Cuaderno Urbano Nº37 | Año: 2024 | Vol. 37
ARTÍCULO
LA SUBURBANIZACIÓN DE LAS ÉLITES EN EL ÁREA METROPOLITANA DE BUENOS AIRES (1975 – 2010). NUEVAS EVIDENCIAS A PARTIR DE ESTADÍSTICAS MIGRATORIAS
THE SUB-URBANIZATION OF THE ELITES IN THE GRAN BUENOS AIRES METROPOLITAN AREA (1975-2010). NEW EVIDENCE FROM MIGRATION STATISTICS
A SUBURBANIZAÇÃO DAS ELITES NA AREA METROPOLITANA DO GRAN BUENOS AIRES (1975-2010). NOVAS EVIDÊNCIAS A PARTIR DAS ESTATÍSTICAS DE MIGRAÇÃO
Gonzalo Martín Rodríguez
Doctor en Ciencias Sociales, magíster en Planificación Urbana y Regional y licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador adjunto del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) con sede en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), Argentina.
gonzalor@conicet.gov.ar
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2553-2073
Florencia Molinatti
Doctora y magíster en Demografía por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y licenciada en Sociología por la Universidad Siglo 21. Investigadora adjunta del Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) con lugar de trabajo en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS), Facultad de Ciencias Sociales (UNC), Argentina.
fmolinatti@hotmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1247-9130
Resumen
El trabajo propone revisitar la tesis de Horacio Torres sobre la suburbanización de las élites en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) durante la última década del siglo XX, un proceso que se asume como estrechamente vinculado con la proliferación de urbanizaciones cerradas en la periferia, y al que el autor consideró “tardío” en relación con lo ocurrido en otras grandes ciudades del continente. A partir del procesamiento de bases de microdatos de censos históricos argentinos, encontramos que la suburbanización de las élites en el AMBA en los noventa, si bien existió, no fue tan tardía o novedosa como se ha creído hasta el momento. Los datos de migraciones internas recientes sugieren que hubo una primera suburbanización temprana durante la última dictadura cívico-militar a fines de la década del setenta. Esta primera migración del centro a la periferia tuvo características distintivas respecto de la suburbanización posterior de los noventa.
Palabras clave
áreas suburbanas; barrios privados; migración interna.
Abstract
The paper proposes to revisit Horacio Torres’ thesis on the suburbanization of the elites in the Buenos Aires Metropolitan Area (AMBA) during the last decade of the 20th century, a process that is assumed to be closely linked to the proliferation of gated communities in the periphery and which author considered «late» in relation to what happened in other large cities of the continent. From the processing of microdata bases of Argentine historical censuses, we found that the suburbanization of the elites in the AMBA in the nineties, although it existed, was not as late or novel as has been believed up to now. Recent internal migration data suggest that there was a first early suburbanization during the last civil-military dictatorship at the end of the 1970s. This first migration from the center to the periphery had distinctive characteristics compared to the later suburbanization of the nineties.
Keywords
suburban areas; private neighborhoods; internal migration.
Resumo
O artigo propõe revisitar a tese de Horacio Torres sobre a suburbanização das elites na Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) durante a última década do século XX, processo que se supõe estar intimamente ligado à proliferação de condomínios fechados na periferia, e que o referido autor considerou «atrasado» em relação ao ocorrido em outras grandes cidades do continente. A partir do processamento de microdados de censos históricos argentinos, constatamos que a suburbanização das elites na AMBA nos anos noventa, embora existisse, não foi tão tardia ou nova como se acreditou até agora. Dados recentes de migração interna sugerem que houve uma primeira suburbanização precoce durante a última ditadura civil-militar no final da década de 1970. Essa primeira migração do centro para a periferia teve características distintas em relação à suburbanização posterior dos anos noventa.
Palavras-chave
áreas suburbanas; bairros privados; migração interna.
DOI: https://doi.org/10.30972/crn.37377523
Introducción
Durante la última década del siglo XX, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) experimentó grandes transformaciones que alteraron visiblemente su paisaje y su estructura socioterritorial, especialmente en su periferia o suburbios. Entre los fenómenos más destacados cabe señalar la proliferación exponencial de las llamadas urbanizaciones cerradas (UC), la extensión de la red de autopistas suburbanas, y el desarrollo de diversos tipos de emprendimientos y servicios complementarios destinados a satisfacer el consumo de las clases más acomodadas. Todo esto, en un contexto de globalización y profundización de las desigualdades socioeconómicas en la Argentina. Aquello que históricamente constituía un paisaje mayormente homogéneo en pobreza a gran escala, se reconfiguraba en una periferia fragmentada con enclaves de fuertes contrastes sociales y urbanísticos. Muros y cercos perimetrales custodiados por servicios de seguridad privada emergieron como dispositivos emblemáticos que habilitan esta suerte de coexistencia, en condiciones de alta proximidad en el espacio físico, de grupos distantes en el espacio social.
En el campo de la academia, una de las primeras figuras en reaccionar a las transformaciones en curso en los noventa fue Horacio Torres, quien ya desde la década del 70 venía estudiando los procesos de estructuración interna del AMBA. Torres acuñó el término suburbanización de las élites para referir no sólo a la expansión física de la ciudad a partir de las UC, sino al fenómeno sociodemográfico subyacente que se plasmaba en la preferencia “novedosa” de los sectores más acomodados del “centro” por habitar en la “periferia” (Torres, 1993a, 1993b). Estas élites –concepto que especificaremos más adelante– que hasta entonces habían optado mayormente por la vida “urbana” dentro de la Capital Federal y otros subcentros tradicionales de clase alta pero dentro del denominado cono de alta renta (Borsdorf, 2003) decidían ahora trasladar su residencia a las nuevas UC en la periferia. Así, tanto Torres como buena parte de la literatura de la época contribuyeron a instalar cierto imaginario de una ciudad central que se vaciaba de élites, mientras que su periferia se poblaba de nuevos ricos provenientes de aquella. Este panorama no podía resultar menos que un problema para el gobierno local de la recientemente consagrada Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) pues si las élites se marchaban, el impacto en los ingresos fiscales sería grande.
Los trabajos de Torres precedieron un período de enorme productividad, especialmente en la década del 2000, cuando buena parte de la investigación urbana en el país se volcó al estudio de las transformaciones socioterritoriales en el AMBA, con especial foco –mayormente crítico– en el fenómeno de las urbanizaciones cerradas y otras manifestaciones de la emergente fragmentación y segregación urbana en el contexto de la globalización (Arizaga, 2003; Ciccolella, Mignaqui, & Szajnberg, 2006; Clichevsky, 2001; Fernández, Herrero, & Martín, 2010; Groisman & Suárez, 2005; Herzer, 2008; Prévôt Schapira, 2002; Roitman, 2003; Svampa, 2001; Thuillier, 2005; Vidal-Koppmann, 2001).
El presente trabajo tiene por objetivo revisitar la tesis de Torres a partir de información censal sobre migraciones internas, la cual no fue utilizada en sus trabajos. Entendemos que el fenómeno de las UC en los 90 no admite mayores discusiones, no solo por su visible impacto en el paisaje de la metrópoli, sino porque los datos sobre su cantidad, población y superficie (aunque escasos y poco precisos) no dejan de ser contundentes. Sin embargo, el origen geográfico de las élites o “clases altas” que protagonizaron la gran suburbanización de los noventa, así como el peso y el pretendido carácter “novedoso” de aquellas migraciones del centro a la periferia, son hipótesis que no han sido contrastadas, al día de hoy, con base en toda la información estadística existente.
Urbanización, suburbanización y suburbanización de las élites
De acuerdo con la definición clásica de Tisdale (1942) la urbanización puede definirse como un proceso de concentración espacial de población que procede de dos maneras: por la multiplicación de los puntos de concentración, y por aumento del tamaño de los puntos de concentración preexistentes. Esta definición teórica es correcta, pero como señala Vapñarsky (1984) el concepto de “punto” es excesivamente abstracto: la población puede concentrarse en torno de un punto, pero es un área (superficie) la que efectivamente ocupa y transforma, construyendo calles, edificios e infraestructuras sobre los cuales se organizan las funciones productivas, residenciales, comerciales, de transporte y de reproducción de la fuerza de trabajo en general. Estas áreas de concentración llevan el nombre de localidades o aglomeraciones físicas, y se definen como una concentración espacial de edificios conectados entre sí por una red de calles (Indec, 2001).
El término suburbanización tiene al menos dos usos o acepciones en la literatura. Una es estrictamente física, que refiere a la expansión de una ciudad hacia su periferia, avanzando sobre el campo mediante la conversión de suelo rural en suelo urbano (Harris, 2015:662). Una segunda acepción es más bien demográfica, y refiere a movimientos de población del centro a los suburbios (Angel, Parent, & Civco, 2010; Ferras Sexto, 1998; Frediani, Rodríguez Tarducci, & Cortizo, 2018). Ambas acepciones están relacionadas, pues la expansión física suele estar acompañada por movimientos de personas que se dirigen a poblar la nueva periferia, del mismo modo que los movimientos del centro a la periferia suelen traducirse en crecimiento de la mancha urbana.
Cuando Torres habla de suburbanización de las élites, lo que hace es conjugar ambas acepciones. Postula que las UC fueron el motor de la expansión física de la Aglomeración Gran Buenos Aires (AGBA), y que quienes mayormente poblaron estos emprendimientos suburbanos fueron las élites del centro. Considera, además, que esta suburbanización de las élites fue “tardía” en relación con la forma en que históricamente se estructuraron las grandes metrópolis del continente americano, y que la Ecología Humana resume bajo el modelo de anillos concéntricos (Burgess, 1925). Esta especie de “anomalía” que caracterizaba a Buenos Aires habría tenido que ver con que (especialmente en las décadas del 40 y 50) ciertas políticas urbanas implícitas como el subsidio al transporte suburbano, los loteos económicos y la facilidad de acceso al crédito para la vivienda, alentaron el poblamiento de la periferia por parte de los sectores populares antes que de las élites (Abba, Kullock, Novick, Pierro, & Schweitzer, 2011; Torres, 1975, 1978, 1993a, 2001).
La noción de UC engloba una serie tipologías residenciales: barrios cerrados, clubes (de campo, náuticos y de chacras) y grandes emprendimientos denominados ciudades o pueblos privados. Más allá de sus diferencias morfológicas, funcionales y de normativa urbanística, tienen en común que se trata de polígonos cercados perimetralmente, de acceso restringido y bajo control de seguridad privada y estrictos dispositivos de vigilancia (Szajnberg, 2001; Arizaga, 2003). La densidad puede ser variable, pero tiende a ser baja, combinando viviendas con espacios verdes y comunes destinados a actividades recreativas, sociales y deportivas, así como infraestructuras y equipamientos que pueden ir de los más elementales (recolección privada de residuos) a otros más sofisticados como gastronomía, escuelas, y servicios de salud.
La tesis de la suburbanización tardía de las élites tiene como principal sustento empírico la proliferación de UC en la periferia de la AGBA, para lo cual Torres se basó en dos fuentes. Por un lado, un relevamiento y sistematización de avisos clasificados publicados en los diarios Clarín y La Nación de aquella época y, por otro lado, un documento interno (inédito) del Instituto de Capacitación de la Cámara Inmobiliaria Argentina. Torres (2001) pudo reconstruir que las UC habían pasado de sólo 91 a comienzos de los noventa, a nada menos que 461 diez años después, y que sus habitantes permanentes habían pasado de 1.450 en 1994 a casi 35 mil a comienzos del nuevo milenio.
La Tabla 1 resume el crecimiento de las UC en el AMBA según las estimaciones de Torres, y de otros autores como Thuillier (2000, 2005), Fernández et al. (2010) y una estimación propia a partir de una base recientemente compartida por el Indec.1 Más allá de qué tan certero pueda ser cada dato, es evidente que las UC –y las élites– tuvieron un peso importante en la suburbanización del AMBA en la década del 90.
Tabla 1: Estimaciones de cantidad, población, hogares y superficie de las urbanizaciones cerradas en el AMBA, 1990-2010
Año |
Cantidad |
Población |
Hogares |
Superficie |
1990 |
91 (1) |
|
|
3.400 (3) |
1994 |
|
|
1.450 (1) |
|
1996 |
148 (2) |
|
4.000 (1) |
|
1997 |
310 (2) |
|
|
14.000 (2) |
1998 |
349 (2) |
|
|
16.000 (2) |
2000 |
400 (3) |
50.000 (3) |
35.000 (1) |
30.500 (3) |
2001 |
461 (1) |
|
|
|
2007 |
540 (4) |
|
50.000 (4) |
50.000 (4) |
2010 |
|
114.879 (5) |
41.011 (5) |
|
Fuente: Elaboración propia con base en: (1) Torres (2001) – (2) Thuillier (2000) – (3) Thuillier (2005) – (4) Fernández et al. (2010) – (5) Estimación propia con base en datos inéditos del Indec.
Metodología
Para el estudio de la suburbanización de las élites utilizaremos información estadística sobre migraciones internas recientes en la República Argentina, procurando identificar fases de ascenso y descenso en la intensidad de los flujos migratorios entre el centro y la periferia del AMBA. El período abarca desde 1970 a 2010, fechas entre las cuales se realizaron los últimos cinco censos de población para los cuales existe información en forma de microdatos 2. De 1980 a 2010 hemos trabajado con las bases de microdatos completas en formato Redatam; para el censo de 1970 utilizamos los microdatos de una muestra del 2% de los cuestionarios3, disponible para consultas a través del International Public Use Micro Sample (IPUMS) de la Universidad de Minnesota. Los cinco censos recolectaron información sobre las variables provincia (y eventualmente departamento/partido) de residencia habitual actual y en el año cinco anterior al censo, y máximo nivel de instrucción completo del jefe/a de hogar.
Grupos socioeconómicos
Respecto del término “élites” empleado por Torres, entendemos que el autor nunca lo pensó –y no lo haremos nosotros aquí– en el sentido de lo que en ciencias sociales se suele entender como tal: un grupo selecto de familias más o menos tradicionales, de gran fortuna y con amplia incidencia o participación directa en los gobiernos.
En este sentido, y más allá del uso –desafortunado o no– de la expresión “élites”, el propio Torres explicaba que el poblamiento de las UC en los noventa tuvo su origen en “una separación neta entre una clase media alta (ejecutivos, profesionales exitosos) y el resto de las clases medias (comerciantes y profesionales medios, empleados públicos, etc.” (Torres, 2001:51), destacando que fueron especialmente aquellas clases medias en ascenso las que formaron la base del submercado de las urbanizaciones cerradas en la periferia, una caracterización plenamente coincidente con la propuesta por Svampa (2001) en su obra “Los que ganaron”. Así, cuando Torres habla de “élites” refiere en realidad a un sector social mucho más numeroso y heterogéneo, que bien puede incluir a la “élite” propiamente dicha, pero que no se agota en esta.
En este trabajo estudiaremos el comportamiento migratorio de lo que genéricamente denominamos “clases altas”. Para la definición operativa de este grupo social procedimos a una clasificación dicotómica de los hogares a partir de la variable máximo nivel de instrucción completado por el jefe/a de hogar, resultando en dos categorías: “clase alta” (jefe/a de hogar con estudios superiores completos) y “sectores populares” (jefe/a de hogar sin estudios superiores completos).
El hecho de apelar a una única variable para la segmentación socioeconómica puede suponer algunas objeciones. Lamentablemente, debe tenerse en cuenta que (a diferencia de otros tipos de relevamientos, como la EPH en Argentina) los censos de población reúnen poca información útil para construir modelos de estratificación social. Es por ello que el nivel educativo de las personas ha sido históricamente y sigue siendo la variable más frecuentemente utilizada en investigación social como proxy de clase o estatus social (Groisman, 2009; Kaztman, 1999; Marcuse, 1985; Ramírez, 2018; Molinatti, 2013; Rodríguez Merkel, 2014) especialmente allí donde los censos no recolectan información sobre nivel de ingresos, y donde otras variables que se podrían utilizar para enriquecer una definición (como algunas vinculadas con el mercado de trabajo, o la presencia de empleo doméstico) no son consistentes o comparables entre censos.
Migración interna reciente
Las migraciones son movimientos en el espacio que resultan en un cambio de lugar de residencia habitual de las personas y que involucra el cruce de un límite político-administrativo oficialmente reconocido (Vignoli, 2004). Hablamos de migración internacional si el límite en cuestión es un país, y migración interna si atraviesa divisiones dentro de un mismo país (en el caso de Argentina, provincias, departamentos, municipios, etc.). El fenómeno migratorio tiene por lo tanto una doble dimensión espacial y temporal que debe ser especificada, pues los migrantes que podamos contabilizar dependerán mucho del nivel de desagregación espacial de las áreas de origen y destino, y de la ventana temporal que se adopte como referencia (Arévalo, 1988; Maguid, 1988). En teoría, la medición “perfecta” de las migraciones implicaría conocer, para cada habitante, donde nació, a qué lugares se mudó a lo largo de su vida y en qué año ocurrió cada evento (luego, el investigador procesaría la información según los criterios que considere pertinentes). Evidentemente, los censos nacionales en ningún país relevan semejante masa de información, sino que incluyen unas pocas preguntas que permiten aproximarnos al total de eventos migratorios que realmente tienen lugar. Ante la ausencia de registros administrativos continuos y de las limitaciones de las encuestas para captar el detalle, complejidad y cobertura de los flujos de población, los censos constituyen la fuente de datos más valiosa y confiable.
En Argentina, las preguntas que permiten captar migraciones son básicamente tres: lugar de nacimiento (provincia o país), lugar de residencia habitual, y lugar de residencia cinco años antes de la fecha del censo (país, provincia y departamento). A partir de la ronda de censos de 1970 la mayoría de los países de la región acordaron referir la pregunta sobre residencia anterior a una fecha precisa: cinco años exactos antes de realizarse el censo.
Son muy pocos los estudios que han optado analizar migraciones recientes (Busso, 2007; DPE, S/F; IPEC, 2012; Ramírez, 2018) de los cuales sólo el de Ramírez aborda, parcialmente, la temática de las migraciones intrametropolitanas en la AGBA. La mayor parte de los estudios sobre migraciones internas en Argentina se ha inclinado por el uso de la variable lugar de nacimiento, infiriendo corrientes migratorias a partir de cambios en el número de personas que viven en una provincia distinta a la de su nacimiento (Bertoncello, 2001; Elizalde, 1975; Germani, 1973; Korzeniewícz, 1993; Lattes, 1973, 2007; Lattes & Recchini de Lattes, 1992; Recchini de Lattes, 1974).
Suburbanización de las clases altas
Para medir la suburbanización de las clases altas utilizaremos la denominada tasa de migración neta (TMN) de jefes y jefas de hogar con estudios superiores completos. Para las distintas subdivisiones geográficas de un país, la TMN se calcula como la diferencia entre las tasas (T) de inmigración (I) y emigración (E). Este saldo es normalizado según la cantidad de años transcurridos entre el censo (t0) y el año de referencia anterior (t-5) y la población media (PM) de la subdivisión geográfica a lo largo del período.
La TMN puede tener un signo positivo o negativo y se interpreta como el cambio relativo en la cantidad de población (en este caso hogares de clase alta) resultante del balance entre inmigrantes y emigrantes (Calvelo, 2010; Faura Martínez & Gómez García, 2002; Vignoli, 2004). Desde el punto de vista de la periferia del AMBA, indica si esta ganó o perdió clases altas respecto del centro, y cuál fue la intensidad de los flujos migratorios en cada uno de los tramos que componen el período.
Definición de centro y periferia del AMBA
La Aglomeración Gran Buenos Aires (AGBA) es una entidad geográfica que puede pensarse como la ciudad real, la continuidad edificada o simplemente la mancha urbana, con total abstracción de fronteras políticas, jurídicas o administrativas. Incluye a la llamada Capital Federal (o CABA) y se extiende sobre 32 partidos de la Provincia de Buenos Aires (PBA). La AGBA es delimitada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) previamente a cada censo, de acuerdo con criterios estrictamente físicos (Indec, 1998; Vapñarsky, 1984). En 2010, la AGBA en conjunto contaba con más de 13.5 millones de habitantes que representaban casi el 34 % del total del país.
Al mosaico compuesto por la CABA y 31 de los 32 partidos sobre los que se extiende la AGBA nos referiremos como Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).4 El término AMBA no tiene un uso estadístico oficial, y no debe confundirse con lo que el Indec(2003b) sí define como Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA); la RMBA está integrada por la CABA y sólo 24 de los partidos que atraviesa la AGBA, a los que el Indec también denomina “conurbano”. Nuestra decisión de no utilizar la RMBA del Indec obedece a que no incluye varios partidos de la periferia, entre ellos Pilar, Escobar y otros donde mayormente se implantaron las urbanizaciones cerradas a partir de los noventa. Así, en nuestra definición de AMBA (Figura 1) los 31 partidos que la integran son en realidad un “conurbano extendido”.
Figura 1: Aglomeración Gran Buenos Aires y partidos del AMBA
Fuente: Elaboración propia
Dentro del AMBA corresponde definir cuál es su centro y cuál su periferia. Como quiera que se pudieran atender diferentes criterios teóricos, en la práctica cualquier definición operativa se verá limitada por la forma en que se encuentran agrupados, en cada censo, los datos referidos a lugar de residencia.
En todos los censos, la CABA constituye una unidad geoestadística única, es decir, sin subdivisiones para las variables de lugar de residencia. Ello determina la imposibilidad de delimitar un centro que excluya porciones de la Capital Federal, por lo que nuestra definición operativa de centro debe incluir sí o sí a ese conjunto.
Por otro lado, tampoco es posible definir un centro que incluya otros sectores del conurbano. Esto es así porque dentro de la PBA la información sobre lugar de residencia sólo se encuentra desagregada por partidos en los censos de 1970, 1991 y 2010. Para el censo de 1980, los 24 partidos del conurbano “clásico” fueron agrupados en una única entidad, a la que no es posible añadir ni restar otros partidos. En el censo de 2001 la situación es aún más incómoda, pues el Indec sólo codificó el lugar de residencia a nivel de provincias.
Estas limitaciones de los datos imponen buscar una solución que mejor se ajuste a los siguientes dos criterios. Primero, la máxima información: no excluir ningún censo, y mucho menos aquel que –como el de 2001– es clave para el estudio de la suburbanización. Segundo, la máxima comparabilidad: centro y periferia deben ser constantes para todos los censos, y la periferia debe incluir –aún si es por exceso– todos los partidos que conforman el conurbano “extendido”.
La decisión adoptada finalmente ha sido considerar el conjunto de la PBA como proxy de periferia. Esta decisión conducirá necesariamente a sobreestimar las migraciones hacia y desde la periferia. No obstante, es improbable que esto altere sustancialmente los resultados. Primero, porque casi el 80% de la población de la PBA vive en los partidos del AMBA; segundo, porque la inmensa mayoría de las migraciones entre CABA y la PBA tienen como origen y/o destino en los partidos del conurbano.
Imputaciones
Un problema adicional con el que hemos tenido que lidiar refiere a qué tratamiento ha dado el Indec, en cada censo, a los casos perdidos o “ignorados” en las variables lugar de residencia. De los cinco censos, en tres de ellos (1970, 1991 y 2001) el Indec tomó la sabia decisión de no tomar ninguna decisión, simplemente codificando las no respuestas bajo la categoría “ignorado” y dejando cualquier decisión a criterio de los usuarios. En cambio, en los censos de 1980 y 2010 el mismo organismo tomó la peor decisión posible, realizando una imputación a fin de no dejar ningún registro ignorado.
En el censo de 1980 se sabe que la imputación consistió en que a los casos ignorados en la variable lugar de residencia habitual se les imputó el lugar de empadronamiento, mientras que a los ignorados en lugar residencia en 1975 se les imputó la residencia habitual en 1980 (Maguid, 1988). Esto afecta sustancialmente la comparabilidad con los restantes censos, toda vez que, si bien la base de 1980 no sobreestima la cantidad absoluta de migrantes, sí sobreestima la cantidad absoluta de no migrantes, lo que habilitaría una distorsión importante al calcular la TMN. Respecto de 2010, en cambio, se desconoce la metodología utilizada por el Indec para las imputaciones. 5
De esta manera, la decisión aquí adoptada fue replicar, para los censos de 1970, 1991 y 2001, la misma imputación realizada por el Indec en 1980. Respecto del censo de 2010, no hemos tenido otro remedio que utilizar los datos tal como están, con su imputación de origen.
Resultados
La Figura 2 muestra cómo evolucionó la TMN de la periferia del AMBA a lo largo del período 1970-2010. Si la tesis de la suburbanización tardía de las clases altas es correcta, esperaríamos que la TMN de este grupo en 1996-2001 sea significativamente mayor que los tramos anteriores, indistintamente de cómo puntúen estos entre sí.
En efecto, se observa que la suburbanización de las clases altas cobró fuerza en los 90 respecto de la década anterior. La periferia del AMBA pasó de registrar una TMN negativa de -1,6 en el tramo 1986-1991 (es decir, de ceder clases altas a la CABA) a una TMN de +1,5 en el tramo 1996-2001.Estos datos parecen consistentes con la tesis de la suburbanización de las clases altas en los noventa. Más aún, permiten ver que la tendencia a la suburbanización de las clases altas se mantuvo en los 2000 o, al menos, en el quinquenio 2005-2010.
Figura 2:TMN de las clases altas. Provincia de Buenos Aires, 1970-2010
Fuente: Elaboración propia con base en censos de población del Indec.
Sin embargo, ya habrá notado el lector, al observar el gráfico, que la suburbanización de las clases altas no tuvo su punto más alto en los 90, sino mucho antes, en el tramo 1975-1980. En aquellos años, la CABA contribuyó a que la periferia incremente sus clases altas registrando una TMN de 5,6, cifra que casi cuadruplica la de 1996-2001.
Este hecho resulta curioso, no sólo porque colisiona con la tesis de Torres sobre la suburbanización “tardía” de estos sectores, sino porque tampoco se inscribe en una tendencia más o menos inteligible: tanto el tramo anterior (los sesenta) como el posterior (los ochenta) registran los niveles de suburbanización de las clases altas más bajos del período. Frente a estos resultados podrían plantearse algunas objeciones.
Una primera objeción podría referir a si la TMN resulta suficiente para evaluar la intensidad de los flujos migratorios. Después de todo, un saldo migratorio (la base sobre la cual se calcula la TMN) puede ser muy grande, sin que necesariamente se hayan visto implicados movimientos masivos del centro a la periferia. Para arrojar algo de luz sobre esta cuestión, observemos el porcentaje de clases altas de la CABA que migraron a la periferia en cada tramo (calculado sobre la cantidad de clases altas en el año cinco anterior al censo)
La tendencia que obtenemos (Figura 3) es muy similar a la que arroja la TMN, mostrando que el mayor porcentaje de clases altas que abandonaron la CABA con destino a la periferia también se encuentra en el tramo 1975-1980 (6,8%). Le sigue un descenso pronunciado en 1986-1991 (3,4%), una posterior recuperación en 1996-2001 (5,5%) y –esta vez– un ligero incremento hacia el final de la serie (6,0% entre 2005-2010)
Figura 3: Porcentaje de clases altas de CABA y el interior del país que migraron a la periferia del AMBA
Fuente: Elaboración propia con base en censos de población del Indec.
En segundo lugar, pueden surgir legítimas dudas acerca de si los datos que hemos utilizado y los procesamientos realizados a partir de ellos son correctos. Realizamos entonces un breve análisis de hasta qué punto nuestros resultados obtenidos a partir de los microdatos, son consistentes con los resultados oportunamente publicados por el Indec. Sólo podemos someter a análisis cada una de las variables por separado: cantidad de jefes de hogar, cantidad de personas con estudios superiores completos, y personas que migraron entre CABA y PBA, ya que así es como ha publicado la información el Indec en sus tabulados básicos (Indec, 1971, 1983, 1996, 2003a, 2012). Esperaríamos que, en caso de ser correctas las bases utilizadas y correctos nuestros procesamientos, obtendríamos los mismos –o muy similares– resultados que los publicados. Respecto de las diferencias menores que pudieran surgir, cabe señalar dos cosas. Primero, que las bases de microdatos con las que trabajamos han sido producidas con posterioridad a la publicación de los resultados definitivos, por lo que bien pueden contener algunos ajustes. Segundo, que para 1980, 1991 y 2010 nuestras cifras de jefes y jefas de hogar y nivel de instrucción provienen de la base de microdatos del cuestionario ampliado (aplicado por muestra) mientras que las publicadas por Indec surgen del cuestionario básico (universal).
Respecto de las migraciones totales entre CABA y PBA (Tabla 2) encontramos que, en todos los censos, las diferencias no existen o son insignificantes. Para las variables jefe de hogar y nivel de instrucción (Tabla 3) las cifras obtenidas muestran un panorama muy similar al anterior, con una coincidencia casi perfecta entre nuestros procesamientos y los realizados por el Indec. Sólo en el caso de la cantidad de jefes de hogar aparece una diferencia mínimamente significativa en el censo de 2010.
Tabla 2: Migraciones entre CABA y PBA, 1970-2010
Migraciones totales entre CABA y PBA |
1970 |
1980 |
1991 |
2001 |
2010 |
|
Cifras propias | CABA a PBA |
252.450 |
332.783 |
142.989 |
184.070 |
228.395 |
PBA a CABA |
142.150 |
135.824 |
119.094 |
132.701 |
145.677 |
|
SALDO |
110.300 |
196.959 |
23.895 |
51.369 |
82.718 |
|
Cifras Indec | CABA a PBA |
252.450 |
332.784 |
143.021 |
184.070 |
228.221 |
PBA a CABA |
142.150 |
135.824 |
119.139 |
132.701 |
145.619 |
|
SALDO |
110.300 |
196.960 |
23.882 |
51.369 |
82.602 |
|
Diferencia porcentual | CABA a PBA |
0,00% |
0,00% |
-0,02% |
0,00% |
0,08% |
PBA a CABA |
0,00% |
0,00% |
-0,04% |
0,00% |
0,04% |
|
SALDO |
0,00% |
0,00% |
0,05% |
0,00% |
0,14% |
Fuente: Elaboración propia con base en censos de población del Indec.
Tabla 3: Totales de población según variables sociodemográficas seleccionadas. Total país, 1970-2010
Censos |
1970 |
1980 |
1991 |
2001 |
2010 |
Jefes/as de hogar | |||||
Cifras propias |
6.055.050 |
7.104.430 |
8.927.525 |
10.075.814 |
12.176.308 |
Cifras Indec |
6.054.100 |
7.103.853 |
8.927.289 |
10.075.814 |
12.171.675 |
Diferencia absoluta y porcentual |
950 |
577 |
236 |
0 |
4.633 |
0,02% |
0,01% |
0,00% |
0,00% |
0,04% |
|
Población con estudios superiores completos | |||||
Cifras propias |
303.450 |
651.670 |
1.415.335 |
2.272.061 |
3.443.227 |
Cifras Indec |
303.650 |
651.280 |
1.414.846 |
2.272.061 |
3.413.519 |
Diferencia absoluta y porcentual |
-200 |
390 |
489 |
0 |
29.710 |
-0,07% |
0,06% |
0,03% |
0,00% |
0,86% |
Fuente: Elaboración propia con base en censos de población del Indec.
La suburbanización de las clases altas en los 70 y 90
¿Qué características distintivas podría haber tenido la suburbanización de las clases altas en los 70 respecto de los 90? ¿Cuáles fueron los partidos de destino “preferidos” de las clases altas en uno y otro tramo?
Antes de avanzar corresponde hacer dos aclaraciones metodológicas. Por un lado, dado que el censo de 1980 no presenta información de lugar de residencia habitual a nivel de partidos, hemos sustituido lugar de residencia habitual actual por lugar de empadronamiento. Segundo, a fin de facilitar el análisis, los límites de los actuales 31 partidos del conurbano de 2001 fueron restituidos a los 25 originales de 1980.
Las Tablas 4 y 5 y la Figura 4 muestran hacia dónde se dirigieron, en ambos períodos, las migraciones desde la CABA al conurbano. Vicente López, San Isidro y Morón tuvieron un peso importante en los 70 y lo siguieron teniendo en los 90, pero en un porcentaje significativamente menor. Vicente López se mantuvo como destino favorito, pero pasó de concentrar el 25% al 18% (-7,7 pp); San Isidro apenas bajó del puesto 2 al 3, pero su participación se redujo en 3,9 pp; algo similar sucedió con Morón, bajando tres posiciones y 7,2 pp. Como contracara, Pilar escaló del puesto 15 al 2 (11,3 pp), Tigre del 15 al 5 (4,5 pp) y Escobar del 21 al 8 (4,2 pp).
La distribución espacial de los principales destinos muestra diferencias interesantes. En primer lugar, entre 1975-1980 los 5 partidos que más elites atrajeron concentraban el 65,3% del total de emigrantes. Entre 1996-2001 en cambio, la participación de los 5 primeros se redujo en casi 11 pp (54,6%). Ello sugiere el tránsito de una suburbanización geográficamente más concentrada en los setenta, a una más dispersa en los noventa, lo que se ve confirmado por el desvío estándar de los porcentajes en ambas distribuciones (5,8 en el primer tramo, y 4,3 en el segundo). En segundo lugar, vemos que aumenta considerablemente la distancia media de los cinco principales partidos de destino respecto del centro de la CABA6: de 19,5 a 25,5 km (Tabla 5). Por otro lado, mientras sólo tres de los diez principales eran de la zona norte en 1975-1980 (Vicente López, San Isidro y Gral. Sarmiento), en los noventa son ahora seis (se agregan Pilar, Tigre y Escobar) (Tabla 5).
Tabla 4:Porcentaje de clases altas que emigraron de CABA al conurbano por partido sobre total de emigrantes, 1975-1980 y 1996-2001
Puesto |
1975-1980 |
1996-2001 |
Variación |
||||||
Partido |
% |
acum. |
Partido |
% |
acum. |
Partido |
pp |
||
1 |
Vicente López |
25,3 |
25,3 |
Vicente López |
17,6 |
17,6 |
Pilar |
11,5 |
|
2 |
San Isidro |
15,4 |
40,7 |
Pilar |
12,9 |
30,5 |
Tigre |
4,5 |
|
3 |
Morón |
12,9 |
53,7 |
San Isidro |
11,5 |
42,0 |
Escobar |
4,2 |
|
4 |
La Matanza |
6,9 |
60,5 |
La Matanza |
6,5 |
48,4 |
E. Echeverría |
2,4 |
|
5 |
Gral. Sarmiento |
4,8 |
65,3 |
Tigre |
6,2 |
54,6 |
Berazategui |
0,9 |
|
6 |
Tres de Febrero |
4,5 |
69,8 |
Morón |
5,7 |
60,3 |
Gral. Sarmiento |
0,5 |
|
7 |
Lomas de Zamora |
3,9 |
73,7 |
Gral. Sarmiento |
5,3 |
65,6 |
San Fernando |
0,5 |
|
8 |
Avellaneda |
3,5 |
77,1 |
Escobar |
4,7 |
70,3 |
Moreno |
0,5 |
|
9 |
Gral. San Martín |
3,3 |
80,4 |
E. Echeverría |
4,1 |
74,4 |
Cañuelas |
0,3 |
|
10 |
Lanús |
3,0 |
83,3 |
Tres de Febrero |
3,1 |
77,5 |
Florencio Varela |
0,3 |
|
11 |
Quilmes |
2,6 |
85,9 |
Gral. San Martín |
2,9 |
80,5 |
Marcos Paz |
0,3 |
|
12 |
Almirante Brown |
2,5 |
88,4 |
Avellaneda |
2,8 |
83,2 |
Gral. Rodríguez |
0,2 |
|
13 |
Merlo |
1,7 |
90,2 |
Lomas de Zamora |
2,6 |
85,8 |
San Vicente |
0,0 |
|
14 |
E. Echeverría |
1,7 |
91,9 |
Moreno |
2,1 |
87,9 |
Gral. San Martín |
-0,4 |
|
15 |
Tigre |
1,7 |
93,6 |
Lanús |
2,0 |
90,0 |
La Matanza |
-0,4 |
|
16 |
Moreno |
1,6 |
95,2 |
Almirante Brown |
2,0 |
92,0 |
Almirante Brown |
-0,5 |
|
17 |
San Fernando |
1,4 |
96,6 |
San Fernando |
1,9 |
93,8 |
Avellaneda |
-0,7 |
|
18 |
Pilar |
1,3 |
97,9 |
Quilmes |
1,8 |
95,6 |
Quilmes |
-0,8 |
|
19 |
Berazategui |
0,7 |
98,7 |
Berazategui |
1,6 |
97,2 |
Merlo |
-0,8 |
|
20 |
Escobar |
0,5 |
99,2 |
Merlo |
0,9 |
98,2 |
Lanús |
-0,9 |
|
21 |
Gral. Rodríguez |
0,4 |
99,5 |
Gral. Rodríguez |
0,5 |
98,7 |
Lomas de Zamora |
-1,3 |
|
22 |
San Vicente |
0,4 |
99,9 |
Cañuelas |
0,4 |
99,1 |
Tres de Febrero |
-1,4 |
|
23 |
Cañuelas |
0,1 |
100 |
San Vicente |
0,4 |
99,5 |
San Isidro |
-3,9 |
|
24 |
Florencio Varela |
0,0 |
100,0 |
Florencio Varela |
0,3 |
99,7 |
Morón |
-7,2 |
|
25 |
Marcos Paz |
0,0 |
100,0 |
Marcos Paz |
0,3 |
100,0 |
Vicente López |
-7,7 |
|
Desvío Estándar |
5,8 |
|
4,3 |
|
|
Fuente: Elaboración propia con base en censos de población del Indec.
Tabla 5: Ubicación de los principales partidos de destino de las clases altas en los 70 y 90
Partidos de destino |
1975-1980 |
1996-2001 |
||||||
Km. al centro |
norte |
oeste |
sur |
Km. al centro |
norte |
oeste |
sur |
|
5 primeros |
19.5 |
3 |
2 |
– |
25.5 |
4 |
1 |
– |
10 primeros |
16.2 |
3 |
4 |
3 |
25.8 |
6 |
3 |
1 |
Fuente: Elaboración propia en base a censos de población del Indec.
En síntesis, podemos decir que la suburbanización de los setenta no fue tan periférica ni tan dispersa, sino más bien concentrada en partidos tradicionalmente reconocidos como de nivel socioeconómico alto/ medio alto dentro del primer y segundo cordón del conurbano. En los noventa los partidos tradicionales continuaron atrayendo clases altas, pero una parte importante de la emigración se redireccionó hacia partidos de la periferia más lejana (especialmente en el corredor norte del tercer cordón) precisamente donde más se desarrollaron las UC.
Figura 4:Migración de las clases altas de CABA al conurbano (% sobre total de emigrantes)
Fuente: Elaboración propia con base en censos de población del Indec.
Resta reflexionar sobre qué factores podrían explicar la suburbanización temprana de las clases altas en los setenta, y por qué se cortó súbitamente en los ochenta. La sospecha recae en la batería de políticas urbanas implementadas durante la dictadura cívico-militar (entre 1976 y 1983) a las que generalmente se les atribuye un impacto en la expulsión de los sectores populares de la CABA (Davenport, 2020; Ozslak, 2019) ¿Es posible que algunas de aquellas políticas hayan alentado, también, la suburbanización de una parte importante de los sectores medios y altos?
A fines de los 70 el gobierno de facto inició la expropiación y demolición de miles de viviendas para liberar las trazas de las autopistas 25 de Mayo, Perito Moreno y AU3, y es seguro que muchas de aquellas viviendas habrán correspondido a hogares que aquí hemos incluido en la categoría ”clase alta”. Sin embargo, y toda vez que el Estado proveyó la correspondiente indemnización, no existen motivos para suponer que estas clases altas hayan optado por reubicarse fuera de la CABA.
Erradicación de Villas de Emergencia. Por una ordenanza municipal de 1977 “en pocas semanas se expulsaron al conurbano 36.763 familias compuestas por casi 200.000 personas” (Izaguirre & Aristizábal, 1988:5). Sin embargo, resulta contraintuitivo imaginar que la erradicación de villas pueda haber desalentado la presencia de las clases altas en el centro.
Ley 8.912 de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo. En 1977, estableció en la PBA la prohibición de escriturar terrenos urbanos sin los correspondientes servicios básicos, y decretó nuevos tamaños mínimos –más grandes– para las parcelas. Puede interpretarse que la nueva ley venía a allanar el camino para el futuro desarrollo de urbanizaciones cerradas, aunque este fenómeno recién cobraría fuerza décadas más tarde. En cualquier caso, tampoco se percibe cuál podría haber sido el efecto inmediato de esta ley sobre la suburbanización de las clases altas en los setenta.
Ley 21.342 de Normalización de Locaciones Urbanas. Desde el primer gobierno peronista de 1943, en virtud de la Ley 20.625 y sucesivas prórrogas transitorias, el precio de los alquileres estaba regulado por el Estado. La sanción de la nueva ley implicó dos cosas. Por un lado, la no prórroga de la ley anterior. Por otro lado, y para evitar que el efecto inmediato de la liberalización recayera sobre los sectores populares, decretó para estos la figura del “alquiler amparado”, en cuyo caso la desregulación sería gradual hasta 1979. Esto significa que, al menos entre 1976 y 1980, es probable que quienes más se hayan visto inmediatamente afectados por la desregulación haya sido una franja de sectores medios de la CABA que no calificaban como beneficiarios del régimen de alquiler amparado. Muchos de estos hogares (que aquí hemos clasificado como clases altas) pueden haber emigrado al conurbano en busca de alternativas de compra o alquiler más accesibles.
Ahora bien, ¿por qué aquella suburbanización temprana de las clases altas duró tan poco? Por un lado, porque es de esperar que el efecto de la liberalización de los alquileres se haya hecho sentir especialmente en el tramo 1975-1980 diluyéndose hacia la segunda mitad de los 80 (una vez pasado el shock inicial y cuando la liberalización ya era un hecho largamente consumado). Por otro lado, también es posible que el Código de Planeamiento Urbano de la CABA sancionado en el año 1977 haya tenido un impacto en retener a las clases altas en el centro. A partir de este nuevo código, la construcción de nuevas viviendas se orientó casi totalmente a satisfacer la demanda de los sectores más pudientes (Clichevsky, 2001; Izaguirre & Aristizábal, 1988).
Hasta qué punto la desregulación de los alquileres en los setenta y la nueva oferta de viviendas en altura destinadas a las clases media y alta son suficientes para explicar el notable contraste en la suburbanización de las élites entre ambos períodos, no lo sabemos con certeza. Parece exagerado atribuir todo el peso a estas dos variables, pero no por ello es imposible. En todo caso, profundizar en ello excede los objetivos de este trabajo; amerita otra investigación, con otro abordaje y fuentes estadísticas y documentales de las que no disponemos.
A modo de conclusión
En este trabajo nos hemos propuesto aportar nuevas evidencias en relación con la tesis de H. Torres sobre la suburbanización tardía de las élites en el AMBA. Según esta tesis, la proliferación masiva de urbanizaciones cerradas –junto con la expansión de la red de autopistas suburbanas– hizo posible que finalmente las clases altas comenzaran a comportarse como sus homólogos de los países centrales: abandono del centro hacia nuevas tipologías de hábitat en la periferia. Hemos partido del supuesto de que la base empírica para el estudio de los procesos de suburbanización no se puede limitar a la observación de cambios en el paisaje suburbano, y estimaciones sobre la cantidad, superficie y población de las UC. Optamos, en cambio, por incorporar información estadística sobre migraciones internas recientes. Aunque los censos argentinos relevan esta información desde 1960, ha sido entre poco y ninguno el uso que se le ha dado en los estudios demográficos y urbanos de nuestro país.
En este camino, creemos haber encontrado evidencias estadísticas que apuntan a que la suburbanización de las clases altas no fue ni tan novedosa ni tan tardía como se ha creído hasta ahora. A pesar de que efectivamente se observa un salto importante en los noventa respecto de los ochenta (sin modificaciones sustanciales en los 2000) su mayor intensidad no se registra en esta década, sino dos décadas antes –en la segunda mitad de los setenta– cuando no existían más que un puñado de UC tradicionales y que funcionaban mayormente como segunda residencia –de fin de semana– antes que como vivienda permanente. Parece haberse tratado, sin embargo, de una suburbanización menos periférica que la de los noventa, y más concentrada en unos pocos partidos del conurbano que, como Vicente López, San Isidro y Morón, ya se encontraban plenamente consolidados en términos urbanos. Es decir, una suburbanización que puede no haberse traducido en una expansión significativa de la mancha urbana o en cambios notables en la estructura socioterritorial de la periferia, sino en la densificación del tejido urbano y consolidación de la estructura socioterritorial preexistente. En la década de 1990, en cambio, si bien se mantuvieron como principales partidos de destino los mismos que en los años setenta, la suburbanización de las clases altas se volvió más dispersa y ciertamente periférica, incorporando partidos más alejados, principalmente al norte, donde mayormente proliferaron las nuevas UC (Pilar, Tigre y Escobar).
Ahora bien, es probable que ambos procesos de suburbanización hayan tenido una similitud en cuanto a que involucrarían un uso predominante de la vivienda como residencia permanente, antes que temporal o de fin de semana. Pero ello es sólo una hipótesis sobre la que no hemos profundizado en este trabajo, pues no resulta sencillo cuantificar uno y otro tipo a partir de información estrictamente censal.
Respecto de las causas subyacentes que podrían explicar la temprana suburbanización de las clases altas porteñas en los setenta –y la posterior interrupción de este proceso en los ochenta– hemos examinado las principales políticas urbanas implícitas y explícitas que, en aquellos años, implementó la dictadura cívico militar. En este sentido, hemos adelantado como hipótesis que la Ley 21.342 de “Normalización de Locaciones Urbanas” promulgada en 1976 puede haber operado como factor de expulsión para algunas capas medias y altas inquilinas de la ciudad. Para estas capas (probablemente no las más pudientes) dicha ley implicó la eliminación inmediata del control del Estado sobre el precio de los alquileres, lo que puede haber propiciado la búsqueda de alternativas residenciales más accesibles en el conurbano. Parece lógico suponer que los efectos de la ley se hayan hecho sentir de forma inmediata en los primeros años posteriores a su sanción (segunda mitad de la década del 70) lo que explicaría por qué el proceso de suburbanización se vio interrumpido en la década del 80, es decir, una vez superado el shock inicial.
El hallazgo sobre la aparente suburbanización temprana de las clases altas en el AMBA no pretende restar entidad al trabajo de H. Torres, ni –mucho menos– constituir un veredicto final sobre el asunto. Del mismo modo que hemos sometido a revisión esta parte de la obra de H. Torres, este trabajo también puede ser revisado y actualizado a la luz de nuevas evidencias y abordajes metodológicos.
Al momento de escribir este cierre, el Indec acaba de publicar algunos resultados provisionales del Censo 2022. Los datos muestran que los tres partidos que más crecieron son aquellos que, hasta ahora, no habían tenido un rol destacado en la atracción de migraciones desde la CABA: San Vicente y Cañuelas (al sur) y General Rodríguez (al oeste). Así, es posible que la suburbanización de las clases altas en la actualidad esté dando un nuevo giro, esta vez hacia la periferia externa del oeste y sur de la aglomeración, en detrimento de la periferia norte. A fin de poder profundizar en el análisis es importante que los resultados definitivos del censo 2022 sean publicados –con sus correspondientes microdatos y cartografía– con el menor retraso posible y el mayor acceso a la comunidad usuaria.
Notas
- Se trata de una base (inédita) con información reunida en las llamadas carátulas o resúmenes de jefes de radio, y que efectivamente identifican aquellos radios censales correspondientes a UC. Se agradece al colega Pablo De Grande por compartir esta base.
- También existen muestras de microdatos de los dos primeros censos de 1869 y 1895 (Quartulli, 2014; Somoza & Lattes, 1967). Dichos censos, sin embargo, no relevaron información sobre migraciones recientes.
- Sólo existe esta muestra, ya que el INDEC nunca llegó a procesar la totalidad de los cuestionarios.
- Se excluye el partido de La Plata porque alberga la ciudad homónima, por ser una aglomeración de gran tamaño, con una dinámica urbana y demográfica mayormente propia y funcionalmente separada.
- Consultas dirigidas al organismo tuvieron como respuesta que se utilizó un software canadiense llamado CANCEIS, pero que el Indec no está en condiciones de brindar precisiones sobre qué se hizo y quién lo hizo. Nuevamente, cabe agradecer al colega Pablo De Grande por esta información.
- Para este análisis definimos como “centro” a la Plaza de Mayo.
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