Cuaderno Urbano Nº41 | Año: 2025 | Vol. 41
ARTÍCULO
PRECARIEDAD E INUNDACIONES EN EL PARTIDO DE LA PLATA. ASENTAMIENTOS INFORMALES, RIESGO HÍDRICO Y PROCESO AMBIENTAL DE TRANSFORMACIÓN EN CUENCAS HIDROGRÁFICAS
PRECARIOUSNESS AND FLOODS IN THE PARTIDO DE LA PLATA. INFORMAL SETTLEMENTS, WATER RISK AND ENVIRONMENTAL TRANSFORMATION PROCESS IN WATERSHEDS
PRECARIEDADE E INUNDAÇÕES NO PARTIDO DE LA PLATA. ASSENTAMENTOS INFORMAIS, RISCO HÍDRICO E PROCESSO DE TRANSFORMAÇÃO AMBIENTAL EM BACIAS HIDROGRÁFICAS
Florencia Senise
Arquitecta, Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Becaria doctoral de CONICET y doctoranda en el Doctorado de Arquitectura y Urbanismo de la FAU-UNLP. Lugar de Trabajo: Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales (CIUyT).
E-mail: fsenise@fau.unlp.edu.ar
Orcid: https://orcid.org/0000-0002-6368-2382
Isabel López
Arquitecta (FAU-UNLP). Profesora consulta de FAU-UNLP. Investigadora Categoría 1.
E-mail: ilopez@fau.unlp.edu.ar
Orcid: https://orcid.org/0009-0009-5572-1781
Resumen
El artículo aborda la cuestión de la informalidad en el Partido de La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, focalizando en el aumento cualitativo y cuantitativo de asentamientos informales bajo riesgo hídrico, a diez años de la inundación de 2013 que ocasionó, según datos oficiales, 89 muertes y múltiples daños sociales y materiales.
La metodología es de carácter descriptivo y explicativo basada en datos cuantitativos, a partir de fuentes secundarias. Se realiza un relevamiento georreferenciado de los asentamientos informales en dos escalas: el Partido de La Plata en referencia al Gran La Plata y sus diez cuencas con vertiente al Río de La Plata.
El reconocimiento del soporte físicoambiental del territorio y de las dinámicas sociales que se generan con el proceso de ocupación permite dar cuenta del peligro al que se expone la población, por falta de políticas públicas, si se presentan las condiciones naturales que en 2013 desataron el desastre.
Palabras clave
informalidad urbana, barrios populares, riesgo de inundación, arroyos, La Plata
Abstract
The article addresses the issue of informality in the Partido de La Plata, Province of Buenos Aires, Argentina, focusing on the qualitative and quantitative increase in informal settlements under water risk, ten years after the 2013 flood that caused 89 official deaths and multiple social and material damages.
The methodology is descriptive and explanatory based on quantitative data from secondary sources. A georeferenced survey of informal settlements is carried out on two scales: the Partido de La Plata in reference to Gran La Plata and its ten basins with slopes to the Rio de La Plata.
The recognition of the physical-environmental support of the territory and the social dynamics that are generated by the occupation process makes it possible to account for the danger to which the population is exposed, due to a lack of public policies, if the natural conditions that in 2013 unleashed the disaster .
Keywords
urban informality, popular neighborhoods, flood risk, streams, La Plata
Resumo
O artigo aborda a questão da informalidade no Partido de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina, com foco no aumento qualitativo e quantitativo de assentamentos informais sob risco hídrico, dez anos após a enchente de 2013 que causou 89 mortes oficiais e múltiplos problemas sociais e danos materiais.
A metodologia é descritiva e explicativa baseada em dados quantitativos de fontes secundárias. É realizado um levantamento georreferenciado de assentamentos informais em duas escalas: o Partido de La Plata em referência à Gran La Plata e suas dez bacias com encostas até o Rio de La Plata.
O reconhecimento do suporte físico-ambiental do território e das dinâmicas sociais que são geradas com o processo de ocupação permite dar conta do perigo ao expor a população, por falta de políticas públicas, se apresentarem as condições naturais que em 2013 desencadearam o desastre.
Palavras-chave
informalidade urbana, bairros populares, risco de enchentes, córregos, La Plata.
DOI: https://doi.org/10.30972/crn.41418543
INTRODUCCIÓN
Un lugar común en las descripciones de América Latina es presentarla como la región más urbanizada y, a su vez, con mayor inequidad de ingresos en el mundo. Se caracteriza por exponer fenómenos como la pobreza, la desigualdad y la exclusión, a tal punto que la urbanización informal es uno de los elementos dominantes en la producción de ciudades latinoamericanas. Se estima que el 24% de la población urbana de la región vive en áreas informales debido a las dificultades para obtener el acceso legal al suelo urbano, cifra que podría crecer rápidamente si no se toman medidas efectivas para revertirlo (UN Hábitat, 2015).
A su vez, existen factores que amplifican los problemas que se manifiestan en la vida cotidiana de los habitantes que residen en la informalidad. El territorio presenta diversas problemáticas entre las que se encuentran las configuraciones del riesgo (Cardona, 2001) entendido como la probabilidad de pérdidas y daños en el futuro, ya sea materiales, económicas o humanas (Natenzon, 1995) a causa de la combinación de dos factores: una amenaza, es decir un fenómeno físico-natural, y una población vulnerable expuesta a esa amenaza (Herzer y di Virgilio, 1996).
En Argentina, los sectores populares han resuelto históricamente sus necesidades habitacionales a través del alquiler (de casas, departamentos, cuartos o pensiones); a través del acceso a conjuntos habitacionales estatales; o bien, a partir de la autoconstrucción en loteos económicos o tomas de tierra mediante tipologías como las villas o asentamientos. Desde sus orígenes hasta la actualidad, estos hábitats informales cambiaron en muchos sentidos: si las villas hasta la década del 70 eran consideradas un hábitat transitorio por parte de migrantes del interior del país (y luego también de países limítrofes), desde ese momento tendió a ser un lugar donde habitar con cierta permanencia o de manera definitiva. Por su parte, los asentamientos nacieron (y nacen) con la idea de ser barrios con títulos de propiedad en el futuro y todas las infraestructuras, ya sea con organización barrial en los inicios o conformada luego (Cravino, 2018).
En el caso del Partido de La Plata (en adelante PdLP) los asentamientos informales (AI) cobraron visibilidad a partir de la década de 1980, y es a partir de los años noventa cuando ganaron notoriedad para constituirse en núcleo duro y persistente de la problemática urbana local, en coincidencia con la profundización del proyecto neoliberal. Desde entonces, los AI han mantenido un proceso de crecimiento importante (Del Río y Gonzales, 2018) contando en la actualidad –según el informe del Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap, 2023)– con 162 barrios populares1.
Este proceso de producción del hábitat informal en el partido platense se ha dado con cambios significativos: en las últimas tres décadas aumentaron en cantidad, calidad y número de familias. En este proceso los emplazamientos fueron ocupando trazas de vías ferroviarias u otras vías de comunicación, suelos degradados y hasta áreas inundables (Del Río y Gonzales, 2018). La pasada gran inundación del 2 de abril de 2013 visibilizó de modo trágico cuáles son las consecuencias de urbanizaciones precarias que ocupan tierras vacantes con peligro de inundación como márgenes de arroyos que discurren a cielo abierto por la ciudad o en áreas naturalmente anegables.
Para Maricato (2010), la ocupación de zonas ambientalmente frágiles, inestables e inseguras es la alternativa restante para los excluidos del mercado formal y de los programas públicos, que no encuentran otra salida ante la problemática habitacional que la de asentarse en áreas bajo amenaza. Desde una lógica meramente geofísica, puede parecer absurdo que una comunidad insista en permanecer en zonas propensas a desastre, pero desde el punto de vista de sus habitantes, el riesgo es el precio que se paga a cambio del acceso a suelo urbano (Wilches-Chaux, 1998).
El riesgo ambiental es manifestación y consecuencia de los procesos desiguales de producción y reproducción social, donde se inscriben los barrios populares. Mientras no sean tenidos en cuenta desde las políticas de ordenamiento territorial, seguirán constituyéndose como territorios ambientalmente frágiles y vulnerables.
VULNERABILIDAD SOCIAL Y RIESGO AMBIENTAL
Muchos son los problemas que enfrentan los pobladores de las ciudades, principalmente aquellos que por su situación económica, migratoria, vulnerable o minoritaria, soportan el peso de la inseguridad y la discriminación. Entre ellos, se encuentra la dificultad para acceder a la tierra y a una vivienda digna, desalojos forzados, segregación urbana planificada, presiones especulativas, privatización de la vivienda social, violencia inmobiliaria contra inquilinos e incluso criminalización de los procesos de autoproducción de vivienda y de urbanización popular, que impide a gran parte de la población gozar del derecho a la ciudad (Ortiz Flores, 2006).
Esto ocurre porque los procesos de producción de las ciudades devienen de las políticas neoliberales que tienen principalmente un interés económico que responde a las exigencias del sector privado, encargado de hacer una ciudad basada en el negocio del mercado inmobiliario. De esta manera, tal como sostiene Pradilla (2010):
Las nuevas formas arquitectónico-urbanas actúan como vectores de la privatización y mercantilización de lo público, contribuyen a la segregación y exclusión socio-territorial de los ámbitos ocupados por los segmentos de población empobrecida y, por tanto, a la fragmentación social del territorio. (p. 508)
Esto da lugar a lo que se denomina informalidad urbana que se explica por: i) las condiciones macroeconómicas, como la falta de empleo, la baja salarial y el consecuente empobrecimiento de la población; y ii) las políticas del Estado y el funcionamiento de los mercados de tierra urbana y vivienda (Clichevsky, 2000). Sin embargo, la informalidad urbana no se vincula solo con situaciones de pobreza estructural, ya que también puede darse bajo otros parámetros. Por un lado, puede tratarse de informalidad dominial, es decir, ocupaciones directas que realiza la población a través del mercado informal en loteos irregulares, como aquellos que fueron vendidos cuando aún les faltaba alguna de las condiciones que indica la legislación vigente; o loteos clandestinos o piratas que nunca se presentaron ante las autoridades para su aprobación. También hay situaciones en las cuales la tierra es legal pero la construcción es «informal» o ilegal, es decir, sin las normas que los códigos de construcción establecen (Clichevsky, 2000).
Por otro lado, existe una informalidad desde el punto de vista de la urbanización: es la ocupación de tierras sin condiciones urbano ambientales para ser usadas como residenciales: inundables; contaminadas; cercanas a hornos de ladrillos y basurales clandestinos; sin infraestructura; con dificultosa accesibilidad al transporte público, centros de empleo, educación primaria, servicios primarios de salud (Clichevsky, 2000). Es por ello que la informalidad en las ciudades latinoamericanas no puede interpretarse sólo y linealmente como ilegalidad en torno de la pobreza, sino que, tal como menciona Alegría (2005, cit. en Abramo, 2012), refiere a un conjunto de irregularidades en materia de derechos y se expresa a partir de múltiples formas como dominial, legal, constructivo y/o urbanístico.
En Argentina la informalidad urbana se manifiesta en dos modos de urbanizaciones precarias: las villas (miseria o de emergencia) y los asentamientos, asociados por compartir lógicas sociales y económicas pero que difieren en su forma y organización, y que son resultados de contextos diferentes. Mientras que las villas surgen en el ‘30, ‘40 o ’50 cuando los conventillos fueron prohibidos bajo argumentos higienistas y moralistas y comenzaron a cerrarse (Cravino & Vommaro, 2018), los asentamientos se originan entre 1980 y 1990 como una estrategia defensiva hacia un Estado hostil, que respondió con acciones orientadas hacia la erradicación de las villas miseria, la interrupción de loteos populares y la dificultad de acceder a créditos de vivienda estables y seguros (Merklen, 1991, cit. en Cravino & Vommaro, 2018).
Cravino (1999) sostiene que los asentamientos difieren de las villas por su forma urbana, debido a que estas últimas se encuentran más densamente pobladas y no siguen un patrón prefijado de distribución del espacio; mientras que los asentamientos presentan terrenos delimitados en parcelas y un amanzanado rectangular que continúa al de la ciudad formal. Esta forma de ocupación generalmente intenta cumplir con los requerimientos de la normativa y los parámetros establecidos en la legislación de usos del suelo –dimensión mínima de cada lote, anchos de calle, etc.–. La misma autora (Cravino, 2009) sostiene que la idea de no hacer una villa sino asentamientos es un modo de legitimar el pedido de futura regularización dominial, consolidar la conquista espacial lograda y evitar el estigma que conlleva aquella forma de habitar en la ciudad; aunque la sociedad en general no recaba esta distinción y la estigmatización que han recibido –y aún reciben—, ambas estrategias de producción de hábitat popular son similares.
Por otro lado, mientras que las villas tienden a estar ubicadas en áreas centrales de la ciudad y en tierras fiscales (Capital Federal y primer cordón del Conurbano Bonaerense) los asentamientos predominan en la periferia urbana. Esto último se explica porque allí hay menos incentivos para reaccionar por parte de los propietarios de los terrenos –ya sean estatales o privados– además de que, por lo general, se trata de terrenos degradados y no aptos para el loteo por estar cercanos a basurales, en áreas inundables o simplemente muy alejados de los equipamientos, fuentes de trabajo y/o medios de transporte (Cravino & Vommaro, 2018).
En ese sentido, los asentamientos informales son escenarios en donde la población, además de contar con una tenencia ilegal de los terrenos y de disponer de bajos ingresos económicos, se autoconstruye su vivienda bajo malas condiciones ambientales, en donde la precariedad, el hacinamiento, la falta de servicios públicos básicos como agua, cloaca, luz (aunque muchos tienen de manera clandestina) y las condiciones insalubres son una constante, al estar excluidos de los procesos de planificación y extensión de servicios e infraestructuras de las ciudades. Estas lógicas de ubicación en el marco de la pobreza urbana explican el mapa de distribución espacial de las residencias pobres en las ciudades (Maricato, 2010). Para Deschamps (2004, p.140, citado en Souza & Zanella, 2009) existe una estrecha relación entre la ubicación espacial de los grupos que tienen desventajas sociales y aquellas áreas donde existe el riesgo de que ocurra un evento adverso, es decir, las poblaciones socialmente vulnerables se ubican en áreas ambientalmente vulnerables y propensas a desastres.
Cuando se hace referencia a los desastres es necesario reflexionar acerca del riesgo como concepto complejo que representa algo que parece irreal, relacionado con el azar, con las posibilidades, con un hecho que nunca puede existir en el presente, sino únicamente en el futuro (Elms, citado en Cardona, 2001). Para Cardona (1993) un desastre puede definirse como:
un evento o suceso que ocurre, en la mayoría de los casos, en forma repentina e inesperada, causando sobre los elementos sometidos alteraciones intensas, representadas en la pérdida de vida y salud de la población, la destrucción o pérdida de los bienes de una colectividad y/o daños severos sobre el medio ambiente. Esta situación significa la desorganización de los patrones normales de vida, genera adversidad, desamparo y sufrimiento en las personas, efectos sobre la estructura socioeconómica de una región o país y/o la modificación del medio ambiente. (p.52)
De forma similar, Lavell (2001, p.5) afirma que un desastre es el fin de un proceso, a veces muy largo, de construcción de condiciones de riesgo en la sociedad. Esto se da en el momento en que un determinado evento físico ocurre y con ello muestra las condiciones de vulnerabilidad existentes, revelando el riesgo latente y convirtiéndolo en un producto, con consecuencias en términos de pérdidas y daños.
Siguiendo esta línea, el riesgo se compone de dos dimensiones: peligro o amenaza y vulnerabilidad. Mientras que la amenaza alude a la posibilidad de la ocurrencia de un evento físico –el cual puede causar daño a la sociedad–, la vulnerabilidad refiere a una serie de características diferenciadas de la sociedad o subconjuntos de la misma, que la predisponen a sufrir daños frente al impacto de un evento físico externo y dificultan su posterior recuperación (Lavell, 2001). Cuando no se pueden caracterizar las dimensiones y no hay conocimiento sobre ellas, ya no se trata de riesgo sino de incertidumbre. Esa incertidumbre causa un impacto negativo en la comunidad, por no saber en qué momento y de qué forma la vida cotidiana se puede ver trastocada por un evento adverso (Natenzon, 1995).
Conocer los riesgos, sus dimensiones y las configuraciones sociales en torno del mismo en el territorio, significa que se puede medir, controlar, evitar o amortiguar sus efectos; pronosticar su ocurrencia y prepararse frente a ella, ya sea mediante la acción directa (medidas estructurales2) o indirecta (medidas no estructurales3). Por lo tanto, es necesario su estudio y evaluación, junto al reconocimiento de las dinámicas socioambientales, a fin de eliminar la incertidumbre, reducir la vulnerabilidad y brindar herramientas para su gestión.
METODOLOGÍA
El abordaje metodológico se basa en un acercamiento a la realidad de carácter exploratorio, descriptivo y analítico, con una orientación explicativa que incorpora datos cuantitativos. La etapa de recopilación de datos se desarrolló a partir de distintas fuentes: i) antecedentes teóricos y técnicos elaborados para el reconocimiento del territorio en estudio y las condiciones que colaboran en la construcción del riesgo hídrico en La Plata; ii) el Registro Nacional de Barrios Populares4 (Renabap) que brinda datos oficiales y recientes sobre los barrios populares a nivel nacional; y iii) la base de datos proveniente del Instituto de Geomorfología y Suelos (IGS) y del Centro de Investigaciones de Suelos y Aguas de Uso Agropecuario (CISAUA), que brinda información técnica sobre el soporte natural y físico del partido de La Plata.
El Renabap utiliza el término de Barrios Populares para englobar a las villas y asentamientos, es por eso que en los próximos apartados se habla de barrios populares (en adelante BP) y no de asentamientos informales, ya que se trabaja con esa fuente por ser la más actualizada. Si bien estos datos se modifican continuamente debido al dinamismo propio de los procesos socioterritoriales que implican las condiciones del hábitat y que producen cambios en la estructura y organización de la ciudad, a los fines prácticos del estudio se trabaja con información y cifras oficiales disponibles y más recientes al momento de la recolección y la escritura5.
El abordaje territorial es multiescalar, a partir de dos aproximaciones territoriales: (i) el PdLP en referencia al Gran La Plata y (ii) sus diez cuencas hídricas pertenecientes, con vertiente al Río de La Plata. El análisis de los datos permite elaborar, mediante un relevamiento georreferenciado, cartografía temática que contribuye a la visualización, análisis y explicación de la ocupación territorial que despliegan los AI en el PdLP, en torno de las cuencas hidrográficas y sus arroyos. Esto conlleva a la síntesis de un conjunto de información necesaria para conocer el territorio y las dinámicas sociales y poder abordar la problemática de la informalidad y el riesgo ante inundación.
INFORMALIDAD URBANA EN EL PARTIDO DE LA PLATA Y RIESGO DE INUNDACIÓN
El PdLP es un conglomerado urbano-rural que junto a los partidos de Berisso, Ensenada y la jurisdicción del Puerto La Plata, conforman la microrregión denominada Gran La Plata (GLP) con 1.162 Km2 –116.200 Ha– de superficie total, con 17.857 Ha de territorio ocupado urbanizado y 801.901 habitantes según el Censo NHPyV 2010 (Ronco & López, 2017). En cuanto su localización, el PdLP se encuentra ubicado al sur de la Región Metropolitana de Buenos Aires, entre 7 y 10 km del Río de la Plata y a 56 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, siendo la ciudad de La Plata la capital de la provincia de Buenos Aires.
Figura 1. Ubicación geográfica Partido de La Plata.

Fuente: Hurtado et al., 2006.
El PdLP se asienta sobre dieciséis cuencas hidrográficas con sus respectivas subcuencas (algunas de ellas compartidas con otros partidos vecinos) conformando un sistema de arroyos que desembocan en el Río de la Plata (vertiente del Río de La Plata) o en el río Samborombón (vertiente del río Samborombón). Las cuencas pertenecientes a la vertiente del Río de La Plata son diez, están integradas por diecisiete arroyos y tiene un rumbo general de escurrimiento Suroeste-Noroeste (Canevari et al., 2019). Se las denominan como:
1. Cuenca de los Arroyos Pereyra y San Juan (compartida con el partido de Berazategui). 2. Cuenca de los Arroyos Carnaval y Martín Subcuenca Arroyo Carnaval Subcuenca Arroyo Martín. 3. Cuenca de los Arroyos Rodríguez y Don Carlos Subcuenca Arroyo Rodríguez Subcuenca Arroyo Don Carlos. 4. Cuenca del Arroyo Del Gato Subcuenca Arroyo Del Gato Subcuenca Arroyo Pérez Subcuenca Arroyo Regimiento. 5. Cuenca del Arroyo Zoológico. 6. Cuenca del Arroyo Circunvalación. 7. Cuenca del Arroyo Maldonado. 8. Cuenca del Arroyo Garibaldi. 9. Cuenca del Arroyo Sin Nombre. 10. Cuenca del Arroyo El Pescado.
Figura 2. Cuencas hídricas pertenecientes al Partido de La Plata.

Fuente: Hurtado et al., 2006.
Estas cuencas totalizan una superficie de 566.9 km2 (Hurtado et al., 2006) aproximadamente el 63% de la superficie del PdLP (893.53 km2) (Rotger, 2017). Los arroyos nacen y se desarrollan dentro de su territorio, mientras que en Ensenada y Berisso discurren por canales artificiales de pendientes escasas que, acoplados a pequeños arroyos naturales, llegan a desembocar en el Río de la Plata formando bañados (López & Etulain, 2019).
Con el proceso de expansión, a los arroyos les llegó la urbanización. A partir de allí, muchos de ellos comenzaron a funcionar como drenajes, conductos o espacios de evacuación de efluentes, mientras que otros se entubaron o canalizaron. Agregado a esto, se subdividió y ocupó la planicie de inundación de los arroyos y/o los espacios de ampliación de sus cauces y no fueron tratados con la lógica de ocupación respetando su cauce ni adaptándose a su cuenca (Etulain & López, 2017).
De esta manera, las características de una importante porción de las cuencas cambiaron sustancialmente, pasando de una condición rural a un alto desarrollo urbano (Facultad de Ingeniería, 2013). Como agravante, ese proceso de ocupación no fue acompañado de un conocimiento sobre los niveles de riesgo hídrico existentes, lo que expuso a la población a asentarse en zonas bajo riesgo de inundación.
A este soporte natural y estado socioambiental de base, se incorpora la crisis climática que se hizo presente en varias ocasiones en forma de lluvias extraordinarias hasta llegar al desastre del 2 de abril de 2013, con una precipitación extraordinaria de 400 milímetros –313 mm en seis horas–, cuando lo ordinario para ese mes es 111 mm, ocasionando un resultado catastrófico que dejó un registro oficial de 89 muertes y múltiples daños sociales y materiales (López & Etulain, 2019). Este evento dejó al descubierto las consecuencias de poblaciones habitando en áreas de alto riesgo, demostrando la falta de planificación y gestión de las cuencas hidrográficas de la región.
Recuperando el informe del Proyecto de Investigación Orientado (PIO) CONICET-UNLP (2014-2016)6, se observa que no es la primera vez que la ciudad sufre inundaciones. Los registros demuestran que existen desde las primeras décadas del siglo XX por desborde de los arroyos Carnaval, Martin, Rodríguez, Don Carlos, del Gato, Maldonado, del Pescado y otros afluentes menores. En un estudio de precipitaciones entre 1971-1980 se pueden contar 25 inundaciones; entre 1981-1990 se duplicaron, y durante 1991-2000 se verificaron 78 eventos. Las últimas inundaciones registradas acontecieron en los años 2002, 2008, la más importante en 2013, 2018, y la última el 18 de agosto de 2023.
A partir de lo mencionado, se establece que desde los orígenes y fundación de la ciudad no se tuvo en cuenta en su planificación el soporte físico-natural: la población se asentó, las calles se trazaron, las casas y edificios se construyeron haciendo omisión a los arroyos que, tanto a cielo abierto como en forma subterránea, atravesaban el territorio; sin un Plan Director o Plan Urbano Territorial que orientara el crecimiento por extensión y/o consolidación hacia lugares ambientalmente seguros (Ronco & López, 2017).
Se puede decir que las causas de inundación se corresponden con la región geográfica por razones climáticas y edáficas, pero siempre están asociadas con la acción antrópica referida a los procesos de producción y reproducción social, sumado al cambio climático (López & Etulain, 2019). Esto deja entrever que el área en cuestión se encuentra en constante riesgo como territorio inundable y que requiere de políticas específicas, tanto de medidas estructurales y no estructurales.
Fue a partir de la inundación de 2013 que comenzaron a planificarse y ejecutarse obras hidráulicas, sobre todo en la cuenca Del Gato-Pérez-Regimiento, dedicadas a la ampliación y agilización del drenaje de los principales cursos en la cuenca hídrica regional. La obra formó parte del proyecto estructural de Canalización del Arroyo Del Gato, desde su desembocadura en Río Santiago hasta la avenida 143, donde se lleva adelante el ensanche y profundización del cauce.
En este contexto, el gobierno de la provincia de Buenos Aires anunció la relocalización de familias en situación de precariedad y vulnerabilidad que estaban viviendo a la vera del arroyo ya que entorpecían el desarrollo de las obras hidráulicas de canalización y saneamiento. Es decir, que solo se realizaron intervenciones públicas muy limitadas en relación con ciertos AI que se circunscribieron a políticas de relocalización en el marco de medidas estructurales mayores circunscriptas a un evento trágico (Del Río y Gonzales, 2018). Pero, ¿qué ocurre con el resto de los AI que están expuestos al mismo riesgo y aún no fueron relocalizados a zonas más seguras y aptas para el uso urbano residencial?
En este punto, cabe aclarar que si bien la reubicación suele ser la solución más efectiva a estos problemas no siempre es un camino viable, ya que se trata de un proceso complejo que, generalmente, va a acompañado de reacciones sociales negativas al implicar la pérdida de un hábitat propio y conocido. Además, se trata de procesos onerosos que involucran múltiples escalas de actuación y una variedad de actores intervinientes. Por lo tanto, se considera que aquellos AI que se asientan en márgenes de arroyos (enfrentando el riesgo hídrico y variedad de problemas ambientales) y no pueden ser relocalizados necesitan estar preparados para enfrentar otra posible inundación, ya sea mediante medidas estructurales o no estructurales que se puedan implementar.
Para el caso de La Plata y su región de influencia, existen múltiples abordajes y estudios que analizan el territorio y su fragilidad hídrica. Entre los más destacados, se puede mencionar el Plan de Reducción del Riesgo de Inundaciones en la región de La Plata (RRI La Plata) (2019), realizado en el marco de un Convenio entre la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y la Municipalidad de La Plata (MLP) para dar respuesta a las problemáticas que han sufrido por las reiteradas inundaciones, provocadas por tormentas severas, en un ambiente que siempre fue vulnerable a este fenómeno natural.
Como producto de este plan surge el “Manual Plan de Reducción de Riesgo por Inundaciones en la Región de La Plata (Plan RRI La Plata – Qué hacer). Inundaciones en La Plata: Qué aprendimos y qué más debemos saber”, como medio didáctico que aporta al diálogo de saberes con la comunidad. Propone llevar a cabo la capacitación de funcionarios, voluntarios calificados, población adulta, personas con capacidades diferentes, adolescentes y niños. Además, pretende la incorporación de estos contenidos en Programas de educación vigentes a todo nivel.
A pesar de la existencia de esta información disponible, aún existe una escasa y limitada aplicación del conocimiento generado en torno al riesgo hídrico en el ámbito de la planificación y el ordenamiento territorial, como herramienta de política pública. Por lo que es momento de visibilizar la problemática, los insumos existentes y su falta de aplicación en territorio que involucre a todos los actores intervinientes, a fin de pensar soluciones para construir la resiliencia necesaria que abra camino hacia un desarrollo justo, equitativo y sostenible.
Resultados y discusión
En el marco de las problemáticas que caracterizan al PdLP, se destaca la presencia de múltiples poblaciones viviendo en condiciones de alta vulnerabilidad. Si bien las primeras formas de ocupación eran villas que se localizaban en intersticios urbanos próximos al casco urbano de La Plata o de las zonas industriales de Berisso y Ensenada, los asentamientos se convirtieron en la tipología predominante con el paso del tiempo y se fueron consolidando como formas más periféricas en áreas poco valorizadas por el mercado inmobiliario (Del Río y Gonzales, 2018).
Tabla 1. Barrios populares por partido, Gran La Plata.

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Renabap, 2023.
El Renabap (2023) reconoce que en el GLP hay un total de 199 BP conformados por 41.188 viviendas con 45.319 familias viviendo, ocupando una superficie de 2.192,29 ha. De ese total, 162 BP(81,4%) corresponden al partido de La Plata conformados por 30.565 viviendas, con 33.632 familias y ocupando una superficie de 1597.4 ha.; 19 (9,55%) a Berisso con 7.007 viviendas y 7.708 familias, ocupando una superficie de 375,57 ha.; y 18 (9,05%) a Ensenada con un total de 3.616 viviendas y 3.979 familias residiendo, ocupando una superficie de 219.32 ha (Tabla 1 y Figura 3).
Figura 3. Mapa de barrios populares por partido del Gran La Plata.

Fuente: Elaboración propia con herramienta SIG, con base en datos de Renabap (2023) y Cisaua (2019), 2023.
Contrastando el número de familias que viven actualmente en BP en el PdLP (33.632) con los 18.600 hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) registrados en el Censo Nacional de Población de 2010, se verifica un aumento de un 80,8% de BP con familias que no acceden a un hábitat digno en los últimos trece años. De esta manera, se evidencia la magnitud del problema de la informalidad en continuo crecimiento.
Figura 4. Mapa de barrios populares por cuenca con vertiente al Río de La Plata.

Fuente: Elaboración propia con herramienta SIG, con base en Renabap y CISAUA, 2023.
Al contabilizar los BP en las diez cuencas del PdLP con vertiente al Río de la Plata, se observa que hay un total de 149 distribuidos en todo el territorio. Si se hace un análisis pormenorizado cuenca por cuenca, se puede visibilizar la distribución y ocupación de los mismos en cada una de ellas (Figura 4).
Tabla 2. Barrios populares por cuenca con vertiente al Río de La Plata.

Fuente: Elaboración propia con datos de Renabap 2023.
Haciendo un análisis de la Tabla 2, es posible identificar algunas preferencias en relación con la ocupación periférica territorial del partido. Las cuencas Del Gato-Pérez-Regimiento y la Cuenca Maldonado son las que presentan mayor cantidad de BP, con 80 BP (53,7%) y 22 BP (14,7%), respectivamente. En total, estas dos cuencas reúnen el 68,4% (102 BP) de todos los BP que se distribuyen en las cuencas del partido. Esto marca una clara tendencia en relación con las modalidades de ocupación informal del territorio.
Continúa en cantidad la cuenca Rodríguez-Don Carlos con un total de 16 BP y luego, la cuenca Carnaval-Martin con un total de 12 BP –ambas pertenecientes a la periferia noroeste del Partido de La Plata–. Le siguen la cuenca Garibaldi con 11 BP y la Pereyra-San Juan con 5 BP. Por último, la cuenca Circunvalación y la Cuenca del Pescado presentan solo 1 BP cada una. En el último caso, se debe a que, al haber sido declarada Paisaje Protegido de Interés por las autoridades provinciales (Ley 12.247) aún se mantiene ajena a las modificaciones de las obras hidráulicas y, en cierta medida, al proceso de urbanización. En ese sentido, es la cuenca de mayor extensión en la región y a su vez la menos antropizada; sin embargo, está atravesando un creciente desarrollo de actividades, principalmente de índole agropecuaria debido a la expansión del Cinturón Hortícola Platense (Delgado et al., 2017).
Gráfico 1. Cantidad de barrios populares por cuenca.

Fuente: Elaboración propia con datos Renabap, 2023.
De este análisis, se desprende que una alta concentración de BP se encuentra en áreas periféricas al casco urbano de la ciudad de La Plata, preferentemente en los ejes sudeste y sudoeste. Ellos presentan la mayor proporción de suelo ocupado por urbanizaciones informales, siendo parte del periurbano platense, caracterizado por presentar condiciones de pobreza y vulnerabilidad. La reproducción de este tipo de crecimiento está ligada a la dependencia con la centralidad y acceso a todos los servicios que brinda la ciudad que lleva a ocupar los intersticios de la periferia sur, en coincidencia con las cuencas altas y medias de los arroyos Del Gato-Pérez-Regimiento y Maldonado, preferentemente (Figura 5).
Figura 5. Concentración de los barrios populares hacia el sudeste y sudoeste del partido de La Plata.

Fuente: Elaboración propia con herramienta SIG con base en Renabap y CISAUA, 2023.
Son entonces los ejes sudeste y sudoeste los que presentan las más altas y peores condiciones de vulnerabilidad social del partido. Sobre todo, en comparación con el casco fundacional y el eje noroeste, que por vincularse al área metropolitana de Buenos Aires y la ciudad homónima (a través de la Autopista Buenos Aires-La Plata) presenta una lógica de ocupación y conformación social diferente: predominio de sectores de niveles económicos medios y altos, atractiva cualidad urbano-ambiental y presencia de barrios cerrados que, aunque también se han inundado en diferentes circunstancias, la población que allí habita tiene la capacidad de recuperarse más rápidamente que aquella que reside en BP.
Si se hace un análisis de los BP en torno del riesgo de inundación (Figura 6), del total de la superficie que contabilizan los 149 BP (1.460,57 ha) localizados al interior de las cuencas del PdLP con vertiente al Río de La Plata, se observa que: 108,75 ha presentan riesgo bajo; 240,43 ha presentan riesgo medio; 391,4 ha presentan riesgo alto y 383,26 ha tienen riesgo muy alto. Es decir que la mayor superficie de BP se localiza en áreas de riesgo alto y muy alto. De allí, también se desprende que el mayor porcentaje de superficie de BP en riesgo de inundación muy alto se localiza en las cuencas Del Gato – Pérez – Regimiento con 248,46 ha y Maldonado con 127,35 ha. Esto también coincide con el cinturón de vulnerabilidad consolidado en los ejes sureste y suroeste del PdLP.
Figura 6. Mapa con ubicación de barrios populares en relación al riesgo de inundación.

Fuente: Elaboración propia con herramienta SIG, con base en datos de Renabap (2023) y Cisaua (2019), 2023.
Por último, se puede decir que de los 149 BP, 63 (42,3%) están atravesados por arroyos y 23 (14,4%) se localizan en sus márgenes o áreas muy cercanas (Figura 7). En este sentido, la ocupación de áreas de riesgo refiere tanto a BP ubicados en los márgenes de los arroyos como a aquellos barrios cercanos.
Figura 7. Mapa de barrios populares en relación con los arroyos.

Fuente: Elaboración propia con herramienta SIG, con base en datos de Renabap (2023) y Cisaua (2019), 2023.
Por todo lo mencionado, se concluye que habría que buscar solución y dar respuesta a la población que ocupa 774,66 ha (7,75 km2) en condiciones de riesgo e informalidad. Esto significa que –más allá la cantidad de familias y hogares en BP– hasta que se ejecuten las políticas necesarias que permitan hacer frente a esta situación (con otras localizaciones y medidas estructurales), se deben poner en práctica medidas no estructurales que involucren la participación activa de la población en talleres barriales y la puesta en práctica de herramientas como la educación popular.
Entretanto, se avanza en el reconocimiento de la percepción del riesgo por parte de la población que habita en los BP con el fin de trabajar en campo con los vecinos y las vecinas, conformando la segunda parte de estos avances. Para ello, se gestiona el trabajo en el marco de los talleres comunitarios que tiene la Universidad Nacional de La Plata en el territorio.
CONSIDERACIONES FINALES
El análisis de la informalidad urbana permite visibilizar la relevancia de la problemática de la falta de acceso a suelo apto para amplios sectores de la población. A lo largo del presente trabajo, se pudo hacer foco en la realidad que viven actualmente miles de familias en situación de precariedad y riesgo en las cuencas del PdLP, a pesar de las múltiples inundaciones acontecidas;al mismo tiempo que se intenta reflexionar a partir de acercamientos empíricos que permitan enriquecer el conocimiento en torno de los desastres y las poblaciones que los viven de forma directa en el territorio.
La metodología implementada hizo posible establecer ciertas tendencias de ocupación informal en las cuencas del Partido de La Plata con vertiente al Río de La Plata. En principio, se evidencia un gran desequilibrio entre la estructura física de la ciudad y el medio natural, sumado a la debilidad de la planificación territorial y gestión pública.
Se observa que una gran parte de la población que habita en la informalidad se expone a distintas facetas del riesgo por inundación. El diagnóstico permitió definir el crecimiento urbano informal de la periferia de La Plata, en dos marcadas tendencias que atraviesan los grupos sociales de menores recursos que se asientan en barrios populares. En este sentido, la mayor ocupación informal sobre cuencas se da hacia la periferia de los ejes sudeste y sudoeste del Partido, sobre todo, en las cuencas Del Gato-Pérez-Regimiento y Maldonado, en sus partes medias y altas, formando un cinturón que se caracteriza por un alto porcentaje de precariedad, en coincidencia con los mayores niveles de riesgo de inundación.
Así, los barrios populares ocupan márgenes y planicies de arroyos debido a que son áreas vacantes y de bajo valor o a que las toman por la falta de control. Allí, encuentran terrenos vacantes que aún no se han insertado en la lógica del mercado inmobiliario formal pero que poseen una buena conectividad con el centro de la ciudad que les ofrece oportunidades laborales, de servicios y equipamientos. Esto demuestra cómo el crecimiento urbano acelerado sin planificación territorial trae aparejado altos niveles de segregación socioespacial y fragilidad ambiental. Al mismo tiempo que se agudizan las condiciones de vulnerabilidad para los habitantes de los asentamientos informales del Partido de La Plata expuestos a riesgo hídrico.
La última inundación acontecida el 18 de agosto de 2023 en la ciudad de La Plata dejó entrever su continua vulnerabilidad territorial al estar atravesada por varios cursos de agua que desbordan sobre sus márgenes ante eventos de precipitaciones extremas, evidenciando –nuevamente– la falta de una gestión integral del riesgo hídrico.
Ante los resultados que arroja el trabajo que se presenta, se considera que la peligrosidad por inundación es una amenaza constante, la población ocupa zonas de riesgo y el conflicto de los más vulnerables sigue en aumento. Es necesario recuperar la conciencia de la situación de una gran parte de la población platense que, ante la falta de posibilidad de acceso a suelo urbano y a una vivienda digna, solo acceden a vivir en terrenos degradados y, sobre todo, sometidos a amenazas ambientales.
Frente a este panorama, deben implementarse medidas preventivas de adaptación y mitigación del riesgo y poner en práctica medidas no estructurales con participación de la población en talleres barriales y con herramientas como la educación popular. Así como lograr que el proceso de urbanización incorpore las áreas de informalidad a partir de regularizaciones en la tenencia de suelo y vivienda, asegurando cuanto antes evitar el riesgo de inundación y garantizando a futuro la ocupación de tierras aptas y buenas condiciones urbanas ambientales.
Notas
- Aquellos registrados en el Renabap que cumplen con las siguientes condiciones: existen desde antes del 31 de diciembre de 2018; están formados por 8 familias, como mínimo; y más de la mitad de la población no tiene título de propiedad ni acceso a 2 servicios básicos (agua corriente, energía eléctrica con medidor o cloacas). Engloba todas las villas y asentamientos repartidos a lo largo y ancho de toda la Argentina.
- Cualquier construcción física para reducir o evitar los posibles impactos de las amenazas, o la aplicación de técnicas de ingeniería para lograr la resistencia y la resiliencia de las estructuras o de los sistemas frente a las amenazas. En https://tatyanapazos.blogspot.com/2012/04/medidas-estructurales-y-no.html
- Cualquier medida que no suponga una construcción física y que utiliza el conocimiento, las prácticas o los acuerdos existentes para reducir el riesgo y sus impactos, especialmente a través de políticas y leyes, una mayor concientización pública, la capacitación y la educación. En https://tatyanapazos.blogspot.com/2012/04/medidas-estructurales-y-no.html
- Decreto presidencial para la integración sociourbana de los barrios populares, desarrollado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en 2018. Reúne información sobre villas y asentamientos en proceso de urbanización con la finalidad de brindar servicios esenciales a quienes aún no han logrado acceder a los mismos. No persigue facilitar información de alcance censal y exhaustivo, sino que los datos publicados son estimativos.
- La última información disponible de Renabap al momento de elaboración del presente artículo data de junio del 2023. Mientras que la información disponible de IGS- CISAUA corresponde al año 2019.
- Dirigido por Ronco, A. E. y co-dirigido por López, I. Publicado en 2017.
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