Cuaderno Urbano Nº41 | Año: 2025 | Vol. 41
ARTÍCULO DE FONDO
HISTORIAS Y REFLEXIONES SOBRE LA AUTOPRODUCCIÓN DE LA VIVIENDA A PARTIR DE LOS MANUALES PRÁCTICOS DE CONSTRUCCIÓN DE JAIME NISNOVICH
STORIES AND REFLECTIONS ON THE SELF-PRODUCTION OF HOUSING FROM JAIME NISNOVICH’S MANUALES PRÁCTICOS DE CONSTRUCCIÓN
HISTÓRIAS E REFLEXÕES SOBRE A AUTOPRODUÇÃO DE MORADIAS DOS MANUALES PRÁCTICOS DE CONSTRUCCIÓN DE JAIME NISNOVICH
María Eugenia Durante
Arquitecta por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Doctora en Estudios Urbanos por la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), Instituto del Conurbano de la UNGS.
E-mail: durantemariaeugenia@gmail.com
Orcid: https://orcid.org/0000-0001-5827-8812
Resumen
Desde hace muchos años, existen manuales que acompañan procesos de autoproducción de vivienda, espontáneos o planificados, brindando conocimientos para mejorarlos. Con la vuelta de la democracia en 1983 en Argentina, el financiamiento de organismos internacionales y el diálogo con diversos actores que habitaban las barriadas populares, emergió la iniciativa de los Manuales Prácticos de Construcción impulsados por el arquitecto Jaime Nisnovich. Era el inicio de lo que se convertiría en el manual de construcción más consultado del país y una aventura que continúa hasta la actualidad, apuntando a un público difícil de llegar con las políticas públicas: el autoconstructor y/o autogestor de sus viviendas con ahorro propio o créditos, una figura que ha poblado y puebla extensas áreas del país. Este artículo reconstruye la historia de los manuales de Nisnovich, en diálogo con debates históricos y actuales sobre la autoconstrucción de la vivienda y el papel de la arquitectura.
Palabras clave
autoconstrucción; manuales de construcción; vivienda social; autogestión de la vivienda.
Abstract
For many years, there have been manuals that support spontaneous or planned housing self-production processes, providing knowledge to improve them. With the return of democracy in Argentina in 1983, with financing from international organisations and dialogue with various actors, who lived in low-income neighborhoods, the initiative of the Manuales Prácticos de Construcción, promoted by architect Jaime Nisnovich, emerged. These were the beginnings of what would become the most consulted construction manual in the country and an adventure that continues to the present day, focusing on a public that is difficult to access through public policies: the self-builder and/or self-manager of their own homes through their own savings or credits,. a figure that has populated and continues to occupy large areas of the country. This article reconstructs the history of Nisnovich’s manuals, in dialogue with historical and current debates on the self-construction of housing and the role of architecture.
Keywords
self-construction; construction manuals; social housing; housing self- management.
Resumo
Há muitos anos, existem manuais que acompanham os processos de autoprodução habitacional espontâneos ou planejados, fornecendo conhecimento para melhorá-los. Com o retorno da democracia na Argentina em 1983, o financiamento de organizações internacionais e o diálogo com diversos atores que viviam em bairros de baixa renda, surgiu a iniciativa dos Manuales Prácticos de Construcción, promovida pelo arquiteto Jaime Nisnovich. Esse foi o início do que se tornaria o manual de construção mais consultado do país e uma aventura que continua até hoje, voltada para um público difícil de alcançar com políticas públicas: o autoconstrutor e/ou autogerenciador de suas próprias casas por meio de suas próprias economias ou créditos, uma figura que povoou e continua a povoar grandes áreas do país. Este artigo reconstrói a história dos manuais de Nisnovich, em diálogo com debates históricos e atuais sobre a autoconstrução de moradias e o papel da arquitetura.
Palavras-chave
auto-construção; manuais de construção; habitação social; auto-gestão da habitação.
DOI: https://doi.org/10.30972/crn.41418588
INTRODUCCIÓN
La autoconstrucción, o la idea de que el propio poblador sea quien ejecute su vivienda, es una cuestión que ha sido problematizada desde diversos ámbitos, épocas y perspectivas. La autoconstrucción es la forma histórica a la que recurren diversos sectores de la sociedad para producir su vivienda ante la imposibilidad de acceder a las que produce el mercado inmobiliario. Desde la década del sesenta y hasta la actualidad, esta “práctica popular” se incorporó con fuerza en la agenda de las políticas públicas destinadas a la urbanización de asentamientos populares, en los programas de organismos internacionales y en los procesos impulsados por organizaciones de base territorial. Estas iniciativas se apoyaron en la autoconstrucción para mejorar los procesos de producción de las viviendas, sea tanto para mejorar la productividad (a partir del trabajo colectivo), para reducir costos de la mano de obra o para socializar la producción, persiguieron diversos fines sociales, económicos y políticos. En paralelo con estas acciones planificadas, aparece una serie de prácticas individuales e independientes de familias que autoconstruyen y/o autogestionan la producción de sus viviendas. En este caso, los autoconstructores/as utilizan su tiempo libre para construir sus viviendas, mejorarlas o ampliarlas, recurriendo a ahorros propios, créditos públicos o privados. En muchas ocasiones, también recurren a la ayuda de otros familiares y vecinos/as, o contratan a terceros para realizar tareas especializadas, pero siempre se trata de acciones gestionadas desde el núcleo familiar de manera independiente. Hacia este público expresa orientar Jaime Nisnovich sus Manuales Prácticos de Construcción, sin embargo, su análisis permite, además, recuperar y volver sobre ciertas dimensiones de un debate histórico aún vigente y necesario de recuperar para pensar las políticas actuales orientadas a la producción del hábitat popular.
El debate histórico sobre la autoconstrucción, entre John Turner (1976), Emilio Pradilla Cobos (1982) y Rod Burgess (1978), puso el eje en las condiciones estructurales que se disponían en estas formas de producción de ciudad, donde lejos de la proclamada “libertad a los usuarios” de Turner, la misma se encontraba con múltiples contradicciones propias del modelo de producción capitalista de las ciudades latinoamericanas. La autoconstrucción continúa siendo una de las formas principales en que los sectores populares producen sus espacios, por lo que, lejos de pautar la discusión en términos de “bandos irreconciliables” (Cravino, 2012, p.63) es necesario actualizarla; un problema vigente al que diversos actores de la sociedad están abocados a abordar y asesoran de múltiples formas. En este contexto, los manuales son herramientas de consulta para las familias autoconstructoras y acompañan instancias de capacitación individual o colectiva.
Los Manuales Prácticos de Construcción (en adelante MPC) realizados por Jaime Nisnovich sobresalen debido a su impacto; se encuentran hasta el día de hoy en cientos de puestos de venta de diarios y revistas, se han vendido miles de ejemplares y son una herramienta de formación para estudiantes de las facultades de arquitectura de todo el país. Poco se conoce sobre su autor y el origen de estos materiales que siguen siendo una fuente de consulta para públicos muy diversos. Los manuales como dispositivo para la enseñanza de los conocimientos básicos en construcción se los puede rastrear desde los años treinta en adelante, influenciados por las políticas de alfabetización en contextos de modernización de los Estado-nación en Latinoamérica, destacando el caso de México. Una herramienta que era destinada a las poblaciones campesinas e indígenas principalmente, para luego pasar a contextos urbanos ante el crecimiento exponencial de las periferias populares hacia los años cincuenta. A partir de mediados del Siglo XX en adelante, estos manuales se convierten en cartillas y folletos, incorporan herramientas de la gráfica popular y desarrollan contenido sobre diferentes aspectos de la autoconstrucción de la vivienda: los mecanismos de gestión de los recursos, las nuevas tecnologías, las técnicas tradicionales recuperadas, las formas de organizarse en la comunidad, las normativas urbanísticas y los derechos ciudadanos, las posibilidades de crecimiento de las viviendas, entre otros. Difunden conocimientos que permiten trascender el mero acompañamiento a las tareas de construcción. Sin embargo, ninguno de esos materiales ha tenido el alcance y la trascendencia de los MPC, los cuales, a más de treinta años de su lanzamiento, continúan brindando conocimientos básicos de construcción (el manual más vendido de la colección) y sobre las instalaciones sanitarias.
¿En qué contexto emergieron los MPC y por qué han perdurado en el tiempo? ¿Quién es Jaime Nisnovich, qué piensa y cómo se vincula a los procesos de autoconstrucción? ¿Qué proponen y cómo interactúan los MCP con las dinámicas de autoproducción de la vivienda popular del Siglo XXI? Son algunas de las preguntas que guían la presente investigación histórica y descriptiva de un caso destacado y poco conocido en el medio local. Para la realización de la investigación se recurrió a un trabajo de archivo, consultando folletos y revistas de los años ochenta. A la vez, se realizó una entrevista extensa al propio Jaime Nisnovich (realizada en julio de 2022). Este trabajo con fuentes orales y escritas se inscribe en una investigación más amplia que apunta a reconstruir y problematizar sobre la historia de las acciones y políticas de autoconstrucción orientadas para la vivienda popular en el país entre los años setenta y ochenta del Siglo XX. El presente artículo se organiza en tres partes, además de la presente introducción. La primera donde se revisan los debates conceptuales con los que se apunta a dialogar. La segunda parte con el desarrollo del caso analizado, con una caracterización de su autor, de los MPC y los contextos de producción, así como diversos comentarios sobre su vigencia y el último manual de la colección, aún en proceso. En la última parte, se desarrolla la discusión y se reflexiona sobre los aportes de los manuales de Nisnovich para pensar los procesos actuales de autoconstrucción de la vivienda popular en Argentina.
DEBATES CONCEPTUALES
Interesa situar y hacer dialogar la caracterización de los MPC en el marco de tres discusiones que se entrelazan y solapan. Primero, en torno del debate histórico sobre la autoconstrucción de la vivienda popular; segundo, las distinciones entre autoconstrucción y autoproducción, individual y colectiva; y, tercero, el papel de los manuales de capacitación para la construcción.
La discusión Turner-Pradilla Cobos signó el debate sobre la autoconstrucción de la vivienda y lo centró en sus dimensiones estructurales. A la par, los esfuerzos que apostaron por la misma, sea desde el Estado, organismos internacionales o movimientos de pobladores, no cesaron y continúan hasta la actualidad. El debate quedó lejos de ser: ¿autoconstrucción sí o no? Las formas de trabajo colectivo en la construcción siguen siendo una manera de mejorar la apropiación de los procesos por parte de los futuros habitantes, reforzar los procesos de organización sociocomunitaria y prefigurar nuevas formas de relacionarse en el trabajo. Sin embargo, también continúa siendo un mecanismo para reducir los costos de la mano de obra, para tercerizar el trabajo de ejecución que debiera garantizar el Estado, para responsabilizar a los beneficiarios del esfuerzo necesario para garantizar su derecho a la vivienda, extendiendo su jornada laboral y desgaste físico. Tensiones que perduran y sobre las que es necesario regresar para analizar en profundidad.
El debate histórico de los años setenta centró su crítica en las políticas de apoyo a la autoconstrucción que se desplegaron desde fines de los cincuenta en toda la región, varias de ellas impulsadas por el financiamiento de organismos internacionales. En Argentina, trabajos recientes permiten ver los primeros programas de este tipo que se dieron, por ejemplo, en la Provincia de Buenos Aires, con el Asistencia Técnica Esfuerzo Propio y Ayuda Mutua (ATEPAM) entre 1958 y 1962 (Longoni, Gregoric, Labra y Carranza, 2023) o en el Programa de Ayuda Mutua en la Provincia de Mendoza en los años sesenta (Raffa, 2025). Hacia los años setenta, estos mecanismos se multiplican y son apropiados por diversos actores estatales y sociales que abordan la problemática habitacional de los sectores populares. En la Comisión Municipal de la Vivienda (CMV) de la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se implementa interesantes políticas de participación comunitaria en cada una de las villas de emergencia (Durante, 2022), además del conocido caso de realojamiento de la Villa 7 y construcción del Barrio Justo Suárez (1970-1974). Experiencias que propusieron generar empleo a partir de la participación de los vecinos/as en la construcción y la generación de diversos emprendimientos productivos, mecanismos innovadores que buscaban revertir las críticas y fomentar la integración social y económica. Estas iniciativas fueron interrumpidas por la dictadura cívico-militar, sin embargo, los esfuerzos organizados de autoconstrucción de la vivienda no frenaron, como relatan los trabajos de Varela Daich (2016).
Los MCP se generaron en el contexto de las políticas habitacionales del gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989), en el marco del período conocido como transición democrática. Particularmente, sus orígenes se relacionan con las acciones del Banco Hipotecario Nacional (BHN) cuyo Programa Techo incluía entre sus modalidades la autoconstrucción asistida individual o colectiva, impulsadas por cooperativas o municipios. Este programa otorgaba créditos blandos a familias de escasos recursos para que mejoren o construyan sus viviendas. Va a ser de los escasos esfuerzos que se encuentren a nivel nacional que promuevan la participación directa de los beneficiarios, antes de las fuertes privatizaciones y profundización de las políticas neoliberales de los años noventa. Hay que esperar a los años posteriores al estallido social de 2001 para encontrar políticas que propongan procesos de autoconstrucción asistida, como algunas iniciativas particulares del Programa de Mejoramiento de Barrios (PROMEBA, 1997-2015) o el Programa Federal de Mejoramiento de Viviendas Mejor Vivir (2006-2010). En este marco de políticas se inscribe el origen y la supervivencia de los MCP. A pesar de que el propio autor expresa que los manuales eran destinados a la población de clase media media-baja con ahorros, que autoconstruyen su vivienda de manera independiente, los MCP han circulado por las organizaciones ejecutoras y familias beneficiarias de los programas recientes. Tanto es así que para el Programa Argentina Trabaja (lanzado en 2009) de inclusión sociolaboral, se le pidió al propio Nisnovich los manuales para entregar copias a los integrantes de las cooperativas que se generaron para realizar obras de mejoras en asentamientos populares.
El destinatario tipo para el que los MCP fueron realizados podría ingresar en la categoría del autoproductor individual. Aquí interesa la distinción que realiza Ortiz sobre autoconstrucción y autoproducción. En el primer caso, el usuario construye de manera directa su vivienda, mientras que en el segundo, coordina las acciones necesarias para que eso ocurra. La autoproducción resulta del proceso de producción de la vivienda “que se realiza sin fines de lucro, por iniciativa y bajo el control directo de sus propios usuarios sea de manera individual, familiar, comunitaria o colectiva y organizada” (Ortiz, 2007, p. 35). Los MCP se orientan hacia lo que se considera autoproducción individual, “entendida como la capacidad de individuos para decidir cómo producir su vivienda” (Enet, 2022), para que adquieran los conocimientos básicos de construcción (primer manual) y de instalaciones sanitarias y cloacales (segundo y tercero), sea que se aboquen a construir de manera directa o para que puedan supervisar la contratación de terceros. Un cuarto manual, aún inconcluso, apunta a presentar herramientas para que los autoproductores diseñen su casa, con base en prototipos y sus variantes. Este último material refuerza aún más la idea original de Nisnovich de dar herramientas a quienes autogestionan la producción, para que puedan hacer su “planito”. Esto último, se aproxima a otra discusión en torno del papel de los arquitectos/as en la autoproducción del hábitat. Emergen las preguntas de qué sucede cuando no hay recursos para la asistencia técnica y si es posible que el propio poblador diseñe su vivienda, qué dificultades técnicas aparecen.
En Argentina, los aportes de Victor Pelli (1996), desde el Chaco, y de Horacio Berretta (1987), desde Córdoba, apuntalaron la discusión sobre el hábitat popular en los años de vuelta a la democracia, que se inició en 1983, aunque sus trayectorias habían comenzado a fines de los sesenta. Interesa recuperar las definiciones que construye Pelli (2001) en torno de tres orientaciones: la autoconstrucción espontánea y autónoma, la autoconstrucción dirigida y la autoconstrucción asistida. La primera remite al mecanismo habitual con el que los pobladores construyen sus viviendas en los asentamientos populares; la segunda da cuenta de las situaciones en que se recurre a la mano de obra de los pobladores, en operaciones coordinadas por instituciones externas —no siempre estatales—; y la última refiere a aquellas experiencias en las cuales la intervención de las instituciones externas se presenta para aportar, reforzar y optimizar el trabajo de forma espontánea y autónoma. En este marco, los MCP aportan en la línea asistida, aunque puede o no mediar persona que explique los contenidos de la cartilla, algo que en los inicios de los trabajos de Jaime es visible, participando de espacios de capacitación. Sin embargo, el autor luego va a apuntar a que los manuales sean dispositivos para el aprendizaje autónomo y la libre apropiación de quienes los consulten, más cercano a quienes participan en la “autoconstrucción espontánea”.
Figura 1. Tapa de los primeros manuales de autoconstrucción en México.

Fuente: elaboración propia con base en Vázquez Vela (1928), Galaviz y Moya (1936) y Leduc (1940).
Los manuales de autoconstrucción han sido una herramienta utilizada desde inicios del Siglo XX para brindar conocimientos básicos y que la propia gente pueda realizar su vivienda. Los primeros manuales de autoconstrucción que se hicieron en Latinoamérica se encuentran en México (figura 1). Eran herramientas pensadas para la instrucción de los sectores destinatarios de las viviendas y equipamiento social, para su construcción, uso y/o mantenimiento. Luego de la revolución mexicana, hacia los años veinte, se desplegó una gran política de alfabetización del sector campesino e indígena que formó parte del proceso de modernización cultural del país, cuya herramienta principal estuvo basada en los manuales educativos. Los manuales también fueron utilizados para difundir conocimientos sobre la construcción de escuelas y viviendas, primero en el área rural, y luego en el área urbana. El primer ejemplo que se conoce es de 1928 orientado a escuelas rurales, realizado por Gonzalo Vázquez Vela, quien dirigió la SEP, durante la presidencia de Cárdenas, e impulsó la realización del Manual del campesino, en 1936. Este último fue realizado por Ramón Galaviz y Víctor José Moya y contiene “instrucciones para la construcción de escuelas públicas de manera colaborativa, planos y dibujos isométricos de una vivienda de crecimiento progresivo, y estrategias para la construcción de jaulas y corrales para animales” (Landa, 2016). En los mismos años, Carlos Leduc realizó una serie de artículos para la revista El maestro rural, desde la que se difundieron conocimientos de construcción para los maestros, para que se transmitieran a las comunidades rurales.
En 1954, se publica la Cartilla de la Vivienda, realizada desde el Banco Nacional Hipotecario (BNH), por Félix Sánchez Baylón (1915-1969). Él retomó la tradición de manuales de autoconstrucción, comentaba anteriormente, y recibió el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA) y su Centro Interamericano de la Vivienda y Planeamiento (CINVA), creado en 1952 en Colombia. De la Cartilla se han realizado diversas ediciones, algunas editadas por el Colegio y la Sociedad de Arquitectos de México. Esta publicación sirvió de insumo para la realización de otros manuales que realiza el CINVA para mediados de los cincuenta, vinculación que se reforzó con la participación de Sánchez Baylón en diversas iniciativas impulsadas por la OEA referidas a vivienda social y sistemas de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio en todo el continente.
Figura 2. Bibliografía Básica Unificada.

Fuente: elaboración propia con base en FAU-UBA (1974).
La cartilla fue el resultado de una gran cantidad de investigaciones pioneras que se realizaban desde el BNH sobre las problemáticas de vivienda. Los manuales apuntaban a una acción educativa, desde la cual “promover el cambio cultural mejorando las condiciones de vida” (Sánchez Baylón, 1960, p.33). La cartilla y los diversos manuales del CINVA acompañaron las políticas de los organismos panamericanos que financian procesos de “ayuda mutua y esfuerzo propio” en las barriadas de Latinoamérica (Kozak, 2016). Estos esfuerzos tenían el objetivo de desarticular los movimientos políticos en las barriadas, fortalecidos desde el triunfo de la revolución cubana (1959). En Argentina, es posible encontrar en las bibliotecas los manuales del CINVA, pero, a la vez, también se encuentran cartillas de autoconstrucción que armaron diversas organizaciones y grupos universitarios. Un ejemplo de esto último son las cartillas que formaron parte de la Bibliografía Básica Unificada (figura 2) armada para los Talleres Nacionales y Populares que funcionaron en la arquitectura de la Universidad de Buenos Aires para 1974 (Durante, 2020). Estas cartillas condensaron conocimientos y experiencias de varias generaciones de arquitectos/as que fueron desarrollando prácticas de asesoramiento a los pobladores de villas y asentamientos.
Figura 3. Manuales actuales para la gestión social del hábitat.

Fuente: elaboración propia con base en Madre Tierra (2016), Secretaría de Acción Universitaria (2009) y Barros y San Juan (2011).
En los últimos años, es posible encontrar un cambio en contenidos, soportes y tecnologías de los dispositivos educativos orientados a la autoproducción del hábitat. Los manuales continúan siendo una herramienta pedagógica importante para poder difundir una serie de conocimientos, un sistema de valores, una ideología, una cultura (Choppin, 2001, p. 210). Los últimos manuales que aparecen en el campo del hábitat popular en Argentina (figura 3) apuntan, por ejemplo, a difundir el contenido de nuevas leyes, como el Manual de la Ley de Acceso Justo al Hábitat realizado por la Asociación Civil Madre Tierra (2016); o diversos mecanismos para proyectar y construir barrios, como el Manual de Urbanismo para Asentamientos Precarios realizado en la Universidad de Buenos Aires (UBA, 2009); o para incorporar tecnologías alternativas, como el manual para armar un Calentador Solar de Agua hecho desde la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), entre muchos otros. A pesar de su magnitud, poco se ha estudiado y evaluado sus posibilidades y limitaciones, sus contenidos y propuestas. Hay que ir al campo de la educación para encontrar una extensa discusión sobre los manuales escolares y otras herramientas pedagógicas que retroalimentan la discusión. En este contexto, los MCP continúan vigentes, es posible adquirirlos en la calle y consultarlos en cualquier biblioteca, por lo que a continuación se profundiza en su análisis.
JAIME NISNOVICH Y LOS MANUALES PRÁCTICOS DE CONSTRUCCIÓN
Contextos y trayectoria del autor
Jaime Nisnovich ingresó a la carrera de Arquitectura de la UBA en 1952 y egresó en 1960. Como estudiante, participó en los primeros concursos de proyecto, en los que ganó un premio al diseñar la estación de ómnibus de Oberá, Misiones. Fue docente en la UBA en el taller de Wladimiro Acosta y en la UNLP en el taller de Marcos Winograd, donde dio clases hasta mediados de los años sesenta. En sus últimos años de estudio y primeros como graduado, realizó trabajos de diseño gráfico, proyectos de oficinas y stand de exposiciones, concursos de hospitales y escuelas, una práctica profesional diversa. Al iniciar la década del setenta ingresa al estudio de José Aslán donde trabajó durante trece años, siempre en conjuntos de vivienda. Muchos de estos conjuntos fueron de gran escala, donde realizaba tareas de proyecto y dirección de obra. Fue quien realizó la dirección de obra del conjunto habitacional Piedrabuena, lo cual implicó un trabajo de gran envergadura. Trabajó también en proyectos de pequeña escala, siempre de vivienda nueva o refacciones. Toda esta trayectoria formativa generó su base de conocimientos y forjó su perspectiva sobre la vivienda; pero, sobre todo, sobre la vivienda masiva, desde una perspectiva sistemática y de resolución de gran escala y con un profundo conocimiento de las tareas de la obra de construcción. Desde allí, partirá su lectura sobre la temática de la vivienda y la significación sobre el aporte que podría hacer con los manuales.
Figura 4. Tapa de los Manuales Prácticos de Construcción.

Fuente: Ediciones Nisno, www.proyecteyconstruyabien.com
El germen de lo que luego serían los MPC (figura 5) se encuentra desde la vuelta a la democracia, en 1983. Según el propio Jaime Nisnovich, él no conocía experiencias previas de manuales cuando se le ocurrió la idea, pero durante el proceso de realización del primero fue recibiendo y encontrando muchos de los manuales que le habían antecedido. La propuesta de los MPC dista mucho de los manuales que le antecedieron en su gráfica y presentación, como es posible de contrastar en las imágenes (figura 5). Además de ese aspecto visible, también dista en sus objetivos y contextos de producción. Nisnovich cuenta que la idea inicial fue producto de un sueño, el cual condensó relatos y experiencias que fue conociendo en su entorno. Relata que mientras finalizaba unos arreglos en su propia vivienda:
el albañil que vino a hacerme los revoques me dijo “yo me estoy haciendo una casita”, y me hizo en un cartoncito una perspectiva que nunca entendí cómo era por dentro. El pintor me pidió si podía hacerle un planito de la casa. Y la chica que trabajaba en casa, con su novio, se estaban comprando un terrenito para hacerse la casa, entonces había algo. (Entrevista a Nisnovich, 2022)
Figura 5. Interiores del Manual Práctico de Construcción.

Fuente: Ediciones Nisno, www.proyecteyconstruyabien.com
Ese sueño sucedió en un contexto muy particular del país, cuando diversas fundaciones y organismos internacionales financiaron diferentes iniciativas. Primero, Jaime le comentó la idea a Oscar Oszlak, de cuya vivienda fue el arquitecto, y éste le sugirió presentarlo a la Inter-American Foundation (IAP). Oszlak le acercó la propuesta a la representante de IAP en Argentina, Ann Turnes, quien se mostró muy interesada y le solicitó a Nisnovich un presupuesto. Luego de ello, para poder recibir el financiamiento de la IAP, se acercó a su excompañero de facultad, Oscar Yujnovsky, para consultarle si podía el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), instituto que dirigía, brindarle el cuerpo legal necesario para recibir los fondos. Cuando comenzó a circular la idea de Jaime, se acercó a él José María “Pichi” Meisegeier, quien expresaba querer conocer “quién era el loco que salía del estudio de Aslan y Escurra para tomar el tema de la vivienda popular”, expresión con la que se acercó a la casa de Nisnovich. Tres personajes vinculados, por aquellos años, con el tema de la vivienda popular de diferentes maneras, mientras que Oszlak y Yujnovsky son sociólogos que realizaron importantes investigaciones en torno de las políticas de vivienda (ver Oszlak, 1991; Yujnovsky, 1984); Meisegeier era un cura que realizaba tareas en los barrios populares, reconocido por su intervención en las villas durante la dictadura, como en la Cooperativa de Autoconstrucción Copacabana en la villa 31 (Varela Daich, 2016, p.105).
Figura 6. Propuestas del Programa de Apoyo a la Autoconstrucción Independiente.

Fuente: Club del Hornero (1986).
La propuesta presentada inicialmente contemplaba un trabajo territorial con capacitaciones y acompañamiento en la autoconstrucción a un grupo de vecinos/as organizados en una asamblea barrial. La propuesta denominada Programa de Apoyo a la Autoconstrucción Independiente (figura 6) apuntaba a generar un “servicio de ayuda, asesoramiento y organización que intenta llegar a la gran masa de los autoconstructores del Gran Buenos Aires” (Nisnovich, 1986, p.82). En este programa se desarrollaron lo que denominaban “paquetes técnicos”, donde había documentación de prototipos de vivienda económica, adaptables a diferentes terrenos, autoconstruibles con ayuda de un “Manual del Autoconstructor”. Este último hace referencia a una primera versión que realizaron Nisnovich y el equipo, que tenía la mitad de extensión del primer MPC. Para distribuir, explicar y ajustar este “paquete técnico”, se realizaban instancias de capacitación y colaboración entre los autoconstructores. Para ello, se generó lo que se denominó el Club del Hornero, que apuntó a generar un “club como institución abierta, autónoma y propia del folklore ciudadano que, sugiriendo vínculos informales, laxos, con poca carga subjetiva de autoridad y poder, permite la participación libre y consensual, y la identificación mutua entre sus miembros” (Nisnovich, 1986, p.83). Las actividades en el Club incluían charlas, seminarios, conferencias, reuniones grupales y exposiciones, que se realizaban en diversas entidades sociales y deportivas (figuras 7 y figura 8). Esta experiencia se desarrolló en el asentamiento San Martín en San Francisco Solano, Partido de Quilmes, Provincia de Buenos Aires. Un barrio que se había generado a partir de una invasión de tierras durante los últimos años de la dictadura cívico-militar. En esta experiencia se utilizó la primera versión del Manual, el cual, desde sus inicios, se pensó para un público no especializado en la lectura, que se asemeje más a una revista, utilizando cómics para una mejor comprensión.
Figura 7. Propuestas del Programa de Apoyo a la Autoconstrucción Independiente.

Fuente: Programa de Apoyo a la Autoconstrucción Independiente (1989).
Figura 8. Propuestas del Programa de Apoyo a la Autoconstrucción Independiente.

Fuente: Programa de Apoyo a la Autoconstrucción Independiente (1989).
Sobre estas primeras experiencias, Nisnovich señala varias complicaciones que fueron emergiendo. Por un lado, cuenta que la organización vecinal se fue debilitando, a los pocos años sólo quedaba un grupo de tres o cuatro vecinas, “ese equipo es el que hacía todo, el resto cada uno en lo suyo. Funciona así, el capitalismo es el capitalismo y por algo triunfa sobre los demás sistemas” (Entrevista a Nisnovich, 2022). Por otro lado, comenta las dificultades para generar un circuito de ayuda mutua donde quienes aprendieran a usar el manual pudieran comentarles a otros/as, fundamentalmente el fin de semana, que era cuando la gente construía sus viviendas. La idea de este circuito era que
si uno no podía, el otro podría asesorar con los contenidos del manual, para que hubiera una referencia objetiva. ‘Esto es lo que hay que hacer’, no hay que improvisar. Pero bueno no era así, cada uno se mandaba y hacía lo que podía. (Entrevista a Nisnovich, 2022)
Otra limitación que observa reflexionando sobre las primeras experiencias fue la poca o nula formación en construcción de los y las estudiantes de Arquitectura y graduados/as jóvenes que participaron en su equipo:“Lo cual significa que uno no puede dar buen asesoramiento, lo cual significa un mal asesoramiento que tiene riesgo, que es un peligro de vida o de cana, te diría”. Una dificultad de la formación universitaria que para Nisnovich debería atacarse desde allí, “el proyecto en vivienda económica requiere un aprendizaje en eso, la enseñanza tendría que tener, así como hay medicina especial para gerontólogos, tendría que haber una para vivienda popular”. Cuando el Banco Hipotecario Nacional (BHN) saca una línea de créditos para la autoconstrucción, conocida como “Operatoria Piloto HE – 420”, su director, el arquitecto Gabriel Malamut, convoca a Nisnovich como asesor. Ambos se conocían por haber trabajado juntos en concursos de proyectos en los años sesenta. Sobre esta experiencia, Jaime recuerda:
Me dieron para hacer la prueba de cómo resultaba con la autoconstrucción, y no resultó. Una de las personas que quería un plan, tenía una casa, que como todas en esa zona tienen un espacio libre al costado. Este era el living, querían ensanchar esto (dibuja un esquema). Les pregunté a las chicas, que eran jóvenes recién graduadas, que llevaban este caso, “¿acá hay una viga?”, porque tenían que sacar esa pared, y me dicen “sí, hay una viga”, y les pregunté “¿picaron para ver si hay una viga?”, “no” me dijeron, entonces vamos. Pedí una escalera al tipo, nos subimos, piqué un poco y no había una viga, lo que había era una viga de encadenado. Entonces sacabas esa pared y ese techo se venía abajo, ahí fue que dije “chau, a otra cosa”. Y eso, ponele, si se venía abajo cuando alguien estaba trabajando abajo, no dejo de pensar lo peor en estos casos, ¿quién iba en cana, yo? Entonces decidí que es imposible llevar adelante esos casos. (Entrevista a Nisnovich, 2022)
A partir de esta anécdota, señala el hecho de que se supone que en la autoconstrucción hay conocimientos básicos que luego en la práctica no están, como los estructurales, ni entre estudiantes ni entre albañiles. Este desconocimiento, para Nisnovich, implica un gran riesgo de accidentes en las construcciones que debe ser tenido en cuenta. A pesar de esto, señala que en estas primeras experiencias, el Manual no tuvo una gran apropiación.
(…) habíamos hecho una edición que era la mitad de esto, se leía bien el manual, costaba baratísimo; sin embargo, la venta no andaba bien. Lo que andaba bien eran los cursos y el asesoramiento, las capacitaciones, y el hacer los planos con base en una serie de prototipos de viviendas económicas. (Entrevista a Nisnovich, 2022)
Sin embargo, la IAP consideró que lo más efectivo del programa al que apoyaba eran los manuales. Ante esto, y debido a que a inicios de los años noventa se agotó la ayuda de la IAP, Nisnovich se comprometió con la responsable de la institución a seguir trabajando en el manual y publicarlo en los siguientes años, financiado con publicidad privada. Estas primeras experiencias y aprendizajes fueron forjando la mirada de Jaime en torno de cuáles serían las acciones más apropiadas para el sector al que él quería apuntar: el/la autoconstructor/a independiente.
Los primeros manuales de la colección
Los años de trabajo con financiamiento de la IAP sirvieron de base para generar parte de lo que sería el primer MPC destinado a las tareas de albañilería y que salió publicado, completo, en 1994. Esos primeros años de la década de los noventa, con un equipo más reducido y usando de oficina su propia vivienda, Nisnovich siguió trabajando en el manual. Para financiar su trabajo y el equipo, tuvo que invertir sus ahorros y pedir préstamos que le generaron una deuda económica que, al momento de imprimir los primeros veinte mil ejemplares, subía a un monto que era una vez y media el costo de su vivienda particular. La deuda
era un riesgo asumido muy grande, angustiante, pensé que si no podía vender los manuales, yo me suicidaba, ¿qué hacía? no podía dejar de pagar una cantidad de guita así, no sabía si se iban a vender, confiaba en que sí, pero no sabía. (Entrevista a Nisnovich, 2022)
La primera impresión fue de veinte mil ejemplares en 1994. Nisnovich desconocía las formas de venta y circulación, así como lo que implicaba distribuir semejante cantidad de copias. Gracias a las averiguaciones y a las formas creativas para venderlos, logró vender todos en dos años. Un día, se acercó a él un distribuidor de diarios y le dijo que el Manual debía estar en los quioscos, y a pesar de que muchos le recomendaron que no lo haga, “te los devuelven rotos”, asumió el riesgo y el manual “sigue estando en los quioscos, nunca dejó de estar”. Según Nisnovich, hasta la fecha del manual de construcción se vendieron unos 215.000 ejemplares originales, y sumando los otros dos tomos —de instalaciones sanitarias— suman más de 400.000 manuales que ellos mismos han distribuido y comercializado.
Desde las primeras versiones, siempre se apuntó a que los MPC tengan dibujos y textos comprensibles, utilizando el recurso de la historieta donde se vuelcan diálogos cotidianos entre los actores. Jaime Nisnovich era el encargado de hacer las averiguaciones consultando a diversas empresas del rubro, diseñar los contenidos y su disposición en cada hoja del manual, dibujar parte de las tapas, entre otras tareas. Ayudaron en ello sus experiencias como diseñador gráfico de publicidad. La primera versión fue hecha a mano y, a medida que pasó el tiempo, se fueron digitalizando, siendo los últimos realizados completamente en computadoras. “Para cada dibujo, a quien dibujaba yo le indicaba qué dibujar y qué tenía que decir”. Cada uno de los textos seguía una grilla pautada de X número de caracteres por X número de renglones, previamente pautados, “yo tenía que agarrar el papel a cuadritos y escribir (…) entonces si llegaba al final y me sobraban renglones, entonces volvía a hacerlo. Y era pensar cada uno de los dibujos, una locura. Haber hecho esto es una locura”.
Luego del Manual de Construcción, siguieron los dos tomos de instalaciones sanitarias, el primero se publicó en 1998 y el segundo en 2004, debido a la cantidad de trabajo implicado detrás de la realización minuciosa de cada uno. Jaime recuerda muchas anécdotas y relatos de diferentes personas que le contaron cómo construyeron su vivienda gracias a los MPC, realizaron y/o arreglaron las instalaciones sanitarias, o pudieron, al menos, controlar a los albañiles que contrataban.
Los MPC no solo han circulado en un público amplio con intenciones de construir su vivienda, también se convirtieron en los principales apuntes de los y las estudiantes de arquitectura de las universidades del país. La repercusión de sus manuales es algo que sorprende a Jaime hasta la actualidad. “No sabés lo que pasó con esto, a mí me impresionaba que la gente de cualquier nivel, que estaba viviendo en diferentes situaciones… lo abrían y la palabra era siempre la misma ‘¡Que didáctico!’”. En algunas ediciones del manual de construcción, recopila, en las primeras páginas, comentarios que les enviaron diversos lectores. Entre ellos, recuerda Nisnovich, hay uno que decía que lo que más le atraía del manual era
‘el cariño que expresaba’, o algo así, no me acuerdo bien, pero habla de cariño, lo cual me parece buenísimo, porque yo creo que le pongo eso a los manuales, es un vínculo… La cantidad de gente que tengo presente cuando hago un manual… (Entrevista a Nisnovich, 2022)
El último manual y la arquitectura
A sus 89 años, Jaime Nisnovich sigue trabajando en los manuales, confeccionando, desde 2005, su cuarto y último manual. “La gente pide el de electricidad”, comenta, sin embargo, este último manual es de proyecto, como se anuncia en la página web de Ediciones Nisno, se titulará Manual práctico para proyectar buenas viviendas. En el anuncio del futuro manual, está su tapa, en la que puede leerse: “Útil para proyectar casas y departamentos cómodos y económicos a partir del catálogo de los prototipos más utilizados en el mundo por los arquitectos. Orienta al proyectista para poder compararlos, elegir uno de ellos y adecuarlo a lo que necesita y/o desea hacer”. Nisnovich expresa que quiere que este manual brinde elementos para pensar la vivienda económica. Para realizarlo, seleccionó y analizó cerca de quinientos proyectos de vivienda entre miles, para construir una clasificación de prototipos. Sistematiza opciones y las vuelve aprehensibles para que cada quien las adapte a las condiciones de sus terrenos y familias.
Para él la “Arquitectura” (con mayúscula) es un producto, el cual no le interesa como tal. Sin embargo, es interesante cómo la propuesta de Nisnovich termina arrojando elementos para volver a pensar la propia arquitectura, más aún, cuando la misma atiende la cuestión de la vivienda económica. Aporta elementos a la clásica pregunta de si son o no son arquitectura las miles de viviendas que se autoconstruyen sin la intervención de profesionales arquitectos/as, ni del Estado y sus políticas públicas, y, centralmente, qué hacer en estos casos. Si no son arquitectura, ¿implica que no tienen proyectos previos a construirse? Este último MPC va a ayudar a confeccionar “los planitos”, eso que Jaime reconocía en varias anécdotas de conocidos/as y que es posible visibilizar como una necesidad siempre señalada por las personas con intenciones de iniciar la construcción de sus propias viviendas. Pero, además, permite repensar el papel de los prototipos en la realización de proyectos de arquitectura. Una de sus nietas arquitectas, cuando Jaime le comentó de este último manual, señaló lo importante de “poder empezar a proyectar algo con la sensación de que uno no está haciendo una pavada… enfrentar el miedo al papel en blanco”. Para Nisnovich, “si se elige un determinado prototipo y al proyectar cambia cosas que salen del prototipo, que no se haga problema, no importa, lo que importa es el proyecto. El prototipo no es más que la base de lanzamiento para empezar a pensar”.
La idea de utilizar prototipos como inicio de proyecto parece ir a contrapelo del arquitecto/a artista que piensa ideas originales desde su origen. Este último manual facilita el acceso de conocimientos arquitectónicos a un público amplio, lo cual permite pensar en la no autoría de esos “planitos”, los cuales pueden o no derivar en una consulta profesional. Sin embargo, ante la pregunta al propio Nisnovich, de cuánto interpelaba este manual al “ego del arquitecto/a”, propone que “Primero pongamos mi ego”, y relata dos anécdotas entrelazadas que vuelven sobre su pasado profesional.
Cuando yo estaba en lo de Aslan, Ezcurra y Asociados, nunca aparecía mi nombre en ningún lado. Incluso en el conjunto de Piedrabuena, cuando hubo desacuerdos entre Aslan y Solsona, los que se encargaban de la difusión del barrio, donde decía ‘director de proyecto’, pusieron al de la empresa constructora, no mi nombre. (…) Yo sentí que había desaparecido, porque antes aparecía el nombre con los concursos y demás. Desaparecí del mapa. Entonces me resultó muy importante, al hacer el manual, ponerle el nombre en la tapa del manual. Y con este manual —el último—, apareció la fantasía de hacer algo importante los últimos años, sin dudas. Para cualquiera, para un pintor que hace una exposición ¿qué está haciendo? vos, cuando publiques algo, ¿qué haces? (Entrevista a Nisnovich, 2022)
Estas expresiones de Nisnovich brindan otros elementos para seguir pensando la complejidad que hay detrás de la idea de la autoría. El posible “planito” a generar habilita a los autoproductores/as a tener una guía desde la cual ejecutar sus viviendas de una manera adecuada, recurriendo a esquemas de organización de los espacios que históricamente se han utilizado en cientos de proyectos de arquitectos/as en todo el mundo. A la vez, el “planito” permite a quienes quieren iniciar su vivienda a gestionar los recursos materiales y humanos para ejecutarla, esto les convierte en autogestores/as de sus viviendas, el interlocutor principal de los MCP.
A partir de su larga trayectoria, Nisnovich sigue sosteniendo que los manuales son lo únicos que han funcionado para su público de autoproductores independientes. A pesar de que surge de iniciativas que se apoyaron en la organización de base territorial, los balances realizados llevan a Jaime a la conclusión de que no es posible generar esquemas colaborativos para la autoconstrucción, por eso apunta a acompañar a aquellos que lo realizan de manera autónoma e individual, que recurren, a lo sumo, a la colaboración de familiares y/o vecinos/as conocidos/as.
Por último, interesa volver sobre los debates en torno de la autoconstrucción. Jaime recuerda un artículo que salió en 1987 en el diario Clarín, donde se comentaba sobre la discusión que tuvo con Francisco García Vázquez. El entonces presidente de la Sociedad Central de Arquitectos expresaba que la autoconstrucción no debería existir, a lo que Nisnovich comenta que
Yo estoy de acuerdo con lo que decía García Vázquez, la autoconstrucción no debería existir. La autoconstrucción es una sobreexplotación. La persona o tendría que ganar la guita para comprar una vivienda o para pagar un albañil y todos vivirían más tranquilos. Pero yo le decía esto, “existir, existe, ¿y qué le decimos, que hagan mal la vivienda?”. Yo creo que hay que apoyarla, pero no hago la poesía de la autoconstrucción. (Entrevista a Nisnovich, 2022)
Sin embargo, recuerda su propia experiencia de autoconstrucción, cuando realizó modificaciones a su vivienda particular, ayudado por un albañil que realizó las terminaciones. “Fue lo más lindo que hice en mi vida, me pareció. La alegría existe, la poesía de hacerlo uno mismo, del hecho a mano, o que se yo…”.
REFLEXIONES FINALES
Recuperar la historia y trayectoria de los MPC y del propio Jaime Nisnovich arroja pistas para pensar la vigencia de los manuales, con sus posibilidades y limitaciones, para acompañar los procesos de autoproducción de la vivienda. A la vez, permite reabrir ciertas discusiones sobre la autoconstrucción y remarcar la importancia de estudiar los procesos de gestión social del hábitat, donde además de construir y habitar, los usuarios coordinan y planifican los procesos de producción. Debido a las experiencias vividas por el propio autor, los MCP han sido orientados a la autoproducción individual, independiente, familiar, algo que puede constatarse en su contenido: en la forma de presentar a la familia, en los pasos a seguir para adquirir los recursos, en las figuras que aparecen trabajando, etc. Sin embargo, ha sido utilizado por diversas expresiones colectivas de la autoproducción, impulsadas por organizaciones de base territorial, por ONG, cooperativas de trabajo o programas públicos.
El propio manual como herramienta pedagógica termina de cobrar sentido en sus contextos de producción, circulación y apropiación. El éxito y vigencia hasta el día de hoy de los MCP se podría situar en diversas dimensiones. Por un lado, su lenguaje aprehensible, su estética popular y su disponibilidad en la calle (en los puestos de diarios y revistas). Esto se enfrenta, actualmente, al mundo de la circulación virtual, algo que Nisnovich ha logrado frenar, combatiendo la piratería de su manual con gente especializada, para poder garantizar la comercialización de los manuales. Por otro lado, porque contiene conocimientos básicos e indispensables de un oficio que responde a un sector productivo con estructuras sumamente verticales, inestables y precarizadas, por lo que se vuelve una herramienta valiosa para divulgar los conocimientos mínimos necesarios para un cierto control social de estos trabajos. Que los MPC sean el material de cabecera de estudiantes y graduados/as de arquitectura, da la pauta de la necesidad de una mayor conexión entre el ámbito académico y lo que sucede en la obra. Así mismo, sirven al público no universitario que quiere aventurarse en ciertas tareas de construcción y no tiene acceso (o desconfía) del saber hacer de los albañiles.
Por último, Nisnovich se orienta a un público que, a pesar de su gran dimensión, no logra ser absorbido por las políticas habitacionales de turno. Ante escasos sistemas de créditos públicos y privados accesibles, sucesivas crisis que desvalorizan los ahorros y procesos de crecimiento y densificación de las viviendas en las periferias (varias viviendas familiares en el mismo lote), la autoproducción independiente sigue siendo una forma importante de producción del espacio. El parque habitacional urbano en condiciones de ser mejorado es basto y extenso en todo el país, esto implica trabajos de refacción, ampliación o modificación que no son objeto de créditos ni son absorbidos por el mercado inmobiliario. Tampoco son procesos que los MPC aborden, debido a estar destinados a la vivienda nueva, unifamiliar y en lote propio. Sin embargo, sí resulta una herramienta para aproximarse al problema del “hágalo usted mismo”, aunque hoy compite con cientos de videos, aplicaciones y contenido web. En este marco, los MPC y los nuevos manuales resultan elementos valiosos para volver a pensar sus potencialidades y limitaciones y motivar espacios colectivos de formación y organización del trabajo.
La experiencia de los MPC, la trayectoria de Jaime Nisnovich y sus reflexiones permiten elementos valiosos para seguir pensando el problema de la autoproducción de la vivienda, individual o colectiva, planificada o espontánea. Lejos de respuestas lineales y evidentes, permiten volver sobre los procesos reales, actores y contradicciones que se entrelazan en la producción del hábitat en el marco del modelo actual de producción. Elementos para pensar y desarmar, una vez más, el problema de la vivienda al calor de las tensiones históricas entre construcción y proyecto, albañil/a y arquitecto/a, trabajo manual y trabajo abstracto, autonomía y autoría.
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