime dinámico en ellas nos arrastra con su violencia irresistible» (2020, p. 33-34). Ello tiene, en la modernidad del siglo XX, la capacidad de separar lo bello de lo sublime, banalizando a este último en tanto asombro sin otra ética que la de la técnica y de la eficiencia. En ese contexto, el Estado y/o la sociedad compiten con la naturaleza como fuente de «sublimes destrucciones (…) filosóficamente como reflejo estético de la libertad humana, (reflejando) nuestra capacidad para afrontar nuestra posible ruina y su amenaza» (Ibid.).

La imagen humana enfrentada a la poderosa y sorda naturaleza, armada solo con la convicción de su voluntad, propia del siglo XVIII, suma en el siglo XX los recursos de su competencia técnica y el poder de sus artefactos, y si antes sorprendió la fuerza del espíritu ahora lo hace la versatilidad del ingenio. La guerra motorizada, el gas mostaza, las grandes represas, las enormes fábricas y los altos edificios desfilan en la composición de una moderna poética de la técnica.

El sublime tecnológico

Tomando como referente su uso en el romántico europeo, el historiador David Nye (1994) emplea el término sublime para describir la emergencia de una poética asociada con las obras de infraestructura en los Estados Unidos, que traduce la escala y volumen de los hechos técnicos como modos de grandeza moral nacional. En American Technological Sublime (1994), Nye describe el modo en que la relación moral de la sociedad con los grandes objetos naturales del país —como el Gran Cañón o las Cataratas del Niágara— es desplazada hacia las obras de ingenio. Ya sean represas, rascacielos o ampolletas, estos configuraban nuevas vastedades frente al ojo humano. Los estadounidenses de a pie—sostienen— «(…) demostraron repetidamente en masa su amor por los objetos tecnológicos, desde el Canal de Erie y los primeros ferrocarriles hasta el programa espacial de la década de 1960 y la celebración del puente Golden Gate en 1987» (Ibid., p. XX). Dentro de ese marco, eventos como las Ferias Mundiales, entre otros, irán trazando hitos en la articulación de una narrativa estética que mutará de industrial a atómica, y luego a espacial, siguiendo un régimen de valores en el que una competencia motora o dinámica une fuertemente al progreso y a la grandeza, en la que el avance y/o la expansión son prueba suficiente de bondad moral (Nye, 2021).

Figura 1. Edificios residenciales en altura en etapa de construcción. Comuna de Ñuñoa.

Edificios residenciales en altura en etapa de construcción. Comuna de Ñuñoa.

Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

Las grandes obras industriales, las amplias infraestructuras de movilidad y las extensas agregaciones de viviendas son expuestas a este tipo de prueba, con el fin de corroborar el modo en el que se integran a las estéticas progresivas. Nye (1994) propone, por ejemplo en la estética del sublime eléctrico, un modo en que la iluminación urbana corrobora la expansión de la condición tecnológica en las ciudades y, a su vez, el progreso de la condición urbana. De manera similar, la proliferación de obras en construcción, en la medida en que saturan los paisajes urbanos pueden servir para corroborar estéticamente el avance de ciertos progresos técnicos, evidentes en la altura de las edificaciones y en la cantidad de unidades de viviendas a contener (Figura 1 y 2).

Figura 2. Panorámica de fenestraciones de edificios residenciales en altura en proceso de construcción. Comuna de San Miguel.

Panorámica de fenestraciones de edificios residenciales en altura en proceso de construcción. Comuna de San Miguel

Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

En este caso, el asombro deviene de la vastedad de la operación técnica implicada en la construcción rápida y aparentemente omnipresente de edificaciones, pues se construyen en grupos, relacionados o no, y no parece ser un proceso con un término claro, al contrario, porque es expuesto como indicador del progreso económico y del desarrollo técnico de la sociedad. Detrás de cada edificio en construcción se denotan avances en ciencias de materiales y procesos más rápidos de construcción; pero, a su vez, son visibles los empleos y capitales movilizados que se «destruyen» si las obras se paralizan de manera que es deseable que esa estética persista dado que expresa un tipo de bondad social (Figura 3 y 4).

Figura 3. Elevaciones de edificios residenciales en altura en proceso de construcción. Comuna de Providencia.

Panorámica de conjuntos de edificios residenciales en altura en proceso de construcción y terminados. Comuna de Ñuñoa

Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

Figura 4. Panorámica de conjuntos de edificios residenciales en altura en proceso de construcción y terminados. Comuna de Ñuñoa.

Elevaciones de edificios residenciales en altura en proceso de construcción. Comuna de Providencia

Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

El sublime arquitectónico

Sin embargo, esta estética de geometría desnuda de las obras en construcción no dice nada respecto de la función de estas, la que sólo será alcanzada en su concretización plena. Pensando específicamente en una estética asociada con la función de objetos técnicos como edificios, puentes y fábricas, Nye propone la noción de «sublime utilitario» (2021) aunque, si se toma en cuenta la incidencia de la singularidad en la composición de la obra se debiera considerar el término «sublime arquitectónico» para describir el tipo de vastedad al que apela el asombro que produce la singularidad de los altos edificios, en tanto hechos individuales (Figura 5).

Figura 5. Panorámica edificios en altura de uso mixto. Comuna de Las Condes.

Panorámica edificios en altura de uso mixto. Comuna de Las Condes

Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

El sublime de las grandes ciudades registra el sublime de la singularidad del hecho de arquitectura y el de la vastedad del hecho urbano, efecto de la agregación de las primeras unidades. Respecto de los objetos singulares, Jean Baudrillard sostiene que tienen un destino, una «autonomía (y) solamente entonces se puede decir que son una forma acabada (…) el objeto puede ser muy bello y no ser un objeto singular, formar parte de la estética general, de la civilización global» (2002, p. 110). Baudrillard notará en la condición objetual no solo una finalidad de la arquitectura, sino también aquello que permite su replicabilidad en el marco de una estética general o de un estilo que, como sucede también en la retórica, puede apelar a lo sublime.

El estilo refleja y apela a una forma singular de pensar y experimentar estéticamente el mundo, «un momento en el que los elementos individuales comienzan a perder su claridad» y «en que los objetos se fusionan con el campo» (Holl, 2018: p. 17). Se trata de una «experiencia enmarañada» de la arquitectura en que «a partir de cierta escala, la arquitectura adquiere las propiedades de la Grandeza (…) porque está ahí» (Koolhaas, 2014, p. 23). Por su parte, Steen Eiler Rasmussen sostenía que «la arquitectura crea espacios para que la gente viva dentro y se desplace por ellos» (2014, p. 34), pero la interioridad no es la única experiencia que se tiene de ella, como el mismo Rasmussen afirma en relación con la escala y las proporciones externas, que pueden constituir el sublime en las obras singulares (2007, p. 93).

La vastedad es, justamente, una diferente percepción de escala de lo singular. Para Steven Holl, tal «como una obra de arquitectura, una ciudad puede ser poderosamente inspiradora cuando sus espacios, materiales y geometrías forman un conjunto más estimulante que sus partes individuales» (2018, p. 57), pero a diferencia de lo singular, el efecto estético del masivo construido no deja vacíos y tiene resonancia en todo el campo visual de quien lo observa, por lo que tiene sentido retomar su performatividad infraestructural o su sentido práctico: soportar la carga de algo. La imagen de unidades que soportan la carga física y estética de un conjunto al que son agregadas refleja bien la tensión que subyace en la estética del sublime y que podría tener la capacidad de explicar su efecto como un pathos o sentimiento que emerge de su observación y constatación, puesto que:

…la espuma es una especie de tensegridad natural, sobre todo si ya no aparece como espuma «individualista» en la que las burbujas individuales pasan flotando cerca unas de otras en una solución líquida casi sin tocarse. Si una espuma envejece y es seca, se forma una compleja arquitectura interior. Muchas burbujas revientan, el aire restante de la burbuja que revienta pasa a las burbujas vecinas y la espuma se seca por dentro. En este proceso se crean bellas formas arquitectónicamente exigentes, las espumas poliédricas (Sloterdijk, 2020, p. 213) (Figura 6).

Figura 6. Panorámica de conjunto de edificios en altura de uso comercial.

Panorámica de conjunto de edificios en altura de uso comercial.

Comuna de Las Condes. Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

Sucede con esto —tal como imagina Rem Koolhaas que ocurre en la isla de Manhattan— una sublimación tecnológica vuelta programa, donde «el manhattanismo es el único programa en el que la eficacia se cruza con lo sublime» (2004, p. 173) y donde «el rascacielos (opera) como instrumento sublime de una irracionalidad controlada» (2004, p. 276). El sublime contribuye con parte de la narración de la tecnicidad de una sociedad, corrobora de lo que esta es capaz de hacer materialmente. El simbolismo de la forma arquitectónica, «la iluminación (…) logra una monumentalidad en un espacio bajo» (Venturi, Scott Brown, Izenour, 2015 , p. 76) Sobre la idea de que esta estética coincida con la belleza, «después de la II Guerra Mundial lo posible ya no coincide con lo sublime» (Koolhaas, 2004, p. 285). Como sostiene Nye (2021), el rascacielos proporcionó una posición espectacular desde la cual contemplar el mundo fabricado en las ciudades, una cima, un punto elevado, una posición fuera de la arquitectura pues se constituye como un efecto de la infraestructura urbana que permite observarla como un conjunto/objeto, una ciudad, una forma de abstracción de naturaleza funcional o utilitaria, un horizonte racionalmente urbanizado.

El sublime urbano

El paisaje que resulta del agregado de singularidades desorienta perceptivamente a quien lo observa y obliga a buscar una reconexión con los hechos conocidos, con los detalles de la escala del plano y con ello corrobora que es la diferencia de escala la que produce dos objetos de asombro, de los cuales no es posible salir sin cambiar de nivel. Utilizando una imaginería similar, Peter Sloterdijk plantea que la idea de la célula también responde a un imperativo agregativo,

…pero el apilamiento de unidades celulares en un edificio de viviendas ya ni sugiere la forma de la clásica casa universal, sino una espuma, una espuma sólida consistente en una pluralidad de mundos propios. El carácter plural del conglomerado de células es importante, por eso acentúo el aspecto individualista de la disposición de estas células. Los primeros arquitectos de la modernidad sintieron este imperativo cuasi metafísico de la nueva construcción: respetar la necesidad individual de crearse un mundo propio, más intensamente que los actuales, para los que hace mucho tiempo que este principio es una obviedad (Ibid., p. 193).

De esta manera, la poética de las ciudades verticalizadas es la poética de la agregación de módulos de habitar, como la casa Farnsworth, como Lego, como una vastedad molecular (Figura 7).

Figura 7. Panorámica de conjunto de edificios residenciales en altura.

Panorámica de conjunto de edificios residenciales en altura.

Comuna de Estación Central. Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

La vastedad y la singularidad tecnológica no son puntos cercanos dentro de una misma esfera y, sin embargo, comparten un proyecto material que propone «fundir lo popular con lo metafísico, lo comercial con lo sublime, lo refinado con lo primitivo; todo lo que, conjuntamente, explica la antigua habilidad de Manhattan para ganarse a un público masivo» (Koolhaas, 2004, p. 300). Para el geógrafo Matthew Gandy (2019), dada su condición cultural estos conjuntos no sólo articulan un paisaje diferente al natural, sino que también permiten la emergencia de una «naturaleza metropolitana» que socializa estéticamente los modos de urbanización como regímenes sociales. Gandy considera que, aunque este tipo de paisaje esté compuesto por elementos intencionales y no intencionales —que los puede hacer muy variables en las escalas más arquitecturales—, en las escalas mayores adquieren un carácter cosmopolita que torna su experiencia estética en algo masivo, pero que también abre un interés instrumental. No sólo es algo que sorprende por su escala, sino también es algo que podría ser utilizado o remodelado, lo cual corrobora el carácter técnico del sublime masivo y la posibilidad funcional de la estética de los grandes agregados urbanos.

Gandy y Henriette Steiner (2019) proponen considerar el paisaje urbano un tipo de arquitectura que es posible de ajustar y ampliar, tal como se haría con una orquesta ampliando su resonancia, con el fin de lograr un efecto más elevado. El sociólogo Harmut Rosa utiliza este último término para describir que los vínculos relacionales reverberan en la vida social. Rosa propone que «las resonancias son el resultado y la expresión de una forma específica de relación entre dos entidades; más específicamente, entre un sujeto que experimenta y un segmento del mundo que lo encuentra. Por lo tanto, el carácter resonante o mudo de las relaciones que se conforman en un determinado contexto de interacción depende de las dos cosas: de los estados respectivos del sujeto y del mundo, así como también del vínculo de ajuste entre ambos» (2019, p. 487). De manera que si es posible pensar que el sublime de la agregación urbana es ajustable en sus efectos o en su resonancia, ello sería porque permite una «asimilación transformadora de diferentes patrones de relación con el mundo» (Ibid., p. 370). Dado este comportamiento de tipo infraestructural del paisaje urbano podría considerarse una derivación del sublime utilitario, asociado con los casos singulares de arquitectura, pero de cuya agregación es resultado (Figura 8).

Figura 8. Panorámica de conjunto de edificios residenciales en altura. Comuna de Ñuñoa.

Panorámica de conjunto de edificios residenciales en altura

Fuente: Fotografías tomadas por el autor.

Sin embargo, la falta de diseño o de finalidad intrínseca lo excusa de un sentido propiamente técnico a pesar de su naturaleza tecnológica. Opera como paisaje cuando es significado externamente y, en tal sentido, cuando funciona como un objeto epistémico de factura humana y no natural, cuya narrativa depende de su composición tecnológica y que es parte de la conciencia pública que contempla un modo de practicidad presente en la sociedad que lo construye. Como cumple con el efecto del asombro y la maravilla, es posible proponerlo como un tipo de «sublime tecnológico» capaz de producir un efecto vincular o una resonancia social específica en quien lo percibe en tanto vastedad.

Con todo, la noción de sublime urbano permite considerar que la construcción social de ciertas experiencias poderosas en las sociedades modernas expresa sus propias políticas de la percepción, y ello incluye la experiencia asociada con sus paisajes y sus tecnologías. Por ejemplo, es claro que la bombilla eléctrica fue un logro tecnológico notable, la admiración de su singularidad puede ser sublime si le enfrenta no con la luz del día sino con la vastedad de la noche, y algo similar ocurre cuando la masividad eléctrica hace de la noche día, en las grandes ciudades (Nye, 2018; Glaeser, 2018). Como también ocurre en el caso de las altas edificaciones y los paisajes que sus aglomeraciones articulan, no es ni la singularidad ni la masividad lo que ayuda a configurar el sublime, sino la percepción de la vastedad en la que existe lo observado.

La percepción de lo vasto nos produce embelesamiento pues movilizan efectos estéticos difíciles de obtener para actores de escala agencial. Es lo que está en discusión desde el romántico europeo. En este debate, que incluye a las bellas artes y a la arquitectura, lo sublime suele ser vasto e impresionante, produciendo imágenes que, a través de contraste de luz y oscuridad, producen en quien los observa sentimientos de presentimiento, miedo y expectación. La noción de sublime tecnológico suma a los hechos de arte y arquitectura, los hechos de ingeniería que también portan narrativas estéticas. Ello suma a las enormes turbinas, las murallas de una gigantesca represa o el mar de luces de una metrópolis electrificada a las consideraciones de tal discusión, junto con los rascacielos y sus conjuntos en las ciudades verticalizadas como una nueva forma de paisaje tecnológico.

Conclusiones. Poéticas de las ciudades verticalizadas

Este trabajo ha buscado exponer que, de manera similar al modo como la estética romántica vinculó la observación poética de la vastedad de sus entornos naturales con lo sublime, las eras modernas han articulado sus propias versiones del asombro y del desconcierto frente al espectáculo de la vastedad de su obra y entornos técnicos. Algunas de esas versiones las constituyen los tres tipos de sublime descriptos a propósito de la verticalización de las ciudades chilenas y propuestos como tres poéticas u órdenes estéticos de lo visible.

Como se ha mencionado, las altas edificaciones han logrado configurar paisajes que no son estáticos ni homogéneos, pero que expresan diversas formas la idea moderna del progreso de sus modos de producción que, dejando de lado el optimismo que la caracterizó en sus primera etapas, ha asumido la masividad como argumento de su propia poética y como justificación fáctica de las condiciones y de los fines de su orden existente (Debord, 1995).

Los principios de legibilidad de este orden se basan en la experiencia de sus formas, de manera que el volumen, la singularidad, la estandarización, la replicabilidad y la masividad, entre otros, articulan las reglas y organizan la reflexividad que proponen sus objetos. Estos últimos han demostrado la competencia de desplegarse en tres escalas o en tres regímenes de lo visible, que responden a sus modos de existencia tecnológica, arquitectónica y urbana, y que representan estados del mundo que pueden ser unidos en su condición visible o en su espectáculo público (Debord, 1995). Lo anterior ha buscado proponer que la noción de sublime expresa esta competencia de representación en cada escala en particular, siendo además capaz de unirlas en un orden estético o una poética común, la de la verticalización (Figura 9).

Figura 9. Esquema de la relación estética entre la forma objeto singular, sus modos de realización, sus regímenes de los visible y la estética de la forma objeto plural para el caso de los edificios en altura.

Esquema de la relación estética entre la forma objeto singular, sus modos de realización, sus regímenes de los visible y la estética de la forma objeto plural para el caso de los edificios en altura.

Fuente: Elaboración propia.

En ese marco, el sublime tecnológico no solo representa a la construcción desnuda del objeto arquitectónico —que deja en evidencia la anatomía de su estructura—, sino también ofrece una perspectiva del continuo masivo de sus operaciones infraestructurales, que cruzan al conjunto de sus obras y que incluyen tanto a los bloques como a las altas torres de viviendas y oficinas. Las obras en construcción, que en las últimas décadas han formado parte de los paisajes urbanos chilenos, enuncian una poética de la posibilidad técnica del habitar que, en la medida en que se concretiza en la finalización y entrega de algunas obras, reaparece en otras, transformándose en una presencia persistente a pesar de lo transitorio de su condición.

La presencia constante de edificaciones en construcción en los entornos urbanos da cuerpo a una poética de la posibilidad en la que las formas imprevistas en las que se pueden concretizar los habitares definitivos dan, a quien observa, la sensación de vastedad de un paisaje urbano futuro. A su vez, las regularidades geométricas observadas en las estructuras en construcción enuncian un marco tecnológico común, del que los resultados finales se irán alejando en la medida que en sus propias operaciones de distinción estética se vayan agregando. En esta poética de la posibilidad, la única certeza es que la comunalidad de las operaciones observadas se irá diluyendo en la medida que las operaciones de individualización de las construcciones avancen. Se trata de un sublime basado en certeza de la desaparición inminente de lo observado situadamente, pero que es persistente en el paisaje toda vez que las construcciones continúan en otros espacios.

El sublime arquitectónico, por otra parte, da cuenta del asombro frente a la concretización particular de cada edificio. Se basa en la percepción de la grandeza de la obra, no tanto de su volumen sino sobre todo de su singularidad, y de la poética de la soledad del caso individual. En el cuerpo y en los detalles de esa originalidad se encuentra la vastedad de este sublime, irreproducible en una época cuando la técnica permite, justamente, la reproducción infinita (Benjamin, 2003) y, en contraste, la agregación masiva de unidades singulares en un espacio común da forma a una poética del conjunto vasto como un «conglomerado o cierta cantidad de unidades celulares habitables apiladas» (Sloterdijk, 2020, p. 192) que constituye un cosmos poéticamente vertebrado por la codependencia entre cuerpos técnica y arquitectónicamente unidos. El sublime urbano permite explicar este último tipo de relación social con el mundo, mediado por la poética de habitar del mismo, algo que también puede identificarse como un tipo de tensión vincular y/o una resonancia específica que hace sentido en la percepción de las grandes ciudades.

En ambos casos se desarrolla una relación entre unidad y agregación que tiene como uno de sus resultados la estética del conjunto en el que se subsumen la singularidad de cada unidad componente, y la pluralidad propia del agregado. Si, como propone Harmut Rosa, «las resonancias son el resultado y la expresión de una forma específica de relación entre dos entidades; más específicamente, entre un sujeto que experimenta y un segmento del mundo que lo encuentra» (2019, p. 487), el efecto estético, y el sublime —dentro de ello— operan como una resonancia de esa relación. De manera que si es posible pensar que el sublime masivo de la agregación urbana es ajustable en sus efectos o en su resonancia, ello sería porque permite una «asimilación transformadora de diferentes patrones de relación con el mundo» (Ibid., p. 370). Vale decir que en este escala sus efectos también podrían ser infraestructurales, provistos de uso. Por razones similares, Gandy y Steiner (2019) proponen considerar el paisaje urbano como una arquitectura que es posible de ajustar y ampliar, tal como se haría con una orquesta de la que se busca un efecto más elevado, para ampliar su resonancia.

Los tipos de sublime identificados en el texto son tanto artificiales como técnicos, por lo mismo se les ha consignado como una poética, en tanto articulan un régimen estético que busca y sirve para integrar las relaciones sociales en los entornos urbanos. La consecuencia de esto es la consolidación de un orden alienante para las personas individuales que habitan en las ciudades, que solo pueden experimentarlo como espectáculo del que forman parte, pero carentes de las competencias de realización que les permitan incidir en él o afectarlo concretamente. Las poéticas de la verticalización enuncian un escenario en el que las protagonistas son personas colectivas o institucionales las que tienen en sus manos la política de la ciudad, y el sublime es tanto un indicador de la realización de esa relación asimétrica como un dispositivo de su consolidación.

Si, como sostiene Peter Sloterdijk, «la última política de la ciudad es la defensa estética de la ciudad» (2020, 189), discutir la estética de verticalización conlleva una reflexión acerca de los actores que la realizan y su relación con las personas individuales. En el caso chileno, estas últimas no tienen las competencias para contestar la estética de ciudad impulsada por las personas colectivas, encarnadas principalmente en las empresas inmobiliarias, constructoras, y en sus asociaciones. Bajo el modelo neoliberal, que organiza a la sociedad chilena en torno de su oligarquía, el Estado tampoco ha sido capaz de hacer valer las leyes de altura o de densificación frente a las empresas que las han incumplido. Pero, con todo, el Estado sigue siendo la persona colectiva más accesible a las personas individuales para discutir y defender la estética de los entornos urbanos. Cabe, por tanto, defender sus competencias actuales, e incluir en ellas la responsabilidad estética respecto de las ciudades.

Referencias bibliográficas

Baudrillard, J. y Nouvel, J. (2002). Los Objetos Singulares: Arquitectura y Filosofía. Fondo de Cultura Económica.

Benjamin, W. (2003). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Editorial Itaca.

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Cuaderno Urbano es una publicación científica con arbitraje internacional dirigida a la difusión de artículos y ensayos que se ocupan de la cuestión urbana —en el sentido más amplio del término— desde las disciplinas científicas, combinando trabajos empíricos, teóricos y ensayísticos que den cuenta de problemáticas locales, regionales y universales. La intención de la publicación es favorecer y promover la generación de ensayos y artículos de jóvenes investigadores con las reglas de arbitraje científico, colaborando en la producción editorial de sus ideas, como también divulgar el aporte de científicos ya consagrados en su especialidad disciplinar.

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Cuaderno Urbano 38

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2024-08-30T09:17:17-03:00Cuaderno Urbano N38|
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