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ISSN: 1666–6186 / E-ISSN: 1853–3655

Cuaderno Urbano Nº37 | Año: 2024 | Vol. 37

ARTÍCULO

LA AFORDANCIA DEL ESPACIO URBANO ES DADA POR DINÁMICAS ENTRE SISTEMAS SOCIALES

AFFORDANCE OF URBAN SPACE IS GIVEN BY DYNAMICS BETWEEN SOCIAL SYSTEMS

A AFFORDANCE DO ESPAÇO URBANO É DADA PELA DIN MICA ENTRE OS SISTEMAS SOCIAIS

Jorge Luis Montero Rodríguez

Arquitecto desde 2010. Maestro en Arquitectura desde 2018. Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales Universidad de Guadalajara (2023). Diplomado en Antropología Urbana y en Investigaciones Transdisciplinarias (2013). Universidad de Guadalajara.
jorge.montero9270@alumnos.udg.mx
ORCID:https://orcid.org/0000-0003-4711-4964

Resumen

Las personas ejecutamos actividades con sentidos que son correspondientes a prácticas con que los sistemas sociales adjudican significados a objetos y cosas que caracterizan al espacio urbano. Tales sistemas, integrados por esos usuarios-actores, son los que mayor determinación tienen sobre la afordancia urbana que estimula los comportamientos humanos. El presente artículo explora esa relación contingente a partir de revisión documental y observación de la plaza Ignacio Díaz en Guadalajara, México. Allí tienen presencia preponderante tres sistemas sociales: clero parroquial, ayuntamiento y asociación de artistas y comerciantes. Cada uno adjudica significados a objetos y cosas del espacio público a medida que opera y prosigue sus prácticas, así delimitan la afordancia variopinta de la plaza para permitir ciertos comportamientos de los usuarios. Esta es la hipótesis conclusiva. Entender esa contexturización de la afordancia sirve en el diseño de espacios urbanos.

Palabras clave

afordancia; espacio público; Guadalajara; significación; sistema social.

Abstract

People engage in activities that align with the practices through which social systems assign meaning to objects and things, thereby characterizing urban spaces. These systems, which are comprised of user-actors, exert the greatest influence on the urban affordance that stimulates human behaviors. The current research explores this contingent relationship through a documentary review and direct observation of Ignacio Díaz Square in the city of Guadalajara, Mexico. Within this context, three social systems hold significant presence: the parish clergy, the municipal council, and the association of artists and merchants. Each of these systems assigns meaning to objects and things within the public space, while also operating and continue its practices that delimited the diverse affordances of the square, thereby allowing certain user behaviors. This is the conclusive hypothesis. Understanding this contexturization of affordance is valuable in the design of urban spaces.

Keywords

affordance; public space; Guadalajara; significance; social system.

Resumo

As pessoas realizam atividades com um sentido que corresponde às práticas pelas quais os sistemas sociais atribuem significado a objetos e coisas que caracterizam o espaço urbano. Esses sistemas, compostos por esses usuários-atores, são os que têm maior influência na affordance urbana que estimula os comportamentos humanos. A pesquisa atual explora essa relação contingente com base em uma revisão documental e observação direta da Praça Ignacio Díaz na cidade de Guadalajara, México. Três sistemas sociais têm uma presença preponderante: o clero paroquial, o conselho municipal e a associação de artistas e comerciantes. Cada um atribui significados a objetos e coisas no espaço público, ao mesmo tempo em que opera e continua suas práticas, delimitando assim as diversas affordances da praça para permitir certos comportamentos dos usuários. Esta é a hipótese conclusiva. Compreender essa contexturização da affordance é útil no design de espaços urbanos.

Palavras chave

affordance; espaço público; Guadalajara; significação; sistema social.


DOI: https://doi.org/10.30972/crn.37377521


Introducción

La Plaza Ignacio Díaz Morales es un espacio público en la ciudad de Guadalajara, México, colindante con el templo expiatorio del Santísimo Sacramento. Allí confluyen varios actores religiosos, políticos y populares, porque ella significa accesibilidad para sacerdotes y feligreses, gobernantes y funcionarios públicos, residentes, visitantes, comerciantes y artistas. Alarmante fue la ausencia de comerciantes y artistas a mediados de 2023. Algunos de ellos eran vendedores con una historia familiar de cuarenta años y otros eran artistas con once años de antigüedad. Los visitantes llegaban en busca de sus ofertas sin encontrarlas. Mientras tanto los feligreses seguían realizando sus actividades religiosas, por ejemplo: el rezo del rosario el 13 de mayo.

Hasta ese momento, esos actores sociales habían coexistido, sus prácticas no interferían mutuamente. De súbito, las autoridades municipales, desde la agencia regulativa del ayuntamiento, restringieron las ocupaciones de los comerciantes y artistas, no de manera individual, sino a todo el conjunto. ¿Qué hacía a la plaza un espacio urbano sujeto a condicionalidades entre sus usuarios o actores sociales? fue la pregunta que impulsó el siguiente estudio exploratorio, la cual procuré responder desde nociones teóricas sobre sistemas sociales que formulé en otra investigación previa no publicada.

Con presencias de sus integrantes en los espacios urbanos, los sistemas sociales prosiguen sus prácticas en los actos de sus agentes sin estar exentos de limitaciones por interferencias ajenas. En la plaza Ignacio Díaz se identifican cuatro sistemas coexistentes: el sistema religioso clero parroquial, el sistema político-administrativo ayuntamiento, el sistema de vecinos y el sistema socio-cultural asociación de artistas y comerciantes Corredor Cultural y Alternativo Expiatorio [Cocual Expiatorio]. Entre ellos y otros subsistemas de menor relevancia hay interacciones e intercambios, hay comunicación con que operan para sí mismos y funcionan en un medio sistémico que les es circunstancial, así logran sustentarse y ser sostenidos unos a otros.

Cuando estas dinámicas de sustentación y sostenimiento suceden, las interferencias entre sistemas son inevitables, pues son efectos de sus interacciones e intercambios. Son dinámicas situadas en tiempo, espacio y sentido, de modo que las características del espacio urbano donde suceden son importantes en esa sucesión. Afordancia urbana es el concepto que mejor lo denota. Los sistemas sociales operan y funcionan situados en determinada afordancia de la plaza que posee aspectos contextuales y oferentes. Ellos se disponen en ese entorno de sentido para que sus integrantes actúen de maneras convenientes en el proseguir de ciertas prácticas. Así cada sistema encuentra los recursos materiales y semióticos para funcionar en relación con otros allí presentes sin evitar las interferencias entre sí.

Los espacios públicos son escenarios urbanos y sociales. Estudiarlos es considerar el papel de los usuarios en sus configuraciones y continuidades en las ciudades. Nuevos abordajes sobre los objetos culturalmente entornados con el hábitat han dado paso a estudios sobre el comportamiento humano en sistemas de sitios urbanos compuestos por elementos fijos, semifijos y móviles (Rapoport, 2003). El estudio de la apropiación del espacio ha trascendido las fronteras de la psicología social para abarcar la convergencia entre usuarios-actores y las cosas físicas con que los colectivos sociales logran el apego al lugar (Zamler, 2022). El entorno urbano posee significaciones que añaden simbolismo a las percepciones, convirtiéndolas en representaciones y proyecciones de comportamientos en el vivir citadino.

Guadalajara cuenta aproximadamente con 4,36 % de superficie territorial dedicada a espacios públicos (plazas, parques, jardines y camellones). El Gobierno Municipal de Guadalajara (2021) asume que, en general, “son lugares que no representan una opción atractiva y segura para la población” (p. 57). Carentes de actividades recreativas y culturales, en algunos casos su efecto es la desintegración comunitaria. Los espacios abandonados son objetos de delincuencia, ergo, la población percibe pérdida de seguridad y de apego al lugar. Áreas verdes y espacios abiertos son “soportes para crear ciudadanía y civilidad” (p. 58), por ello el gobierno municipal emprende estrategias para recuperarlos, ordenando las actividades comerciales y de otra índole con perspectiva incluyente. El reto es reivindicar el sentido de pertenencia en sus usuarios.

Con el presente artículo exploratorio, se pretende buscar otra manera de observar ese escenario urbano e intersistémico, y explorar acerca de la relevancia que pueda tener el espacio urbano en las dinámicas de los sistemas sociales vinculados. Por limitaciones de recursos, tiempo y consolidación de una perspectiva teórica, el investigador no avanza hacia lo explicativo. El logro final es la formulación de una hipótesis sobre la determinación intersistémica en la afordancia urbana que es síntesis de varios argumentos básicos derivados de la observación exploratoria. Con una metodología cualitativa, se trabajó en la recopilación de datos en fuentes textuales y visuales (fotografías y videos), así como también se observaron directamente las dinámicas y los comportamientos de usuarios que asistían al espacio público: comerciantes, artistas, otros agentes que establecen sitios específicos y usuarios visitantes que reciben los servicios.

El primer apartado expone la complementación teórica entre afordancia urbana y significación de arreglos desde los sistemas sociales. Los arreglos son configuraciones de objetos y cosas con significados particulares para específicas prácticas; sin ellas no es posible tener los otros, por eso se asumen como la dupla arreglos + práctica. Seguidamente, son presentadas la localización e historia transformativa del caso de estudio, y después son presentados los sistemas sociales con preeminencia de prácticas y algunos hechos interferentes entre ellos. Otras interferencias son indicadas en el cuarto apartado, en el cual se discute la relación condicionante entre las significaciones adjudicadas y la afordancia del espacio urbano para concluir luego con algunas nociones básicas acerca de la afordancia urbana en tono sistémico. Una de esas nociones es la contextura de afordancia que refiere al contexto físico y simbólico para los comportamientos humanos formado por arreglos significativos que son diferentes en tipos y fuentes.

Noción de afordancia urbana y la significación de objetos y cosas que entornan

La noción de afordancia denota la conflación entre características del entorno donde el individuo se desenvuelve y las cualidades o habilidades de este para guiar su comportamiento en ese medio circunstancial. El entorno ofrece y provee [afford] sus condiciones físicas y relacionales para que la percepción se convierta en impulso de conductas personales y grupales. Según cómo esté configurado el entorno urbano, serán entonces las posibilidades u oportunidades para los comportamientos de sus usuarios. Esta es la afordancia urbana que suma dimensiones físicas, prácticas y simbólicas de los espacios urbanos donde las personas buscan satisfacer sus necesidades sociales (Mehan, 2017). Quienes usan el espacio público como su ambiente de actividades son tocadas por esa afordancia configurada desde los mismos actores sociales (Maler y Fadel, 2009).

El factor socio-subjetivo que las personas tenemos de esa afordancia es el conocimiento dado por significaciones adjudicadas a objetos conformativos del espacio urbano en las prácticas. Las conductas individuales están sobrellevadas por ese conocimiento a veces inefable. Son comportamientos coherentes con el operar de cada sistema social que procura la continuidad de significación en los objetos usados en sus prácticas. Por ejemplo, el templo expiatorio que le aporta iconografía a la plaza posee un significado religioso ratificado en cada práctica católica. Cada sistema social conforma arreglos + prácticas [arrangements] que les sirven continuamente para reproducir significados (Schatzki, 2002) y para proseguir sus operaciones de comunicación (Luhmann, 1998). Los elementos de esos arreglos [objetos, cosas, organismos y personas] son fuentes reproductivas de significaciones.

Las fuentes reproductivas de significaciones son presencias y relaciones de elementos físico-materiales que portan referencias simbólicas útiles por y para significaciones adjudicadas por el sistema social en diferentes tiempos y espacios. Es decir, son objetos y cosas sometidos a prácticas que adscriben significados y que refieren a sus presencias y relaciones en el proceso de reproducción de significaciones. Así pues, el templo expiatorio posee presencia religiosa desde el momento en que fue edificado porque otros templos significan lo mismo; es un significado que el objeto lleva nuevamente hacia sí mismo porque ha sido previamente inoculado desde las actividades religiosas correspondientes a la práctica católica. Conformar un arreglo con él —por ejemplo el arreglo de la plaza expiatorio— posee cierta continuidad e iteración sin importar la época o geografía, solo importa perdurar el significado. La afordancia de un espacio urbano está determinada en gran medida por esas fuentes reproductivas de significaciones que continúan con ciertos significados y que también reciben nuevos cuando cada sistema configura arreglos para sus prácticas, resignificando aquello ya significado por otros.

Las conductas personales en los espacios urbanos son condicionadas por previas significaciones adjudicadas por parte de diversos sistemas sociales cuyas prácticas han proseguido efectivamente en tales arreglos. Cuando esto es de conocimiento de los agentes sociales, entonces sus conductas estarán circunscritas a esos arreglos + prácticas significados. En los espacios públicos, el acomodo de ciertos objetos dotados de significados por y para ciertas actividades es un factor de interferencia condicional al comportamiento de los integrantes de otros sistemas. Esto es así porque no todo significado de arreglos está en correspondencia con cualquier práctica de cualquier sistema. Siempre habrá actividades que no encuentren cabida de ejecución en ciertos arreglos acomodados en el espacio urbano, no porque los elementos físico-materiales sean inapropiados, sino porque sus significados son restrictivos o normativos. De por sí, lo público del espacio es uno de esos significados adjudicados por el sistema político-administrativo.

Afordancia urbana y arreglos diversos, configurados a partir de significaciones adjudicadas por cada sistema social con presencia y agencia en el espacio urbano, teóricamente, son complementarios.

Una Plaza Tapatía en la colonia americana

Con diversos nombres, la plaza Ignacio Díaz Morales enclavada en el barrio Expiatorio [ver figura 1] ha sido escenario para diferentes actores sociales desde religiosos, políticos y populares hasta turísticos y cívicos. Nombrada oficialmente así en honor al arquitecto que la creó, es también la plaza del agave y la explanada del expiatorio. De estos dos nombres, el primero hace honor al agave escultural que corona la fuente de agua central, mientras que el segundo es más difundido gracias a la iconografía que le aporta el templo siempre imponente.

La basílica del Santísimo Sacramento fue diseñada originalmente por Adamo Boari. Inició construcción en 1898, la cual quedó detenida durante la gesta revolucionaria mexicana entre 1912 y 1919. En 1924 la edificación fue retomada bajo el mando del ingeniero Luis Ugarte y tres años después la batuta pasó a Ignacio Díaz Morales, quien terminó el templo en 1972 y prosiguió con la remodelación de la plaza en 1991.

El barrio Expiatorio y otras colonias del oeste surgieron a medida que la ciudad ganaba en expansión a finales del siglo XIX, mayormente por la llegada de norteamericanos y mexicanos adinerados. La colonia americana, adyacente al Expiatorio, es ejemplo de ello. Hoy es el vecindario más genial del mundo1
por sus instalaciones gastronómicas y recreativas, lo cual le otorga más realce del que venía recibiendo con la especulación inmobiliaria del siglo XXI. Más dinero y visibilidad también estimuló el incremento de asaltos y robos a vehículos, por lo que la delincuencia aumentó en los últimos años. No es extraño que los residentes se procuraran una mejor organización vecinal con incidencia política. Así surgió la Asociación de Vecinos Colonia Americana con lo cual quedó engullido el barrio Expiatorio en los límites de la nueva colonia americana. El templo expiatorio y su explanada pasaron a ser íconos de su identidad urbana (Vizcarra, 2014).

Figura 1


Localización y transformación de la plaza

Como catalogó Checa (2015), la plaza es el gran atrio del templo. Construida entre 1991 y 1992, sustituyó al parque Cuauhtémoc para sufragar servicios del sistema religioso. Se necesitaba un espacio amplio donde realizar actividades católicas, así como también un estacionamiento soterrado para los vehículos de los feligreses. En sus más de 6000 m² hoy es corriente ver a transeúntes, personas que descansan y conversan en las bancas ajardinadas, niños que corren o montan bicicleta, a quienes oran frente al templo, a quienes venden y compran. La plaza es un nodo importante de concentración social y folclore, que residentes y visitantes identifican a partir del templo expiatorio, aunque las opiniones de algunos usuarios de redes sociales y ciber-foros [ej.: Facebook y Skyscrapercity] critiquen y repudien la drástica transformación.

Ya nada queda de aquel parque con la estatua de Cuauhtémoc, ni las áreas de jardines, ni los andadores transversales y perpendiculares. Ese espacio urbano fue construido a inicios de 1950 en un terreno liberado para tal propósito. Según muestran registros fotográficos de 1920 y 1930, anteriormente existieron edificaciones. El monumento a Cuauhtémoc era su distintivo y topónimo. Allí se situaban vendedores de helados, puestos de churros, dulces de turrón y quiote, así como los típicos carritos de limpiabotas. En derredor había locales gastronómicos y comerciales. Luego de su remodelación, continuaron los puestos ambulantes que vendían algodón de azúcar, tamales y otros antojitos, pero la vocación del espacio había cambiado.

La remodelación reprodujo las pautas estéticas de la actual Plaza de la Ciudad frente a la catedral de Guadalajara, diseñada por Ignacio Díaz y construida en 1956. Similar entre esa plaza y la del expiatorio es la retícula cuadrada, sus elementos compositivos y el estacionamiento soterrado.

Ambas poseen una fuente de agua sobre escalinata circular a un costado, justo enfrente de la entrada al templo para dejar libre una amplia área adyacente. También las jardineras rectangulares y circulares con bancos incorporados son iguales. Distintivo de la plaza Ignacio Díaz es la tarja identificativa en honor a dicho arquitecto, así como la escultura del agave que corona la fuente, colocada allí después de 2006. Por último, importante en la remodelación fue la eliminación de la antigua calle Placeres, actual Francisco I. Madero, que pasaba justo frente a la entrada del templo.

Respecto del parque Cuauhtémoc, nada persistió. La morfología que tuvo aquel espacio público no permitía la distribución en abundancia de puestos y quioscos móviles. Los andadores en cruz y diagonales con áreas de césped y árboles no daban posibilidad de colocar andamios ni carpas de comercios como sí lo posibilita hoy la explanada cementada. La forma reticular con jardineras y bancas en sus nodos deja áreas libres para colocar los aparejos y recibir a los usuarios. Las áreas entre jardineras configuran franjas que son ocupadas por los grandes puestos y carpas de comercio o por los grupos de artistas. Los bancos son usados como mesetas o soportes para cajas y utensilios de trabajo que portan los vendedores de comidas y comerciantes de artículos artesanales, libros, etcétera.

El cambio morfológico y de objetos en ese espacio urbano dio nuevas posibilidades a agentes sociales que antes no podían ejecutar ciertas actividades. Pero más que eso, han sido los cambios de significados los que destacan hoy en las dinámicas entre los sistemas sociales allí presentes.

Los sistemas sociales y actores con presencias en la plaza

Varios actores integrantes de los sistemas sociales con presencia en la plaza tuvieron participación desde la edificación del templo expiatorio. El icónico edificio neogótico que realza la gloria de la iglesia católica tapatía (Checa, 2015) le aporta iconografía al espacio urbano cuyos usuarios reproducen el carácter público. Los agentes eclesiásticos y funcionarios públicos han sido partícipes también durante la consolidación de la plaza como escenario social. Además de ellos, otros agentes sociales aportan a esa consolidación por medio de sus actividades. La presencia de las autoridades municipales y estatales siempre fue conjunta con el clero parroquial y, desde hace años atrás, también el sistema socio-cultural de comerciantes, artesanos y artistas ha conjuntado desde su presencia.

Siendo el atrio del templo expiatorio, el clero y los feligreses tienen a la plaza como otro lugar ceremonial para sus prácticas religiosas; es recinto para el sistema religioso de Guadalajara (arzobispado y parroquia). Esta es la vocación primigenia de la explanada, sustentada en un significado que condiciona las posibilidades de que otros sistemas sociales lleven a cabo sus prácticas. Otras vocaciones permiten que los pequeños comerciantes se procuren ubicaciones. Generalmente son comerciantes ambulantes, artesanos, mestizos, descendientes de indígenas, de baja condición social que ven oportunidad en ese espacio urbano concurrido. Los artistas callejeros aprovechan la multitudinaria concentración para hacer sus presentaciones y recaudar dinero. Las personas en situación de calle van allí a pedir limosnas. Hoy la plaza es también un lugar de comercio y cultura derivado de una significación adjudicada por los sistemas comerciales, artesanos y artísticos que, con sus agentes sociales, van ganando presencias.

Asimismo ella es una nueva ágora para las campañas electorales. Así lo hizo en 2015 el candidato municipal Enrique Alfaro frente a cientos de personas esperanzadas en que se les solucionara el creciente problema de inseguridad barrial que se vivía en esa época (Alfaro, 2015). Por otra parte, el majestuoso paisaje colma las fotografías colectivas de graduación escolar. Hoy los estudiantes ocupan un mismo sitio cercano a la fuente escalonada para tener el templo en el fondo, cuando antes, eran los escalones del templo los que servían de base para el retrato.

La presencia del sistema político-administrativo es preponderante. Una placa conmemorativa de la fundación de la plaza rinde honores al gobierno municipal que hizo posible la obra. Desde entonces el ayuntamiento ha dispuesto del espacio para actos diversos. Así fue en agosto de 2011, cuando se celebró la remodelación de la avenida Enrique Díaz de León que incluyó una verbena popular, espectáculos de mariachis y ballet folclórico (González, 2011). También otras dependencias del gobierno estatal la han utilizado. Tal fue la marcha del silencio promovida por la Secretaría de Salud Jalisco en mayo de 2013 por motivo de la 30 vigilia internacional por los derechos de personas con VIH-SIDA (Prensa Gobierno de Jalisco, 2013). En otra ocasión fue realizada allí la primera edición de ¡Baile Usted!, proyecto implementado por la Secretaría de Cultura Jalisco (Redacción El Informador, 2019).

La vocación artístico-cultural que adquirió la plaza fue consecuente con la acumulación de significados referentes al arte y a la cultura en general. Gracias a ellos, los programas y proyectos culturales que proceden de las autoridades y sus dependencias tienen cabida en la afordancia. Las ganancias pecuniarias que dejan esos eventos no son ignoradas, por lo cual hay un interés gubernamental por utilizar la plaza como escenario rentable, además de la explotación que hacen del establecimiento soterrado. Presentaciones musicales, danzarías, escénicas y otras tantas son promovidas desde la Secretaría de Cultura Jalisco en concomitancia con la Secretaría de Turismo que ha dado propaganda al lugar.

Arte y comercio combinados son parte de la afordancia en la plaza que deviene de cuando, en 2005, a Guadalajara le fue otorgado el galardón de Capital Americana de la Cultura. El boom inmobiliario de la colonia Americana había dado realce al espacio. Los residentes de clase media, nacionales y extranjeros, eran una masa clientelar importante que debía ser satisfecha con ofertas variadas de lo tradicional tapatío. Otro impulso importante fue la implementación en 2008 de los corredores culturales, proyecto socio-urbano con el objetivo de ofrecer a los artistas un lugar estable con visibilidad. La asociación Aria Cultural estaría encargada de la programación y organización de actividades en los espacios públicos recuperados, mientras que el gobierno municipal atendería los permisos de ocupación. A inicios de 2009 fue inaugurado el primer corredor en las cercanías de la glorieta Niños Héroes. Meses después fue creado el corredor Pedro Loza y luego el paseo de Chapultepec (Duran, 2009).

La mudanza del corredor Pedro Loza hacia la explanada aconteció entre mayo y diciembre de 2011 cuando, coincidentemente con los decimosextos Juegos Panamericanos, fue efectuada allí la Exhibición de Diseño Mexicano que reunió a setenta expositores, entre productores de artesanía local y comerciantes de diseños industriales (Coopel, 2011). Fue un evento realizado cada fin de semana y durante toda la semana de navidad. Sus instalaciones quedaron ubicadas en el ala oeste de la plaza. Desde entonces, con igual frecuencia semanal, ese lindero fue ocupado por quioscos para venta de ropas y textiles, artesanías y otras bisuterías, comestibles y bebidas. En 2012, esta exhibición fue mudada hacia la Rambla Cataluña (continuación de la calle Escorza) a pocos metros de la plaza; espacio que han ocupado en lo sucesivo.

Aunque el evento fue movido de sitio, el uso cultural-comercial de la plaza ya se había acentuado y reproducido por la recién fundada A. C. Cocual Expiatorio [en 2011]. Este sistema social quedó conformado por varios de aquellos grupos y familias de comerciantes, gastronómicos y artistas. No obstante, su creación no evitó que otros agentes armaran sus changarritos y carpas comerciales, así como que hicieran espectáculos artístico-recreativos de manera itinerante. La plaza se llenó de mesas expositoras de artículos decorativos, libros, inciensos, etcétera, cubiertas por sombrillas o pequeños toldos en el día y la noche. Además, proliferaron los vendedores ambulantes de ropas típicas que llegan y ponen cobijas en el suelo sobre la cual exponen la mercancía. La Cocual Expiatorio no fungía como sistema regulador interno de la plaza y esto lo externó en una publicación en Facebook. Algunos interesados en ocupar sitios vacíos se le acercaron para obtener autorización, pero la Cocual aclaró que únicamente la Dirección de Tianguis y Comercio en Espacios Abiertos del ayuntamiento autoriza tales cosas.

Son las entidades pertenecientes al gobierno municipal las que condicionan la presencia y el desempeño de los integrantes de la Cocual Expiatorio y otros interesados en hacer actividades artísticas o comerciales en la plaza. Esto quedó claro en la tercera sesión ordinaria de la comisión dictaminadora para el uso del centro histórico (Gobierno Municipal de Guadalajara, 2019). Varias veces la misma Cocual ha sido objeto de limitaciones. Por ejemplo, durante la pandemia COVID-19 —según alegó la asociación—, ella fue sancionada indefinidamente a causa de un evento realizado por agentes foráneos mientras aún estaban las restricciones de actividades públicas. Su reacción fue reunir firmas populares para quitar la ‘injusta’ sanción; táctica que también le sirvió en febrero de 2023 cuando las autoridades no renovaron sus permisos de ocupación y uso del espacio. Meses antes, el ayuntamiento había reordenado los puestos comerciales hacia la zona este y sur de la explanada. Al sur quedó el colectivo danzonero y el área de presentaciones artísticas-escenográficas.

Tales acontecimientos evidencian que la afordancia de la plaza está contextualizada por las permisiones que entre sistemas sociales se van gestando, ya sea por agencias directas hacia el espacio o por agencias transversales que determinan cómo ciertos sistemas deben asumir el espacio urbano para llevar sus prácticas.

Mirada sistémica a la afordancia urbana de la plaza

Se podría entender que la intención primigenia en la remodelación espacial y morfológica del parque Cuauhtémoc fue beneficiar al clero parroquial y a sus feligreses, sin embargo, el ejercicio de acomodar el espacio y distribuir los objetos ha tributado también a una afordancia política. Es innegable que la transformación, además, benefició a comerciantes, artesanos y artistas que hoy disponen de un sitio donde ejecutar sus actividades. El surgimiento de la A. C. Cocual Expiatorio fue resultado directo. La antigua forma del parque no hubiera acogido esas disposiciones ni las actividades que ha suscitado.

Según narraron algunos cibernautas, durante sus infancias jugaron en torno del monumento a Cuauhtémoc, se deslizaban por la inclinada geometría, corrían y se tendían sobre el césped. Los jardines servían de obstáculos para el juego e igualmente los bancos de madera y fierro cuando no eran usados para el descanso. Las áreas verdes bajo la sombra del árbol estimulaban la contemplación y la recreación familiar. Eran objetos que ofrecían una afordancia particular. El dibujo de los andadores direccionaba el andar y el corretaje infantil de norte a sur, de este a oeste y atravesaba el parque de extremo a extremo. Por el contrario, la amplia explanada que hoy le sustituye no posee esas sendas guías. Las personas se mueven erráticamente. Algunas compran y otras comen sentadas en los bancos mientras los infantes corren o montan bicicletas de aquí para allá. Finalizadas las actividades religiosas, los feligreses pasean su extensión cementada y van hacia los puntos gastronómicos. Heladerías, cafés, bares en segundos pisos y taquerías son algunos de los locales fijos al final de la explanada. Móviles son los puestos de antojitos, dulces, tamales y elotes, de hot dog y hamburguesas, de tacos, pozole y otras comidas veganas.

La afordancia de la plaza es observable y analizable desde esas características físicas que la hacen acogedora de actividades para prácticas de los sistemas sociales mencionados. Ya de por sí, el área abierta y cementada es una característica adecuada para que los diversos agentes sociales vean oportunidades convenientes en el espacio. Otro aspecto determinante son los significados conocidos. Por ejemplo, que la plaza sea parte del entorno significativo para la Iglesia Católica es suficiente para que las personas en situación de calle [homeless] busquen la caridad. También les es favorable que a la plaza concurran personas locales y turistas atraídos por las ofertas comerciales y gastronómicas capaces de dar limosnas. Así pues, tanto unos como otros encuentran posibilidades de acción en esos arreglos acomodados por los sistemas sociales en adjudicación de significaciones que repiten en el tiempo presente sobre las presencias y relaciones de sus elementos constituyentes.

El aforo de usuarios diversos es también parte de la configuración de arreglos que los sistemas sociales hacen al adjudicarles significados específicos a esos individuos. Los clientes y feligreses son usuarios significados de tales maneras para proseguir con las prácticas católicas y comerciales respectivas de cada sistema. Al hacerlo, cada sistema condiciona el medio circunstancial donde los otros con presencias en la plaza procuran proseguir sus prácticas. De esas otras agencias pueden suceder significados nuevos en los objetos del espacio urbano en pro de conformar arreglos propios. Bajo este criterio es que el templo significa diferente para feligreses, visitantes, comerciantes, artistas y agentes políticos, y hacia él, la conducta de cada agente es diferente cuando responde a prácticas particulares de cada sistema correspondiente.

Considero que aún el sistema religioso, a la par del sistema político-administrativo, posee la principal potestad sobre la significación de los arreglos en la plaza. Esto depara en variadas permisiones de operación y función para otros sistemas con presencias allí. Así entiendo las limitaciones que unos sistemas tienen respecto de otros que acomodan la plaza y sus objetos urbanos dentro de convenientes arreglos particulares. Por su parte, el ayuntamiento rige la legalidad de las actividades que allí son realizadas por integrantes de los sistemas artísticos y comerciales; es parte de su función reguladora. A la vez, colabora en las actividades católicas al aire libre. Tal es el caso de la celebración Corpus Christi o fiesta patronal de la parroquia cuando la plaza es liberada de puestos, changarritos y carpas comerciales para llevar a cabo las actividades litúrgicas. La función asistencial del ayuntamiento encamina esa colaboración mientras el clero parroquial funge desde lo  sacramental.

En ocasiones especiales, esa colaboración puede ser divergente cuando, con la venia del gobierno, la plaza es tomada por otros sistemas sociales con agencias diferentes a la católica. Tal fue el hecho del 28 de septiembre de 2021 cuando un grupo de féminas se reunieron allí para iniciar una marcha en favor de la legalización del aborto. Enfrente se encontraron con un grupo de feligresas que rezaban el rosario a modo de protesta. Ambas expresiones contrapuestas estuvieron en conflicto, evidenciando cómo las agencias entre sistemas provocan interferencias mutuas. No obstante, fue distintivo en ese hecho que la mayor ocupación de la plaza fue por parte de las feministas en comparación a las feligresas parapetadas sobre la escalinata del templo. Una barda metálica puesta por la policía estatal les separaba. El que la plaza poseyera un significado cívico adjudicado por el sistema político-administrativo afford la actividad feminista, mientras que el significado sacramental adjudicado por el sistema religioso afford la contraofensiva de las feligresas.

Este y los anteriores hechos son ejemplares para considerar que la afordancia no está únicamente en la dimensión física del espacio urbano, sino también en las permisiones patentes en los significados adjudicados a partir de las cuales unos y otros sistemas llevan a cabo sus prácticas.

A pesar de los múltiples sistemas sociales con presencias en la plaza, históricamente la afordancia ha sido dada por el clero parroquial, el ayuntamiento de Guadalajara y, recientemente, por la Cocual Expiatorio. La llegada de los primeros vendedores de comida y pequeños comercios —incluso en tiempos del parque Cuauhtémoc— abrió la oportunidad para la conformación de ese último sistema social. Cada uno de aquellos agentes actuaron en correspondencia con otros sistemas que procuraron presencias en la plaza [ej: comerciales, familiares, etc.]. Esto fue posible gracias a que todos esos sistemas son parte de algún sistema mayor con presencia en el barrio o ciudad. El clero parroquial y el ayuntamiento de Guadalajara son subsistemas de otros mayores que, por medio de ellos, adjudican significaciones específicas al espacio urbano puntual. La creación de la Cocual Expiatorio es ejemplo de eso. Esta asociación reúne subsistemas comerciales, artísticos y familiares que readjudican constantemente los significados a los arreglos con que ella prosigue sus prácticas dentro de la constelación de arreglos que configuran a la plaza.

En la configuración de esa constelación también tiene determinación el sistema vecinal del barrio. Su agencia ha sido significante. Varios de los integrantes de la Cocual son también integrantes de familias vecinales, pero ejecutan actividades de prácticas diferentes en cada sistema social. Considero que actualmente la principal función del sistema vecinal es la vigilancia y denuncia de los hechos y conductas que acontecen en el lugar. No hubo indicios de que otras funciones aún continuaran. Tal como describió Vizcarra (2014), dos funciones han perdido su impacto social: la administrativa y la cohesiva.

La función centinela sigue vigente. Eso fue evidente cuando varios vecinos denunciaron la tala de dos árboles en la plaza por parte de trabajadores del Burger King allí enclavado. Ellos increparon a los perpetradores y convocaron a las autoridades para detectar ilegalidades (Redacción El Informador, 2012). Asimismo, el comité vecinal ha denunciado los incómodos procederes en la explanada; el exceso de basura y el ruido de las actividades artísticas nocturnas son algunos de ellos. La culpa le fue imputada a la Cocual Expiatorio, aunque la asociación alegó que los causantes habían sido agentes externos. Fuera verdad o no, lo relevante de esto fue que esa delación interfirió en el conveniente desempeño de prácticas que la Cocual procura para proseguir con su función socio-comercial.

Y en efecto, las interferencias de un sistema sobre otro son recurrentes incluso en un espacio urbano dotado de significaciones y arreglos para el favor de ambos. La variedad de sistemas sociales con presencias en la plaza es amplia y todos acometen interferencias en las prácticas y funciones de otros. La afordancia urbana no está exenta de conflictos sociales que en espacios o lugares puedan gestarse; lo que sí puede propiciar es la limitación o disminución de tales conflictos. En ocasiones las interferencias proceden de un sistema que procura esa limitación o disminución, aun cuando con ello genera conflictos nuevos. Tal fue el caso del reordenamiento de los puestos comerciales y sitios de presentaciones artísticas que el ayuntamiento impuso a los sistemas comerciales independientes y a la Cocual Expiatorio.

Quioscos, carpas, mesas y puestos vendedores de alimentos fueron resituados en los límites este y sur de la plaza. Los de mayor antigüedad quedaron alineados al costado oriente del templo, en el andador de la calle Escorza, para dar servicio todos los días durante la tarde-noche. Ellos estuvieron antes repartidos por toda la explanada junto con otros puestos de menor antigüedad. Otras instalaciones de comercio textil y artesanal fueron ubicadas a continuación de la línea borde hasta unirse con el área danzonera que fue respetada tal cual. Seguidamente, quedaron situados los puestos comerciales de la Cocual Expiatorio y, por último, quedó el área para las presentaciones artísticas. El objetivo de las autoridades fue liberar de ‘obstáculos’ el área oeste de 1205 m² aproximadamente que ahora es ocupada por los visitantes de paso [ver figura 2]. Empero, a pesar de estas restricciones, pero gracias a la permisión por afordancia, algunos comerciantes indígenas y otros continúan ocupando la explanada para exponer sus artículos sobre mantas en el suelo.

Figura 2


Distribución de áreas reordenadas y ocupadas en la plaza

Se infiere entonces que ese comportamiento reordenador del ayuntamiento fue estimulado por el significado que toda la plaza tiene para ese sistema y para el clero parroquial, no por el significado comercial que había visibilizado la Exhibición de Diseño Mexicano para el área oeste. La liberación de esa área facilitó que, durante los días posteriores al reordenamiento, fueran realizadas varias actividades litúrgicas y de oración por parte de feligreses y agentes católicos. Por ejemplo, la misa por la eucaristía realizada el 10 de junio de 2023 ocupó toda la plaza, negándole la colocación ese sábado a los respectivos puestos comerciales con sitios asignados. Amarillas cintas prohibitivas delimitaban el área de ceremonia y una tarima techada fue erigida para los agentes católicos de mayor rango. Al domingo siguiente, la tarima estaba acordonada, porque las actividades comerciales, gastronómicas y artísticas habían sido reanudadas y los usuarios en masa podrían invadirla.

El conocimiento de esas fechas en la que comerciantes y artistas deben ausentarse de la plaza es determinante. Más allá de las peticiones o exigencias dictadas por las autoridades municipales, hay un saber acerca de las disposiciones sobre la explanada que refiere a la primacía de la iglesia católica y del gobierno. Ella es el atrio del templo, pero también es un espacio bajo administración pública. En un comentario en Facebook, escrito por un representante de la Cocual Expiatorio, se lee: “De ninguna manera somos autoridad en este espacio”, exponiendo así la supeditación de la asociación a las autoridades que otorgan los permisos. Ahí se observa la posición intersistémica que la asociación posee en torno de las disposiciones sobre la plaza, lo cual no le impide adjudicarle significaciones específicas. Se desvela así que la afordancia de la plaza ostenta cierta permisibilidad.

En una vertiente, la afordancia permite que cierto sistema sitúe arreglos que pueden obstaculizar la colocación de otros arreglos por parte de sistemas que antes los habían colocado a partir de la misma afordancia. Por ejemplo, en la plaza, algunas instalaciones religiosas y otras artísticas han ocupado sitios que anteriormente utilizaban los puestos comerciales ambulantes. Una variante de esta vertiente es la conformación de arreglos por supresión de otros conformados por otros sistemas. Este fue el caso del reordenamiento por parte del ayuntamiento para liberar el área oeste. En una segunda vertiente, la afordancia connota el acogimiento que el espacio urbano tiene para los significados de diferentes arreglos que no sirven igual para todos los sistemas sociales presentes en ese lugar. Así sucedió con la escultura del agave colocada en la fuente de agua que sustituyó al monumento a Cuauhtémoc, la cual fue objeto representativo de identidad jalisciense y cuyo significado, adjudicado por el ayuntamiento, sirvió para darle apodo a la plaza, el cual no es nombrado así por el clero parroquial, sino solamente por las familias vecinas que lo alternan con el topónimo del expiatorio.

No importa que los arreglos tengan elementos fijos o móviles, sus elementos simbólicos siempre enlazarán esos objetos físicos, lo cual posibilita que las significaciones les toque. Los elementos de arreglos son ubicados logística y significativamente por los sistemas sociales que les conforman para proseguir con sus prácticas y funciones. Las dos vertientes mencionadas revelan que lo objetual de la afordancia es también una cuestión de arreglos significados de maneras diversas por sistemas sociales que arrojan significaciones con sus prácticas. Adicionalmente, siendo también objetos de presencias y relaciones, siempre los sistemas quedarán también inmersos en arreglos de otros sistemas y sujetos a las conveniencias ajenas. Los sistemas acomodan arreglos a conveniencias propias, ya sea añadiendo objetos, quitando cosas o resignificando elementos.

La afordancia urbana que tiene a esos arreglos como sus fuentes de características para que los agentes de cada sistema puedan conducir sus actos individuales en correspondencia con las prácticas es una afordancia que sirve de contexto a esos actos porque es dada por los sistemas sociales en interacciones e interferencias. La permisibilidad que posee la afordancia es para los sistemas sociales que aprovechan arreglos significados por y para las prácticas afines. Esto es así siempre y cuando las permisiones que unos dejan con sus significaciones les propicien aprovechamientos para los otros. Tal fue el caso de la construcción de la plaza que dio oportunidad a comerciantes, gastronómicos y artistas para ocupar sitios en ella; no fue un espacio netamente político ni religioso, aunque naciera de la agencia de ambos sistemas para acomodarla en sus arreglos.

Especial es la generalidad que pueden ofrecer ciertos arreglos cuando las significaciones en ellos se entretejen. La plaza cementada con jardineras y bancos es un tipo de generalidad para los sistemas sociales con presencias en ella. Los ordenamientos particulares pueden tener aspectos generales como este.

Por todas estas razones, se asume que la afordancia urbana es un calificativo del contexto urbano donde las personas llevan ciertos comportamientos, ya sea en respuesta a las prácticas del sistema social que integran o como consumación de actos autogestados [i.e.: contemplar, pensar, recordar, sentarse y mirando el entorno, etcétera]. Según narraron algunos cibernautas, de niños participaban en actividades religiosas en el templo y al terminar iban al parque. Era un comportamiento que hoy se repite en la plaza. La asistencia a la iglesia era un acto propio del sistema religioso, mientras que regodearse y disfrutar de la explanada era diferente, quizás un autogestado en el entusiasmo infantil o un acto propio del sistema familiar cuya práctica era el esparcimiento. Los significados de este espacio urbano no inhiben ninguno de esos actos, más bien los estimulan desde su unidad entretejida. Ya sea sacramental, político o recreativo-cultural, la plaza entrega su contextura.

Esa contextura2 de afordancia es producida primordialmente por los tres sistemas sociales con preponderancia agencial en la plaza. Con sus constantes prácticas y funciones efectivas, ellos van adjudicando y reafirmando significaciones en los elementos físicos y simbólicos configurativos de arreglos particulares y generales. Al hacerlo, tales sistemas interactúan entre sí y con otros vinculados, se interfieren sustrayendo o añadiendo permisiones traducibles en cómo conducir los comportamientos. Como consecuencia, el espacio urbano gana o pierde permisibilidad para esos y otros sistemas que, guiados por las fuentes reproductivas de significados, se procuran un sitio. Así pues, los puestos gastronómicos atraen a más vendedores de comida que acarrean sus propios quioscos, las carpas de comercio artesanal o industrial atraen a otros comerciantes; el aumento de visitantes-clientes es indicativo de condición favorable para llevar las ventas, presentar espectáculos, hacer campañas políticas, reunir a fieles católicos y a no creyentes en fechas conmemorativas.

El majestuoso templo expiatorio es hito en la arquitectura de Guadalajara, pero más que eso es ícono de un catolicismo imperante en la población tapatía que transmite hacia la explanada esa iconografía. Sin un sistema religioso que le adjudicara ese significado con sus prácticas, no destacaría semejante analogía semiótica. La afordancia urbana de la plaza hoy sería otra.

Conclusión

La hipótesis que esta exploración trajo a cuenta fue que los espacios urbanos tienen afordancias urbanas variopintas, pero siempre hay significaciones en arreglos + prácticas que delimitan esa diversidad en cierto rango de permisión para ciertos comportamientos que los sistemas sociales y sus integrantes presentes puedan llevar a cabo en esos espacios.

No basta considerar los objetos y sus relaciones en la composición del espacio urbano, sea público o privado, es necesario prestar atención a los sistemas sociales de los cuales esos espacios adquieren sus características no solo perceptibles, sino también inteligibles en cierto marco referencial semántico. La afordancia urbana tiene que ver con la realidad hermenéutica como vector de comunicación entre sistemas sociales, así cada sistema se informa y opera para sí mismo (Luhmann, 1998). El conocimiento que cada agente social tenga de cómo comportarse en esos espacios urbanos derivará de esa dinámica intersistémica.
En el caso de la plaza Ignacio Díaz, podríamos decir que la antigüedad de disposiciones y de poder transformativo ostentado por los sistemas religioso y político-administrativo ha definido, en gran medida, la contextura de la afordancia; sin embargo hoy, la agencia del sistema socio-cultural A. C. Cocual Expiatorio aporta arreglos y significaciones determinantes. Basta decir que muchas de las familias que asisten a la plaza lo hacen como parte de un comportamiento de divertimento y recreación los fines de semana, intercalado con gustos o hábitos alimenticios que tienen a los puestos gastronómicos como sus puntos de destino. Si bien un gran número de visitantes son personas que han asistido al templo, no es la afordancia religiosa de la explanada lo que estimula sus conductas transeúntes, sino la afordancia comercial-cultural que resalta por sí sola.

Entender la contexturización de la afordancia por parte de sistemas sociales sirve a la hora de diseñar los espacios urbanos y el entorno donde ellos están enclavados, así como para planificar los desarrollos inmobiliarios y los cambios de uso de suelo hacia áreas verdes o polifuncionales. La plaza Ignacio Díaz fue el caso explorado para formular esas nociones básicas acerca de la afordancia urbana en tono sistémico, pero otros contextos privados pueden ser también estudiados con esta óptica, por ejemplo, Los Castaños, Las Cumbres, Colinas de los Virreyes que son colonias urbanas en Jalisco donde sus vecinos no permiten la entrada de autobuses públicos. No basta con que haya calles y avenidas, las significaciones adjudicadas por los sistemas vecinales son restrictivas para el sistema de transportación colectiva.

Notas

  1. The coolest neighbourhood in the world to visit fue un calificativo otorgado por Time Out, una marca global de medios y hospitalidad que utiliza encueta en línea para dar su ranking [fuente: https://www.timeout.com/travel/coolest-neighbourhoods-in-the-world].
  2. Adopto la noción contextual de contextura que Schatzki (2002) expuso en distinción a la textura: “cuando un contexto está formado por entidades del mismo tipo que aquellas de las que es contexto, lo llamo textura. Cuando esas cosas difieren, la llamo contextura” (p. 63) [traducción propia].

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